Por Mariano Pacheco
Indómita luz, una editorial que se posiciona como parte del labor crítico-intelectual de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), publicó Resistir y vencer: , un libro de José Cornejo y Carlos Sozzani sobre un grupo de militantes peronistas de la zona sur del conurbano bonaerense.
Alguna vez, el histórico dirigente sindical y militante montonero Gonzalo Chaves me dijo que para los sectores populares era muy importante que las historias propias no circularan de generación en generación sólo de boca en boca sino también por escrito. “Es como que si no están en un libro no son Historia”, argumentó Gonzalo.
Resistir y vencer, de José Cornejo y Carlos Sozzani, vienen a cubrir un bache historiográfico fundamental en la construcción de una genealogía militante en la Argentina. Y vuelven a poner a la zona sur del conurbano bonaerense en el centro de la escena. Como durante el nacimiento del peronismo y sus años de resistencia; como en las movilizaciones que forjaron el “Luche y vuelve” en los inicios de los 70 para traer a Perón otra vez al país y el “Luche y se van” del final de la década para expulsar otra vez a una nueva dictadura militar (y civil, y la más sangrienta de nuestra historia), también la posdictadura encuentra al sur del conurbano como un sitio propicio para el desarrollo de otras rebeldías.
Avellaneda y Quilmes como centro irradiador de políticas que encuentran a un grupo de jóvenes dando sus primeros pasos en las militancias a fines del Proceso de Reorganización Nacional y a inicios de la “primavera democrática” que culminó con hiperinflación y políticas de impunidad y que luego llegan al inicio y fin de la “década ganada” conformando grupos y grupetes, grupejos y grandes movimientos que ya son parte de la historia de nuestro país. Claudio y el Flaco Pablo; El Cholo y el Negro Fabio; Tiburón y El Gallego o los nombres, apodos y sobrenombres que sean. Microhistorias en una historia más grande que duele y hace reír, porque como toda la historia de nuestra patria está atravesada por momentos de avances en las luchas populares, reflujos y frustraciones, grandes esperanzas y golpizas que dejan militantes presos, y acaso, también, muertos.
Entre los “Montoneros silvestres” que resistieron como pudieron el terror dictatorial y las piqueteras que resistieron con mucho aguante la consolidación del Estado de malestar, creció y se desarrolló una camada militante que dio sus primeros pasos bajo la sombra grandilocuente de los viejos combatientes setentistas y parió de algún modo a la nueva generación militante que, entre cortes de rutas y asambleas, entre ollas populares y escraches, entre tomas de edificios públicos y búsquedas de nuevos modos de pensar y hacer la política emancipatoria, llegó a diciembre de 2001 tirando piedras y levantando barricadas en el intento de bloquear la apología del fin de la historia y las ansias de protagonizar otra nueva.
Náufragos en el mar de una Argentina en pedazos; nómades en el desierto neoliberal, esta camada de militantes cumplió su papal fundamental en la historia de este país –a los ojos de este cronista-- no durante los momentos más recordados de los años ochenta (el Juicio a las Juntas o los Paros de la CGT contra Alfonsín; las horas duras de “Semana Santa” o los saqueos del tramo final del Primer Gobierno Radical de posdictadura); no durante los años más álgidos de la resistencia popular anti-neoliberal (los piquetes del Movimiento de Trabajadores Desocupados; los escraches de HIJOS; los Paros Activos de la CTA y el MTA; las movilizaciones de CETERA y el movimiento estudiantil; las cacerolas en las asambleas de las grandes ciudades del país o las ocupaciones de fábricas para ponerlas a producir por sus trabajadores tras el abandono de sus empresarios); no durante los momentos más progresistas de la década ganada (el No al Alca en Mar del Plata; la recuperación de la ESMA; el enfrentamiento a las patronales agropecuarias o comunicacionales; etcétera, etcétera), sino en aquel período en el que el sentido común militante sostiene, aún hoy, que en la Argentina “no pasó nada”.
Resistir y vencer rescata la historia de aquellos que, comenzando sus militancias en los ochenta y continuando su activismo hasta el día de hoy, atravesaron con dignidad uno de los momentos más difíciles para la militancia popular en la historia de la Argentina: me refiero al ciclo que va de 1989 hasta 1994. Es decir, de la asunción de Menem a la presidencia hasta la Marcha Federal; de la derrota del Sandinismo en Nicaragua hasta la insurgencia zapatista en México; de la caída del Muro de Berlín a las luchas contra la globalización.
El libro repasa y reconstruye el proceso a partir del cual, por fuera del Peronismo Revolucionario, un grupo de jóvenes conforma la agrupación Descamisados, con fuerza en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires (La Boca) y la zona sur del conurbano bonaerense (fundamentalmente Avellaneda) y luego, por fuera del peronismo pero rescatando mucho de sus historias de lucha, nace el Movimiento La Patria Vencerá y Malón (en capital y zona norte y sur del conurbano), entre otros agrupamientos que, junto con Quebracho y Patria Libre, intentan cruzar tradiciones (peronismo y guevarismo), simbologías (estrella de ocho y cinco puntas; banderas rojas y celestes y blancas) y problemáticas diversas (las históricas y las emergentes en el nuevo mundo neoliberal).
A través de algunos lugares emblemáticos puede leerse en este libro la historia argentina en su conjunto. Valga un ejemplo: el Club Dínamo de Avellaneda. Espacio vecinal fundado en 1951, que se llamó “Dínamo y Perón” hasta 1955, cuando la “Revolución libertadora” lo “desperonizó” de prepo y pasó a llamarse Dínamo a secas hasta su cierre definitivo en 1977, en pleno auge del terrorismo de Estado (cierre del club; intento de cierre del ciclo peronista). En el medio, militancias peronistas festejan allí cuando en mayo de 1970 emerge la organización Montoneros ejecutando al dictador Pedro EugenioAramburu y se organizan en 1972 para participar de la Campaña del “Luche y vuelve”.
Resistir y vencer, una narración escrita a cuatro manos y construida con los retazos de un centenar de voces que a veces son protagonistas, y otras veces, hablan de los protagonistas desde los márgenes. Un libro que combina lo mejor del testimonio del periodismo de investigación y trazos de reconstrucción de historias dignas del mejor momento de la literatura del Turco Jorge Asís.