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Monedas y bancos sociales, desde abajo

El dinero, como cualquier herramienta, cuando es usada por el pueblo genera recursos comunitarios. Cuando queda en manos de “los de arriba”, solo sirve para seguir incrementando la desigualdad y crisis civilizatoria. Algunas experiencias en Córdoba.


Por Tomás Astelarra


La moneda es una memoria sólida, una representación que se desdobla, un cambio diferido

-Michel Foucault, “Las palabras y las cosas”.


Hace muchos años vine a este país sin una moneda de cinco centavos en el bolsillo.

Hoy tengo una moneda de cinco centavos en el bolsillo”.

-Marx (Groucho).


Lo que hoy llamamos moneda era algo muy simple. Porque en un principio era el trueque. Pero a veces el zapatero no quería cambiar leche, entonces le daba un guijarro al criador de pollos (que no quería zapatos sino leche) y este se lo daba al lechero a cambio de pollos, para que este se lo dé al zapatero para recibir sus zapatos. Se usaron lingotes de oro, de sal, caracolas de mar y otras situaciones de común acuerdo, hasta que alguien inventó la moneda, y los chinos los billetes, y el estado decidió hacerse cargo. Ahí comenzaron los problemas que luego se profundizaron con los préstamos de cierta familia de artesanos de apellido Rotschild, quienes abrieron una tienda de monedas en el gueto judío de Fráncfort del Meno en Alemania allá por el siglo XVIII. Quien sabe bajo qué sistema de causacasualidades o complicidades, hoy sus herederos son parte de ese 1% “dueño del mundo”. Algo tuvo que ver este quehumbroso sistema capitalista y ese afán de acumular ganancias sin importar la vida de les humanes o la Madre Tierra. Entonces algunes comenzaron a ver que había que volver a las raíces, a la comunidad, a la confianza, al bien común, y el buen vivir.


“La característica de una moneda social es que el sistema económico en torno al cual funciona es un sistema que tiene una serie de principios y valores alineados con los de la economía social y solidaria. Funciona bajo un sistema de crédito mutuo. Es una forma de dinero que no es de curso legal, lo cual no quiere decir que sea ilegal, sino simplemente que no se pueden pagar impuestos a nivel nacional. Pero en tanto y en cuanto halla común acuerdo en los actores de una comunidad para aceptarla como medio de pago no hay ningún impedimento para su utilización”, explica el economista Sebastián Valdecantos, parte de la organización que nuclea la moneda PAR.


La idea surgió durante el auge de los clubes de trueque en la crisis del 2001 garantizando a través de la tecnología digital que no halla falsificaciones. Ya existen nodos en CABA, sur del conurbano bonaerense, La Plata, Moreno, Luján, Exaltación de la Cruz, Gualeguaychú, Mendoza, Bariloche, Bolsón, Lago Puelo y Traslasierra (Córdoba). La particularidad de este sistema de crédito es que las deudas se pagan simplemente vendiendo lo que uno produce, ya sea un bien o un servicio, recibiendo a cambio, la moneda complementaria.


“Este es un proyecto que viene funcionando desde el año pasado con unos encuentros que se dieron, organizados por Traslasierra Región de Bien Común, y entre las ideas que surgieron fue la de implementar una moneda social. Elegimos continuar con el proyecto de la moneda Par en nuestro territorio. Es una forma de pago, como puede ser visa o mercado libre, la gran diferencia es que no lleva comisiones. Se instala en el celular una aplicación y ya tenés una cuenta donde podemos intercambiar productos y servicios a través de una billetera social. La moneda promueve un intercambio entre prosumidores. No se trata solo de consumidores, sino que también tienen que producir algo o dar algún servicio. También está atravesado por valores como la dignidad humana, la justicia social, la sostenibilidad ambiental y la participación democrática. Para que sea fácil de mensurar un peso equivale a un Par. De entrada te damos un crédito de 5.000 pares para que puedas intercambiar con una lista de participantes”, explica Andrés, organizador de la moneda Par en Traslasierra.


Traslasierra Región del Bien Común es una organización social y local sin fines de lucro, que se dice “abierta y horizontal” y que tiene como objetivo “articular iniciativas y/o acelerar proyectos para impulsar en el Valle una nueva economía tendiente al bien común, al buen vivir y a un desarrollo social más humano y sostenible”. Tiene como visión: “Hacer del Valle de Traslasierra una región del Bien Común. Esto significa impulsar un modelo de desarrollo social en donde el eje que lo guíe sea el bienestar de las personas y el cuidado de la tierra, propiciando abundancia y prosperidad para todos”. A través de reuniones, encuestas y otras actividades fueron desarrollando la articulación entre diferentes productores, cooperativas y actores de la economía social en la región. La moneda Par funciona a través de la tecnología Blockchain, que brinda seguridad informática para que el sistema no pueda ser hackeado.

Banco de horas o de palets


“De la mano con el estilo de vida que elegimos de armonía con la naturaleza surgió el ayni, que es una moneda local. No es para remplazar el dinero, sino que es un banco de tiempo. Significa que todos aportamos ese tiempo y eso tiene un valor en ayni. La moneda se rige por una planilla donde estamos todos inscriptos. Hay reuniones mensuales donde charlamos de qué necesidades tenemos, qué podemos producir, qué podemos ofrecer a la red. Y así se van dando los intercambios, por más que siguen existiendo los favores, pero ayuda a que no sea directamente, sino que uno puede intercambiar con el panadero sin que este necesite algo de nosotros, que después los vamos a intercambiar con el herrero”, explica Pablo parte de Montecitos, una comunidad ecológica en Molinari, que hace tres años implementó este método que ahora se está replicando en otras localidades como Villa Giardino o El Suncho.


“Lo primero es valorar el tiempo de trabajo de todos por igual, independientemente de los valores de mercado, ya que estos valores están muy viciados de sobrevaloraciones y subvaloraciones laborales (por ejemplo, el trabajo de un abogado se paga a un alto valor hora y el de una niñera a uno muy bajo). También nos dimos cuenta que el tiempo como medida es relativo y que hay muchas particularidades que influyen en él. Una de las más influyentes es el tiempo dedicado a la crianza de niños, ya que las personas que están criando disponen de menos tiempo para trabajar. Entonces decidimos medir el valor del ayni en ese sentido. El trabajo puede valer entre 60 y 120 aynis dependiendo de la composición familiar”, cuenta Pablo. “En cuanto a productos que necesitan de materia prima, materiales e insumos que debemos conseguir en el mercado en pesos, recomendamos ofrecer la parte del costo del producto en pesos y la parte de dedicación de tiempo para realizarlo, en aynis. Otra opción es que parte de la producción la ofrezcamos en la red de ayni y otra parte en el mercado en pesos. De esta manera, la persona que produce podrá volver a conseguir los bienes que necesita en el mercado para realizar una nueva producción. Una de las dificultades que percibimos al comenzar a usar los Aynis, tiene que ver con las valoraciones que arrastramos del mercado en pesos, dólares, etc. Este mercado y esta forma de valorar el habitual dinero que usamos tiene dificultades de sobra conocidas: desigualdades sociales, diferencias importantes en cuanto acceso a los recursos, acumulaciones, especulación, etc”. Las personas que organizan la red en las áreas de administración, comunicación e información, también reciben su retribución en aynis.


Marcelo Caldano vive en Capilla del Monte y desde los noventas viene experimentando con monedas alternativas. Ha participado de diferentes organizaciones sociales y ongs, recibido premios nacionales e internacionales y desarrollado el SOL (Solidaridad, Organización y Libertad). “Nuestro objetivo es promocionar comunidades sustentables de acuerdo los principios de la carta de la tierra: armonía con la naturaleza, inclusión económica, una cultura de la paz y derechos humanos universales garantizados. Tenemos una moneda comunitaria que parte de generar una causa común, como puede ser sostener una escuela cooperativa de educación por el arte, una universidad a distancia, un centro de apoyo escolar para niños con dificultades de aprendizaje o una escuela de artes y oficios. Administrar una moneda social también es una causa común”, explica.


Cuando surgió la idea de la escuela de artes, sin dinero, Marcelo consiguió donaciones de palets de diferentes industrias de Córdoba capital. Prestó el dinero para trasladarlos y ahí comenzó el juego: “Nos dimos cuenta que no teníamos dinero pero si capacidades. Entre ellas, la de convencer a otros de nuestra causa común. Por un lado, estas personas confiaron en nuestro proyecto común, pero también se sacaron de encima algo que para ellos era basura e incluso podía tener consecuencias ecológicas. A esos 400 palets le pusimos un precio de 50 pesos, y con eso obtuvimos un capital inicial de 20.000 soles. Nosotros nos convertimos en nuestro propio banco. Nuestra moneda entra en circulación cuando alguien empieza a trabajar para la causa común”, relata.


Las iniciativas fueron, desde intercambiar palets por alimento o muebles u horas de trabajo para la escuela a financiar proyectos de permacultura, o venderle la confección de carteles con los nombres de las calles a la municipalidad, a cambio de deuda impositivas que empezaron a intercambiar con les vecines. También hacen donaciones a familias de bajos recursos. “Nosotros hablamos de socios recíprocos, socios benefactores (como los que nos donaron las maderas), y socios beneficiarios (a quienes ayudamos sin nada a cambio). Lo bueno de la moneda social es que genera creatividad comunitaria y fortalece los recursos locales”, asegura.


Una balanza que ya no mide el precio


“El dinero sirve para medir el precio, el valor de la cosas. Aunque esa sea la causa de nuestra locura. Porque cuando la misma moneda se transforma en mercancía, es como una balanza que no mide el peso, sino cuanto valés. Entonces vas un día y pesas 80 y al otro día 120. Necesitamos formar comunidades con una consigna diferente a la establecida por el sistema monetario nacional e internacional. La consigna es que somos competidores, eso está implícito en el mismo diseño del sistema. Por eso es necesario generar sistemas monetarios complementarios. La moneda condiciona la forma de construir comunidad. La comunidad es los que nos regalamos en común. Es una actitud de dar y se relaciona con los demás a partir de esos dones. En las monedas locales cada uno es ministro de Economía, porque sus actuaciones son en base a lo que necesita la comunidad”, aclara Marcelo. Según sus estudios las monedas de los gobiernos están diseñadas para que los recursos vayan de la periferia al centro del poder económico. “Si yo me pongo a regalar plata en la plaza de Capilla del Monte u otro pueblo de Córdoba, seguramente terminé la mayoría del dinero en las grandes ciudades. Por otro lado, el sistema financiero con intereses genera deudas que nos ponen en calidad de competidores. Por eso hay que de alguna manera generar circuitos locales. El beneficio de las monedas locales es hacer visible la riqueza de una comunidad. Porque en las cuentas nacionales se mide el ingreso monetario, donde se valora más la hora de trabajo de un profesional que la de alguien que responde a un servicio esencial como cuidar un chico, limpiar una casa o hacer una huerta. Entonces, una moneda local hace visible un montón de capacidades, de saberes reales. La moneda local esquiva la necesidad de tener un capital monetario y ayuda a hacer visible el capital social de una comunidad a través de la confianza entre los distintos actores. La certeza de que se puede confiar en el otro”, explica.


Actualmente, Marcelo está desarrollando una moneda para que los municipios puedan usar las deudas de los contribuyentes en financiar proyectos de ecología, reciclaje o cuidados. También inventó una “moneda fugaz”, que sirve para intercambios en ferias. A través de varias experiencias ha comprobado que los productores a través de este estímulo intercambian tres veces el valor de la moneda en juego. Es decir, se triplica la base monetaria. De una de estas experiencias en el Encuentro de la Palabra de San Marcos Sierras, surgió una nueva experiencia en este territorio. “La Feria de la Moneda Local es una feria de intercambio con una moneda comunitaria que se administra mediante un recurso de organización, que es una mesa que compra al principio de la feria para generar moneda y al final se abre para cerrar la moneda. Se llama moneda fugaz. Es una feria de trueque donde garantizás que todos los feriantes tengan un saldo inicial para comenzar el intercambio. Está muy bueno como se diversifica y acelera el intercambio con este mecanismo de la moneda fugaz y hace que toda la gente se vaya contenta. La experiencia surgió hace dos años desde un impulso de la Mesa de Gestión Local, a través de unas capacitaciones con Marcelo Caldano. Es un espacio abierto a la comunidad y siempre hay una percepción que la feria sirve no si te conviene a vos, sino si les conviene a todos. Y eso le da una magia muy especial. Con esto de la cuarentena quedamos sin espacio y ahora estamos funcionando en la Feria Franca Comunitaria”, cuenta Violeta, parte del proyecto.


Sobre criptomonedas y otras publicidades


El invento este del sistema financiero del artesano Rotschild vio su auge con el mercantilismo, la revolución industrial y el sistema capitalista. El dinero, la moneda, comenzó a valer por sí mismo y no como instrumento de intercambio. A mediados del siglo pasado, en el desconocido paraje de Breton Woods, los gobiernos del mundo decidieron abandonar el patrón oro y anclar el sistema financiero a la moneda del nuevo imperio, Estados Unidos, el dólar. En tiempos del nacimiento de nuevos imperios, China ha encontrado en las criptomonedas una forma de deshacerse de esa herencia. La tecnología, como cualquier herramienta, puede utilizarse para diversos fines. En el último mes, hasta el gobierno de Córdoba anunció la creación de una criptomoneda (el Token) para el pago de planes sociales de empleo. Algo parecido a los Patacones o Lecor, pero digitales. "Con déficits en el sector público y en el sector externo, sumado a una moneda débil y elevada inflación, cabe solo preguntarnos cómo responder a esta compleja situación", indican los expertos de la UCA que asesoran al gobierno cordobés. El sistema es muy parecido al de mercado pago, otra especie de moneda virtual que ha transformado al millonario Marcos Galperin en otro más de esos rara avis sociales que en tiempos de crisis mundial ven incrementar sus ganancias de forma extraordinaria.


“Estas nuevas criptomonedas siguen teniendo una visión totalmente especulativa. La misma propaganda que hacen, de gente que creyó y se convirtió en millonario, fomenta la salida individual usando la tecnología. Cuando estudias las distintas monedas lo que hay que poner el foco y tener cuidado es qué comunidad querés crear, en qué comunidad quiere uno habitar, qué tipos de vínculos consigo mismo, con la naturaleza, con el universo ¿Vínculos de ayuda mutua y de buen vivir o una salida individual? No tiene que ver con la herramienta tecnológica, su seguridad o la capacidad de crear un mercado o un sistema de confianza. Una moneda puede, a través de la publicidad, hacernos creer lo mismo que cuando nos dicen que tomando una bebida somos mejores. Es una estafa. Cualquier moneda, sea criptomoneda, billete o una libreta, lo importante no es la tecnología, sino a que comunidad sirve, cuál es la política que está promoviendo, y la economía que ayuda a crear”, comenta Marcelo. Como siempre, las herramientas en mano del pueblo pueden ayudar a agilizar sus recursos comunitarios. En manos de “los arriba”, ya lo sabemos, son solo una excusa más para el saqueo global y la construcción de una crisis civilizatoria, hidra capitalista, que está destruyendo a la humanidad y la naturaleza.



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