Por Germán Simón
Salamanca: música, capitalismo y cambio social. Entrevista a Edgardo Medina y Martín Zuniga, integrantes del Frente de Músicos Autoconvocados de Córdoba (FreMAC)
¿Cómo se formó el FreMAC, con qué intenciones y qué perspectivas?
Se habrá formado más o menos en noviembre del 2016. La idea fue armar un frente de músicos que planteara las problemáticas que están sufriendo los músicos en Córdoba; sobre todo a la hora de ejercer su trabajo: tocar en vivo, grabaciones, etcétera. Vemos que estamos sufriendo muchos atropellos por parte del sector comercial de la música.
Nos juntamos para tratar de, en un principio, generar políticas contrarias a lo que estaba pasando.
Básicamente, se empezó con la premisa de no pagar para tocar. Muchísimas bandas, sobre todo de rock, estaban teniendo esa cultura de trabajo por la que iban y tenían que pagar para poder ir a un lugar a ejercer su oficio de música. Nos cansamos, cada vez que salíamos a vender entradas teníamos que dárselas al productor: ese tipo de cuestiones nos cansaron. Tal es así que mucha gente dejó de tocar por eso y así fue que decidimos empezar a organizarnos. Primero que nada: cambiar esa premisa para ver si se podía cambiar esa realidad que estábamos viviendo.
En esta columna se ha hablado del tema; los músicos toman el oficio como un hobby y no como lo que son: productores de cultura. En relación al FreMAC y al Sindicato de Músicos Córdoba, ¿cómo están?
El Sindicato nos abre las puertas para poder hacer, por ejemplo, asambleas. El año pasado cuando hicimos los festivales Insurrección, que fueron muy buenos y tocaron muchísimas bandas, el Sindicato nos prestó mucho apoyo económico y de sonido. Tenemos buen acompañamiento con respecto a eso. El Sindicato siempre nos apoyó. Si bien es una organización que se creó para los músicos estables, más que todo, de la Provincia, la Municipalidad, el Teatro San Martín, hay una cuota muy grande de músicos independientes. Este sector es cada vez es más grande y así vamos a tener más voz y voto dentro del Sindicato.
¿Cómo es la relación con los demás músicos? Si bien es un gremio que está muy precarizado, la idea de sentirse laburantes de la cultura no está tan arraigada.
Es complicado, estamos haciendo ese trabajo de "evangelización", de tratar de ponerlos en situación: cuando está tocando una banda, se está haciendo un gasto y se está generando un capital que lo está aprovechando otro. Por ejemplo, tocar en un bar que no tendría gente si no fuera porque hay una banda que está tocando en ese momento. Hay bares, por ejemplos, que si no pudieron programar una banda, ni siquiera abre.
¿Cuál es la relación entre el Sindicato de Músicos Córdoba y estas salas o bares donde se puede tocar? ¿Existe algún tipo de convenio?
El Sindicato se ha empezado a movilizar, sobre todo, cuando nosotros nos acercamos. Nos abrieron las puertas y hemos tenido reuniones para empezar a escribir el convenio. En realidad, son varios convenios porque hay diferentes realidades según los diferentes sectores. Por ejemplo, no es la misma realidad la del músico de rock que la del del folklore o del músico de cuarteto. Si bien todos tienen conflictos, se posicionan en diferentes lugares. Entonces, no podemos encasillar en un mismo convenio a todos los compañeros y las compañeras que trabajan de esto.
Estamos tratando de generar diferentes convenios. Es complicado, tenemos que citar a ambas partes: productores, dueños de locales, etc. y, por ejemplo, a la última reunión que se citó en el Ministerio de Trabajo, fueron sólo dos abogados representantes.
Hablábamos de que el único que se acerca y tiene una mirada positiva sobre la sindicalización de los músicos independientes es, nada más ni nada menos, José Palazzo (empresario de la música en Córdoba).
Es que le ahorramos un problema, él ahora está en el aire en la relación con los músicos que contrata. Si se logra un convenio colectivo de trabajo, quizás lo beneficiamos. Él siempre gana. Es el único que más o menos tiene el sustento como para llevar esto a cabo. Si bien ha sido uno de los que ha precarizado el mundo de la música, con su forma de trabajo desde sus comienzos; hoy en día es el único que tiene la espalda económica suficiente como para poder afrontar que ésta realidad cambie: que haya un convenio, que los músicos puedan ejercer su trabajo y poder cobrar sobre esto.
Aquí no hablamos del músico como alguien que tiene que buscar el éxito, esta cultura MTV: tenés que salir en la tele, en la radio, comprarte una mansión. No estamos promoviendo eso. Sostenemos muchas discusiones con compañeros y compañeras músicas que dicen: si no te conoce nadie, ¿cómo vas a cobrar? El que no nos conozca nadie se origina en esta misma cuestión: la falta de profesionalismo, a raíz de que no se lo identifica como un trabajo, genera una falta de compromiso con tu labor: no importa si me equivoco, no importa si estudio, voy y toco porque me gusta y si tengo que pagar, pago. Eso genera que no haya un circuito comercial que beneficie a los compañeros y compañeras que quieren trabajar de esto.
Recién contabas sobre la falta de profesionalismo y la falta de identificación como trabajadores ¿cómo son las discusiones que llevan adelante con los compañeros que no participan del FreMAC?
Hicimos siete eventos el año pasado, en plazas y en barrios. Una de las ideas del FreMAC era también llevar música a barrios periféricos, por eso hicimos en diferentes plazas algunos eventos. La cuestión era tratar de llevar el mensaje: si había músicos presentes, que se sumaran a ésto que tratamos de lograr, cambiar el paradigma de la música en Córdoba.
Escuchaba lo que suena de cortina: una banda de Córdoba que forma parte de un circuito de músicas y músicos que se comprometen con lo que se está hablando. Con relación a lo que sería la producción de discos, ¿cómo ven el panorama? ¿Y los nuevos circuitos de difusión, que tiene que ver con las redes? Por ejemplo, esta banda tomó mucho vuelo a partir de diferentes canales de Youtube de otras partes del mundo que retoman ciertos estilos o ciertos géneros y arman una gran lista de reproducción con bandas de todo el mundo.
Falta mucho trabajo. En relación a eso, quienes tocan en bandas, forman su producción independiente, ponen mucho empeño, nos falta generar canales alternativos para poder compartir la música con los demás. La banda que mencionas es un ejemplo para nosotros: ellos solos generaron su música autogestivamente y los canales donde se promocionaron; demostraron que sí se puede hacer. Pero falta mucho trabajo en concientizar a la gente. Por ejemplo, ahora estoy tratando de generar un taller de música popular y armado de canciones para que los propios músicos podamos aprender el significado de una canción popular. Muchísimas bandas en Córdoba no tienen canciones con estribillo, por ejemplo. Socialmente, el estribillo es lo que genera que la gente popularmente asimile una canción, la haga propia y la reproduzca. Si no tenes eso, no podes esperar que la gente vaya a verte a los recitales, es complicado pedir el aguante.
Sobre los canales de promoción y difusión, las bandas no los conocen, no saben cómo difundirse, cómo promocionarse. Son cuestiones a trabajar.
Quería preguntarles cómo se relacionan con los espacios alternativos, centros culturales y cómo ven desde hace algunos años la avanzada represiva y estigmatizadora contra estos espacios y contra los artistas callejeros también.
Lo que hicimos con varios centros culturales fueron eventos que organizamos el año pasado. Algo de la función social que tenía el FreMAC era también juntarnos con una organización barrial y compartir la música: lo hicimos dos veces en Barrio Alberdi, en Barrio San Martín con la gente que está tratando de recuperar el lugar donde estaba el penal de San Martín para que no hagan un emprendimiento en ese lugar.
Bregamos por muchas cosas, entre esas, descentralizar la llegada de la música. Sacar la música a la calle.
Recuerdo la experienca (pos Cromañón) de Músicos Unidos por el Rock, que se trataba de eso: tomar un lugar público y activarlo.
¿Tienen pensado seguir haciendo eventos? ¿Los autogestionan ustedes?
Sí, pero menos. Nos autogestionamos. A excepción de un evento que hicimos junto al Museo de la Industria, en Barrio General Paz que nos cedieron lugar, escenario y varias cosas. La idea es seguir haciéndolos.
Por último, retomar una pregunta por varios espacios, sobre todo del rock, que fueron denunciados varias veces por violencia de género y malos tratos no sólo a los músicos y a las músicas sino también al público. ¿Cómo es su posición en relación a estos lugares? ¿Qué hacer ante estas circunstancias: posicionarse, no posicionarse?
Hemos tenido discusiones sobre esto. Básicamente, porque en el FreMAC no tuvimos mucha concurrencia femenina. En relación a estos lugares, siempre tuvimos una perspectiva de repudio. Nos hemos planteado hacer protocolos de género, poner discusiones relacionadas a géneros sobre la mesa, no lo hemos podido terminar de resolver. Son cuestiones que son complicadas por no tener la visión femenina dentro del espacio. Siempre fuimos abiertos a que entren compañeros y compañeras a trabajar en el Frente.
Esas cosas deben ser visibles. El Sonar, que es otra agrupación, ha generado un protocolo de género.
Los espacios de poder siempre fueron ocupados por hombres y es muy difícil cortar con eso. Si bien uno intenta que se sumen compañeras, es complicado.
Es algo para trabajar. Me parece que es algo urgente y que tiene que ver con la participación de las mujeres en la música.
A medida que se tomen medidas que traten de incentivar la participación de una mayor cantidad de mujeres en la música, me parece que también se van a ir acercando de a poco. Hubo mujeres dentro del FreMAC pero fueron muy pocas y dejaron de participar. Es un Frente que está abierto a que participe cualquier persona.