Por Mariano Pacheco
Literatura, cine, filosofía, psicoanálisis y política.
La psicoanalista y docente cordobesa presentó su segundo libro de poemas en la trinchera radiofónica. También habló de sus años de formación y del ciclo de cine que organiza desde hace varios años en la ciudad, y que hoy tiene al intelectual Gabriel Giorgi como comentador del film 120 pulsaciones por minuto, de Robin Campillo.
Se sienta a la mesa y escribe… Aquí Claudia Huergo con "Lobo Alucina", el producto de esa escritura que Borde Perdido Editora sacó a las calles, hace poquitos días, aquí en la ciudad de Córdoba, y que ya se ha presentado y todo, ¿no?
Sí, se presentó el 13 de Junio. Justo ese día coincidió con el pañuelazo y esa vigilia impresionante. Estoy contenta con éste, mi segundo libro publicado (después de Sostener la piel, que salió en 2015 por la misma editorial. Estoy escuchando algunas reververaciones, comentarios o cosas que llegan, que me parece que sucede cuando uno larga algo. Después está la lectura que empieza a moverlo y a revitalizarlo respecto a lo que puede haber sido un proyecto, una idea de una.
Tenemos el libro entre manos, con la contratapa de Eugenia Almeida, aportando un texto bastante poético. Queríamos empezar esta conversación preguntándote como fue tu acercamiento a la escritura y a la literatura, ya que sos psicoanalista de oficio.
En realidad no sabría decir muy bien cómo. Sí tengo presente que la escritura ha estado siempre en distintos momentos cruciales de mi vida: primero en una modalidad más de crónicas o microrrelatos, no tanto de poesía, que empezó en el 2008, cuando comencé la escritura en el blog (que llevo desde ese momento) y me parece que el pasaje a lo poético fue cuando comencé a pensar en una publicación y me puse a trabajar sobre algunos textos y empecé a elegir más las imágenes. Ya en las crónicas y los microrrelatos había algunas imágenes poéticas y me empecé a enamorar más de eso y a buscar darle un lugar. Allí comenzó todo un trabajo, porque la primera escritura que me sale es más al modo de microrrelato o de la crónica, así que después tengo que hacer todo un trabajo de extrañamiento, de borramiento, porque lo que me interesa trasmitir tiene más fuerza en ese registro de lo poético. Respecto a la relación de estas otras prácticas del psicoanálisis, o más de lo académico, al principio, cuando empecé a escribir en este registro, sentí que me interceptaba la escritura académica (que es una escritura más dura) y en realidad después me di cuenta que, lo que pasaba es que estaba quedando fuera de los márgenes de publicación, porque hubo toda una modificación con la entrada de la LES (Ley de Educación Superior). Pensé que era yo, pero no era yo, era el mundo.
Y contra ese mundo se insurrecciona también la literatura, podríamos pensar que la escritura tiene algo que ver con eso, ¿no?
Sí, yo creo que hay ahí una cuestión de cierta insurgencia, inquietud, una molestia mía con respecto a esas formas de transmisión mayoritarias, pensadas un poco para nadie y en ese punto, de pensar la escritura para un devenir minoritario, empecé a enrolarla más en este registro y también a producir, desde lo académico, textos combinados, político-poéticos, que todavía están dando vueltas por algún lado (los amigos de Topía me alojaron por un rato, cada tanto alguien me aloja y después sigue). Yo sigo dando clases en la Universidad, desde que me recibí estoy ahí con la cuestión de la docencia y el laburo con los pibes, tengo un lazo muy importante, es algo que me gusta, y es ir encontrando la forma de mixturar esa cuestión tan dura y tan seca de la idea de la transmisión académica, con cosas que la escritura me fue transformando a mi, me pare que primero es un movimiento así, pensar que la letra, que la escritura nos hace algo, nos transforma, tiene que ver con una experiencia de ese tipo. Así que podría decir que estoy un poco más cómoda, no sintiéndome en falta, como le gusta este sistema hacernos sentir, y también invitando a otros contagios, a otras búsquedas (a los mismos pibes), a pensar que en la literatura, que en la poesía, hay una transmisión respecto al saber del humano que no está en otra parte y que, por lo tanto, tiene que buscarse ahí que es una fuente de conocimiento y de transmisión muy potente.
Hablabas de devenires minoritarios, un concepto que resuena a Gilles Deleuze y Félix Guattari, en boca de una psicoanalista que acaba de publicar un libro de poesías; textos que fueron producidos a partir de crónicas y relatos escritos por una mujer que también da clases en la Universidad... uno puede ver ahí cierto movimiento de heterodoxia respecto de los lugares que se le asignan a quienes estudian psicología y su destino profesional. ¿Qué hubo en tu experiencia de estudiante, en tu formación, en los primeros momentos antes de ser una profesora de la Facultad, una psicoanalista en la clínica? ¿Cómo se produjo eso? ¿Venía más de la adolescencia, hubo cruces con personas que tuvieron que ver en este recorrido? Me gustaría indagar un poco por ese rincón de tu vida.
Siempre tuve como una avidez respecto a leer cualquier cosa. En mi familia no circulaba mucho la literatura (había una enciclopedia Salvat, con suerte) pero, me parece que la marca con relación a la lectura, no tiene solamente que ver con que haya libros de literatura en la infancia o en la vida de uno. Me parece que eran muy importantes los breves contactos que yo tenía con algunas personas, como una vecina que participaba en un Festival de Poesía (en Villa Dolores se hacía un festival de poesía que creo se sigue haciendo) y a mi lo que me alucinaba mucho, era ver una mujer rara que vivía de otra forma, no como las mujeres de mi familia que trabajaban todo el día, cuidaban los chicos, etc. Entonces me parece que para mí, al menos, el tránsito a Córdoba implicó una salida, una fuga que en tanto modos de ser, maneras de ser, eran muy opresivas, aparte toda mi infancia/adolescencia fue en dictadura (en realidad no experimenté mucha diferencia después volviendo al pueblo en democracia). Pero ese primer rato en la Universidad, fue con esa avidez que ya traía y sí tuve algunos profes muy interesantes que me abrieron perspectivas, pero me parece que para mi, básicamente, ese primer rato de la universidad era una fuga de un modo de vida en el pueblo. El agite comenzó después, cuando me recibí y empecé a hacer otras experimentaciones, andar por instituciones, a comenzar a conectar un poco más con la locura que para mi era algo, de algún modo, muy familiar porque en mi familia había locos que vivían con nosotros y eran los que aportaban un poco de aire, un poco de oxígeno a la normalización tan fuerte que se vivía en la casa. Y estas cuestiones en la academia eran muy objetadas, no estaba bien decir que en tu familia había locos o que vos tenías algún tipo de afinidad, digamos, con ese modo de vida, así que durante el tiempo de estudio de la academia, fue algo mucho más silenciado, vergonzoso, algo que no había que decir mucho y que recién en el tránsito por las instituciones empecé a poder encontrar esa sensibilidad común, esa conexión y además pensar que eso era parte de un trabajo, que conectar de ese modo era el trabajo, no otra cosa. Ahí volví a revalorizar algo de mi vida en el pueblo, con estas familiaridades fuera de la normalidad. Después de eso una vez que salí de la casaca que es la formación lacaniana, freudiana, me empecé a encontrar con estas otras lecturas como Deleuze, con el grupo de estudios de Carlos Bergliafa, y ahí creo que empezó la parte más linda porque, de una mixtura, de una mezcla de ninguna exigencia, en torno a pensar que esas estructuras están movidas, atravesadas, rearmadas o dispersas por la experimentación que uno va haciendo.
Quería preguntarte también sobre ese ciclo de cine que ya es un ciclo de culto para determinados sectores aquí en la ciudad de Córdoba, que se hace este año nuevamente y que tiene un episodio importante este jueves
Sí, el ciclo es “Raros somos todos. Lo humano es raro” y este jueves 5 de julio vamos a proyectar la película 120 pulsaciones por minuto y nuestro comentador va a ser Gabriel Giorgi, así que estamos muy contentos, ya que es el segundo año que Gabriel participa como comentador. La idea del ciclo viene como otra de estas afinidades, como dice Amador Fernández Savater, porque necesitamos todo tipo de dispositivos para afinar nuestra sensibilidad hacia lo existente, y el cine creo que es uno de ellos; la literatura también. Entonces, me parece que de algún modo hay una confluencia que se produce, porque lo que nos interesa leer en relación a las películas no es del orden de la crítica cinematográfica tradicional. En realidad yo no sé nada de cine y me tenés que pegar con un palo para que me acuerde el nombre de un director, pero sí encuentro que hay muchas tradiciones y propuestas que formulan traducciones en otro registro de lo que van siendo preguntas que tenemos respecto a los modos de vida, respecto a los movimientos de cierta rebelión, las formas de pensar la normativización extrema, los modos neoliberales y las vías de fuga o los modos de inventar en relación a eso. Entonces todos los años (hace 3 aproximadamente) me tomo una semana y me voy al Festival de Cine de Mar del Plata y veo películas que, a muchas no las encuentro después para proyectar (me embolo mucho con eso) porque justo son películas del circuito independiente, realizadores que están sobre la pista, leyendo sobre cosas similares a las de una, y entonces digo: que mocaso que no circulen. He hablado (suplicado) con productores y no hubo forma. No entiendo cómo, teniendo un posicionamiento político tan fuerte en la obra que realizan, después pueden estar tan tomados por las mismas formas de circulación y de valoración neoliberales.
Para ir finalizando, agradecerte esta presencia, nuevamente, en la trinchera radiofónica y dejarte el espacio para pasar un chivo respecto de una movida que están armando aquí en Córdoba en sintonía con toda la ola verde del feminismo que se viene produciendo en el país...
Sí y fundamentalmente pensando en modos de incidencia para con nuestros senadores, inspiradas también en esta movida que está haciendo Lucrecia Martel en relación a estas cartas abiertas. La movida apareció impulsada por Teresa Andruetto y Eugenia Almeida, que propusieron que nos juntemos trabajadoras cordobesas de la ciencia, la salud y la cultura, coincidiendo en la necesidad de decirle a nuestros senadores que necesitamos esa ley, que necesitamos que ellos puedan salir de esta lógica de juego por el poder que cada vez queda más lejos de lo que está pasando en las calles, en nuestras vidas... así que hemos elaborado un documento público que vamos a leer en un acto de presentación y firma el viernes 29 de Junio en el Museo de Antropología. Después de esta lectura y esta firma, que está dirigida a mujeres y a personas gestantes, el documento va a quedar en el museo hasta el 12 de Julio y también va a circular por las redes para que puedan compartirlo y adherir.