Presentación
En pocos días se cumplirán 50 años de uno de los acontecimientos más trascendentales de la lucha obrera y estudiantil en todo el continente: el Cordobazo. Hijo de años de resistencias, de luchas defensivas contra el avance dictatorial sobre la clase trabajadora, este hito de nuestra historia significará un paso al frente en la radicalización, organización y conciencia de un pueblo que supo soñar alto en tiempos difíciles para los sueños. Como el asalto al Cuartel Moncada en Cuba, o el levantamiento dirigido por Hugo Chávez en Venezuela en 1992, su triunfo no fue inmediato, pero significó una estocada de muerte para el régimen enemigo de nuestra clase.
El gobierno dictatorial de Juan Carlos Onganía venía para quedarse. A diferencia de golpes de Estado anteriores, éste no propuso un objetivo inmediato y transitorio sino una forma de ejercicio del poder con tendencia a perpetuarse sin plazo alguno. Y allí radica quizás parte de la potencia del Cordobazo. La dictadura buscaba disciplinar definitivamente el movimiento obrero, acabar con sus conquistas, y aplicar un modelo económico que beneficiara a los sectores más concentrados de la economía vinculados al capital monopolista y extranjerizante, especialmente desde que asumiera el cargo de ministro de Economía Adalbert Krieger Vasena, a comienzos de 1967. Pero el 29 de mayo de 1969 le surgió su fecha de caducidad, solo pasos rancios le quedarían.
Con dirigentes de la talla de Agustín Tosco, con grados de espontaneidad y organización aún en debate, con el surgimiento de una CGT combativa liderada por Raimundo Ongaro (la CGT de los Argentinos), con la creciente unidad de distintos sectores movilizados que excedieron a las fábricas —principalmente el movimiento estudiantil articulado en la Federación Universitaria de Córdoba— y con una conciencia clasista y movilizadora en desarrollo, la represión policial que se cobró la vida de Máximo Mena desató una revuelta que quedaría en el ADN de las luchas populares. Pero el Cordobazo estuvo lejos de ser un hecho aislado. Por el contrario, la gesta puede enmarcarse en una doble pertenencia: en primer lugar, un proceso de lucha y resistencia nacional que implicó una serie de levantamientos masivos ocurridos casi simultáneamente en buena parte del país durante ese año, como los “azos” de Tucumán, Rosario, Corrientes, Mendoza y Río Negro, además de Córdoba (menos de un año después se repetiría nuevamente una jornada insurreccional en esta provincia, que pasaría a la historia como el “Viborazo”). En segundo lugar, un período de auge de las luchas obreras, estudiantiles, feministas, socialistas, anticoloniales, antirracistas, culturales, de las y los jóvenes y un sin fin de movimientos de toda índole que por aquellos años movieron el mundo para cambiarlo todo. El Cordobazo es hijo de ese contexto. Pero si el Cordobazo es hijo de su época, una pregunta nos ataca, nos cuestiona, nos incomoda: ¿qué queda hoy del Cordobazo? ¿Qué hicimos de él?
Desde estas preguntas hemos incentivado la elaboración de este DOSSIER, realizado de manera conjunta entre los portales ContrahegemoníaWeb, Resumen Latinoamericano y La Luna con Gatillo. En él se abordan, desde distintos enfoques, una multiplicidad de aspectos que hacen tanto a este acontecimiento en sí como a aquel proceso más amplio de resistencias y luchas. El Tucumanazo y el Rosariazo serán parte de estas notas. Además proponemos una mirada que, partiendo e incorporando lecturas rigurosas y académicas, nos permita ir más allá en debates y perspectivas desde las luchas populares, pensando en su herencia, en lo vivo y lo muerto del Cordobazo. Incluimos para ello entrevistas escritas y fílmicas a compañeros y compañeras que desde hoy leen el provenir de aquella gesta histórica. Finalmente, el dossier se complementa con un abordaje que incorpora su impacto en el mundo artístico, en el cine, la literatura, la música, y también, en otras áreas del pensamiento. Carlos Aznárez, Mariano Pacheco, Lucía Maina, Sergio Nicanoff, Sebastián Rodríguez, Lea Ross, David Pike, Noni Ceruti, Juan Carlos Cena, Andrés Cañas, Santiago Somonte, son algunos de los nombres que forman parte de este trabajo colectivo.
Como dijo Agustín Tosco, el Cordobazo “fue la expresión militante del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días”. Esa máxima que guía todas las luchas, sabemos, no fue cumplida. La opresión, la postergación, la frustración siguen allí, pero, al decir de Rodolfo Walsh, no podemos empezar de cero cada lucha, separada de las anteriores, no podemos perder la experiencia colectiva ni olvidar las lecciones, no pueden privatizar la historia.
Esperamos con este dossier contribuir a que ello no suceda.
Colectivo editorial de ContrahegemoníaWeb, Resumen Latinoamericano y La Luna con Gatillo.