top of page

Entre sueños revolucionarios y satélites: Herencias del audiovisual comunitario en Argentina

El nacimiento del cine y la radio comunitaria como brote de esperanza en plena dictadura. Primer parte del ensayo de la serie que publicaremos de les cumpas de Maizal (*).



Filmación de Tiré dié.


Por Sol Benavente (**)


“Perdimos la suavidad de paco

la tristeza de haroldo

la lucidez de rodolfo

el coraje de tantos...


Ahora son pedacitos desparramados bajo todo el país

hojitas caídas del fervor, la esperanza, la fe

pedacitos que fueron alegría, combate, confianza

en sueños sueños sueños sueños


Y los pedacitos rotos del sueño

¿se juntarán alguna vez?

¿se juntarán algún día-pedacitos?

¿están diciendo que los enganchemos al tejido del sueño general?

¿están diciendo que soñemos mejor?”


-Juan Gelman.



La llegada de la tecnología del video reconfiguró, tal como señaló Octavio Getino, el espacio audiovisual latinoamericano. En el escenario de las experiencias comunitarias y populares,

el video permitió construir nuevos procesos que seguían los pasos tanto del Nuevo Cine Latinoamericano como de las radios alternativas que florecían en todo el continente. El video y su accesibilidad al reducir el tamaño de los equipos y facilitar su manipulación, reproducción y copiado, brindó a los realizadores, comunicadores y educadores populares, grandes facilidades. En este recorrido, cabe el uso de las diapositivas y el “preciado” celuloide, pasando por la cinta magnética y sus múltiples formatos hasta llegar a la digitalización, que redujo las imágenes a códigos y signos, permitiendo su producción, almacenamiento y reproducción en notebooks y netbooks, televisores, tablets, teléfonos celulares, entre otros.

En Argentina el video llega tarde. Promediando la década del ochenta en otros países del continente se estaban desarrollando hace ya varios años importantes experiencias de fortalecimiento de la organización popular como la Tv de los Trabalhadores en Brasil o VideoRed y el Grupo

Chaski en Perú. En nuestro país, mientras tanto, su uso era incipiente y asistemático.

En este artículo proponemos recuperar algunas experiencias pioneras de la comunicación audiovisual comunitaria entre las décadas del 70 y 80 en Argentina.


Entendemos por comunicación audiovisual comunitaria aquellas prácticas político-culturales que parten de un “mirar situado”, de las vivencias y saberes cotidianos de cada comunidad, recuperando sus lenguajes, memorias, propuestas y sueños. Se trata de experiencias que, utilizando el lenguaje audiovisual, construyen relaciones y procesos comunicacionales que invitan al intercambio. Estos procesos son y están-siendo comunitarios porque crean y recrean en su hacer, vínculos y sentidos de lo común que fortalecen, retomando las palabras de Elina Dabas (2006), el entramado social. Instituyen espacios de reflexión y enunciación colectiva para los grupos participantes, así como tienden puentes con otras organizaciones y comunidades con las que comparten necesidades, estrategias, utopías.


Susana Vellegia y Octavio Getino (1993) identificaron tres razones principales de contexto para explicar el desarrollo tardío en Argentina. En primer lugar, la feroz represión y censura desatada por la dictadura cívico-militar que ocupó el poder a partir de 1976. El Terrorismo de Estado extendió sus tentáculos sobre todas las dimensiones de la vida. Escuelas y universidades, expresiones culturales y artísticas, periodismo y medios de comunicación, actividades eclesiales y militancia barrial, las calles, las plazas, los hogares, no hubo lugar donde la censura, la persecución, los secuestros y la muerte no alcanzaran. Sólo quedaba la espera silenciosa o el exilio.


En la época en que todo el movimiento del cine político podría haber pasado al video, vino la persecución y el exilio, estábamos todos desperdigados y los que se quedaban, estaban abajo del colchón. Uno de los efectos buscados por el Terrorismo de Estado en la Argentina fue la desestructuración de las organizaciones sociales y populares. Fue un objetivo estratégico ampliamente logrado. (1)


Los otros dos factores de contexto que para estos autores hacen que el video se extienda en el país recién a fines de los años ochenta, son los elevados impuestos para la importación de equipos de grabación y edición de video durante esa década (U-matic; Betacam; Hi8; VHS y Super VHS), y la política de fomento a los realizadores cinematográficos, sobre todo entre 1984 y 1988, que orientaron las producciones hacia las realizaciones industriales (Velleggia y Getino, 1993).

Por otro lado, Susana Vellegia señala también la falta de fondos de la cooperación internacional como factor que imposibilitó el desarrollo de video comunitario en Argentina, ya que no la consideraban como un país pobre al que deberían asistirle prioritariamente ayuda.


Semillas


En Argentina, la última dictadura dejó tras de sí una generación diezmada, la horrorosa pregunta por los 30.000 desaparecidos y los 500 niños/as nacidos/as en cautiverio, la economía e industria devastadas, la deuda externa multiplicada por seis, el asesinato de cientos de jóvenes en la Guerra de Malvinas, la desmovilización de la organización popular y una cultura en silencio. Esta mordaza se instrumentó en relación a los medios de comunicación, junto con la censura explícita, persecución y asesinato de periodistas, a través de la ley de radiodifusión 22.285.


En 1973, unos años antes de la dictadura pero con la violencia paraestatal ya en las calles, surge el Cine de la Base, concebido como estrategia de distribución de Los Traidores (3), película que apuntaba directamente contra las burocracias sindicales. Su principal referente fue Raymundo Gleyzer, ligado al PRT-ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores), quien fuese secuestrado y desaparecido en 1976. Por su parte, el Grupo Cine Liberación fundado en la década del sesenta por Octavio Getino, Fernando “Pino” Solanas y Gerardo Vallejos, comienza a hablar de Un Tercer Cine para América Latina. Un poco antes incluso, debemos mirar hacia la Escuela de Santa Fe en

la que Fernando Birri soñó un “cine cósmico, delirante y lumpen”. Desde la Universidad del Litoral, Birri realiza en la década del cincuenta, junto a un grupo de estudiantes, la primera encuesta social filmada en América Latina: Tiré Dié, un documental de treinta y tres minutos. Tiré Dié “[...] es un filme-escuela –está hecho por 120 muchachos y muchachas que nunca habían hecho cine y que aprendieron a hacerlo con ese documental-, y es un filme colectivo, resultado de un trabajo de equipo” (2007: 21). Las barriadas de Santa Fe encendieron allí las primeras luces del Nuevo Cine Latinoamericano.


La otra Cosecha


Ana Mohaded, profesora de la Universidad Nacional de Córdoba y realizadora audiovisual, detenida y torturada por la dictadura militar desde el año 1976 hasta 1982, dirá sobre la forma de concebir el trabajo en los barrios y organizaciones en aquellos años de militancia: “Más que desde lo comunitario, de lo que se hablaba era de lo revolucionario. Dependiendo del concepto político que tenías de la revolución, ibas desde una perspectiva foquista, verticalista, basista, y desde ese lugar construías una propuesta de trabajo”


Cuando llega la dictadura, ella y su grupo trabajaban en los barrios más humildes de Córdoba: “En aquel entonces no sabíamos usar video y el modo de hacer era usar slide con cierto concepto de movimiento con sonido por otro lado”. La pulsión de crear y aportar a procesos políticos de transformación se enfrentaba en aquellos años, junto con los peligros de la clandestinidad, con los obstáculos que la tecnología misma imponía: a pesar de buscar alternativas como el uso de las diapositivas o de materiales vencidos, hacer cine era caro. El soporte de celuloide encarecía la producción y limitaba la posterior reproducción, esto dificultaba enormemente la democratización de su uso. Por otro lado, el tamaño de los equipos complejizaba su manejo y traslado.


De la misma época, en el campo de las televisoras alternativas y comunitarias, Natalia Vinelli (2014) destaca la experiencia de Radio Liberación TV (RLTV) que en el marco de las contraofensivas montoneras de 1979 y 1980, intervenía las señales televisivas con informaciones

y declaraciones. En documentos institucionales, la RLTV define como sus principales funciones “agitar y movilizar a las masas y también es un arma importante de conducción política” (Manual de Radio Liberación TV s/f, citado en Vinelli, 2014: 75).


Getino y Veleggia (1993) señalan que recién a partir de 1987 se encuentran algunos factores que favorecen en Argentina el desarrollo del video. En primer lugar, la reducción de impuestos a la importación de equipos que permitió triplicar la adquisición de cámaras y cassetteras en apenas dos años. Por otro lado, la organización de la Sociedad de Videastas Independientes (SAVI), fundada el

23 de diciembre de 1989. Y, por último, el rápido desarrollo de emisoras de tv por cable en el interior del país, que, en un primer momento se presentaron como una interesante alternativa para la difusión y la diversificación de contenidos, pero que finalmente adoptaron las mismas modalidades de concentración y transnacionalización del mercado. Por otra parte, en la década del ochenta se multiplican, coincidiendo con el ingreso de la tecnología FM, las radios comunitarias, que nutrieron el terreno de la comunicación popular y participativa en nuestro país.


A partir de estos antecedentes, convergen en las posibilidades del uso del video en Argentina, como en el resto del continente, las experiencias previas del cine político y social y las de comunicación comunitaria, que apostaban al fortalecimiento de la organización popular. Muchos protagonistas de estas experiencias coinciden en pensar el video comunitario como parte, o en convergencia, con el movimiento de comunicación alternativa/popular/comunitaria que parte del derecho a la comunicación.


Ricardo Leguizamón, uno de los principales impulsores de los primeros canales de baja potencia, lo resume de la siguiente manera: “Fue casi como una cuestión especulativa: si podemos armar un transmisor de radio, ¿por qué no vamos a poder armar un transmisor de televisión?” (citado en Vinelli, 2014: 81). En la misma dirección, Luciano Zócola, integrante del Movimiento de los sin Techo de Santa Fe ilustra esta relación, a partir de su propia biografía: “Mis primeras experiencias fueron en la década del setenta en radio y radio por cable. Al frente de este proyecto estaba los primeros años de la década del noventa llegaron a existir entre 100 y 250 canales comunitarios, entre los que se encontraban experiencias de organizaciones sociales” (…) El Movimiento Los Sin Techo es una organización no gubernamental que trabaja para el desarrollo integral y la organización comunitaria del sector marginado de la ciudad de Santa Fe, Argentina. Desde 1985 ha desarrollado distintas iniciativas tendientes a encontrar respuestas a los problemas estructurales de los más pobres. Ha instalado la primera red inalámbrica de Internet en los barrios periféricos de Santa Fe con más de 120 computadoras destinadas a la estimulación educativa de niños, jóvenes y adultos y a su integración a la sociedad y al conocimiento. Además, dicta cursos por televisión con prácticas presenciales dentro del proyecto de educación satelital y también cursos de oficios totalmente presenciales” (extraído de su página web).


(1) Entrevista realizada a Susana Vellegia en el marco de la tesis de maestría “Comunicación audiovisual comunitaria en Argentina. Herencias y horizontes de un mirar situado en América Latina”.

(2) Sancionada en 1982 legitimaba, entre otras cosas, el control de los medios por las fuerzas armadas disponiendo la integración del Directorio del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER) por los Comandos en Jefe del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea. Por otro lado, excluía como licenciataria de frecuencias de radio y televisión a toda institución sin fines de lucro, definiéndolas, consecuentemente, como “clandestinas”. Esta ley, mantenida durante los gobiernos posteriores, modificada sólo para favorecer las grandes empresas, recién fue derogada y reemplazada por la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual 26.522 en el año 2009.


(3) Los Traidores, película de Raymundo Gleyzer y Álvaro Melián.



(*) Maizal es un equipo itinerante y autogestivo de creación, educación y comunicación audiovisual, que trabaja al lado de comunidades, organizaciones y colectivos de Ecuador, Perú y México. Procedemos de distintos oficios y disciplinas afines a las ciencias sociales, a la comunicación y al hacer audiovisual.


(**) Magíster en comunicación y cultura por la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Forma parte de la Asociación Civil Cine en Movimiento y de la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos (AMADH).



bottom of page