La alianza entre les vecines sin techo y la comunidad mapuche permitió en la Patagonia el nacimiento de Lihuntun Inchin Mapu (Amanecer en mi Tierra) una recuperación de tierras donde se lleva a cabo un proyecto de autonomía y soberanía alimentaria.
Por Clarisa Ferrería
Domingo, media mañana. Por fin logré organizar las cosas para salir con mis hijes rumbo al Barrio Intercultural Lihuntun Inchin Mapu (Amanecer en mi Tierra), a visitar a mi hermano. Agarré el auto por el camino que lleva a Hua Hum, camino de ripio y polvo, mucho polvo. Bosques de roble pellin y amancays a los costados. Pasando medio kilómetro aproximadamente la entrada al camino que lleva a "La Islita" (playa bien conocida para los locales o visitantes), me encuentro con el primer cartel a mi derecha con la bandera mapuche (wenu fuye) y la bandera argentina.
Ahí nomás se abre un camino y entro. Estaciono entre varios autos. Es domingo, día de encuentro en la acción. Donde hay quienes están en la huerta comunal, quienes cocinan el almuerzo que compartirán, quienes ordenan la biblioteca que va creciendo, quienes ponen arte en el mural colectivo que viste ahora el obrador. Y hay quienes aún están construyendo sus casas y se juntan en el galpón a armar estructuras y encadenados para sus hogares y cimientos. Algo que presiento se cuida mucho aquí: los cimientos de lo que llevó a todas estas familias a unirse, a juntar fuerzas para plasmar, manifestar y dar vida a éste sueño.
Apenas llego, mi hermano, Nacho Ferrería, me aclara que “El sentido mapudugun, que es la lengua mapuche, de nuestro nombre como barrio Amanecer en mi Tierra, no es el mi de propiedad, de tierra poseída. No es un mi posesivo, sino un mi de ser parte de la tierra ¿no? Somos parte del territorio”
La experiencia del barrio
¿Cómo y cuándo empieza este proyecto, este sueño, esta idea del barrio?
El proyecto lo que tiene, el barrio, no se puede hablar de cómo nace, sino en sí, de cómo se sueña en todo caso primero, porque el sueño, lo que incluía, es una restitución de tierras, ¿no? Una restitución de tierras a sus legítimos ocupantes, que es el pueblo mapuche, y esto nace como a la par, como una conjunción, de varias luchas, porque todo sueño se lucha para que sea vida, se le mete vida para que la vida cambie. Y esto nace de la necesidad, de la plena necesidad.
Yo soy parte de Vecinos Sin Techo, que es una organización que nació de la necesidad también. Nació por la crisis que después del 2000, 2001 encontró a muchísima gente en emergencia habitacional con necesidad de vivienda, acá en San Martín de los Andes. Y como una realidad muy común en todo el país. Acá la tierra es carísima, fue mucho más cara cuando se disparó todo en el 2001 y desde el pueblo laburante se volvió inaccesible y parte de todo eso fue lo que nos fue encontrando en la necesidad, en la calle, porque fue así, como la necesidad se sintió y nos encontró en demanda de un cambio y esa demanda se transformó en organización y en propuesta. Ahí nace “Vecinos Sin Techo, por una vivienda digna”.
Nosotros peleamos y nos encontró en esa lucha aliados al pueblo mapuche, a la comunidad mapuche Curruinca en particular y peleando por la oportunidad real de venir por este territorio que es un territorio que sería lindante al territorio reconocido hasta ese entonces por el estado de la comunidad.
Y eso fue eso en el 2011, conseguimos que se promulgue la ley, que se haga una media sanción en el 2010, otra media sanción en el 2011 en el Congreso de la Nación y finalmente promulgada en diciembre de 2011. Entonces eso es parte de lo que demandó. Demandó no sólo todos los acuerdos previos entre estas dos partes que somos comunidad y vecinos sino en conjunto con parques nacionales, con la municipalidad y la Confederación Mapuche Neuquina que es la organización que nuclea a todas las comunidades mapuches de Neuquén. Y desde ese espacio que es la mesa política se armó y se acordó. Fue el espacio de gestión del territorio con una participación democrática de las organizaciones.
¿Y en este momento cuanta gente forma parte de Vecinos sin Techo?
No sé cuántos socios seremos… Seremos 150 familias y en participación activa habrá 100 familias. Como toda organización social es dinámica. Hubo momentos donde fuimos 600 familias. El Barrio Intercultural cuando se abrió la inscripción entre 2009, 2010 hubo 400 y pico de familias inscriptas para la cual se abrieron 2 etapas, una de 250 para esta primera parte del territorio y otra que no sabemos cuanta, pero en otra parte. El territorio del barrio quedó distribuido en una porción de 50 has y una de 27 has. Y eso, la realidad es que de la cantidad de familias que se anotan que ven el barrio como una posibilidad, la realidad es que el proyecto es participativo y hay que meterle el cuerpo, hay que meterle cabeza y finalmente todito… alma… familia… Entonces la dimensión de la elección del barrio uno lo conoce metiendo ambas patas y después o se queda o sale. Entonces es un proyecto que se elige no es un proyecto obligado por nadie sino que se elige y se elige metiéndose o retirándose y es eso, actualmente somos 150 familias, entre las que estamos ya viviendo, que somos más de 40, y las que están participando para llegar a su casa, ¿no?
Un proceso diferente
¿Y como fue el proceso?
Pasa que son momentos diferentes los desafíos primarios fueron la organización, el organizarnos… el buscar los consensos, el buscar como una mecánica de construcción. Y después desde esa capacidad de organización y de lucha fue... los acuerdos se iban transformando en propuestas, no en reclamos necesariamente, el reclamo era que se atienda la propuesta en todo caso, buscar como incidir como para tener una respuesta real a lo que se proponía. No nos quedamos esperando a que se decida hacer lo que querían hacer los políticos sino que a los políticos fue como un empujarlos permanentemente a que hagan lo que el pueblo necesitaba. Hay gobiernos que la atendieron, hay gobiernos que la desconocieron totalmente, lo que hicieron fue nada. Y se peleó por una solución colectiva, no individual y que esa solución colectiva incluía no sólo a los que se nuclearon bajo Vecinos sin Techo, sino como una política pública para todas y todos, y eso esa pelear por la vigencia de un derecho. Entonces rompe con el clientelismo por parte del estado, por parte de los partidos políticos donde la vivienda era una prenda más en la repartija electoral. Todos los planes sociales de vivienda, históricamente, no solamente acá en San Martin, Neuquén, Argentina, sino en el mundo son proyectados marginalmente, totalmente en las periferias, donde después se benefician todos los privados que quedan en el medio que cuando se surten servicios a los barrios sociales, los emprendimientos privados capitalizan esas inversiones y los barrios sociales generalmente no son pensados por la gente sino por los estados como soluciones no integrales, sino simplemente de vivienda, pero sin servicios, sin escuela, sin transporte, sin cómo abastecerse o como trabajar en el lugar. Entonces terminan siendo barrios dormitorios, barrios más marginales de lo que eran. Juntar la urgencia lo que hace es producir permanentemente emergencias más profundas que antes y después la estigmatización de que los barrios sociales son barrios conflictivos. Porque históricamente fueron barrios de marginación. Y este lo fuimos peleando distinto. Es un barrio que está a media hora caminando del centro y es un barrio en el bosque, con arroyo...y en ese sentido entendemos que eso forma parte del buen vivir, de pelear por una vida digna, una vida colectivamente, socialmente digna, por una convivencia distinta entre nosotros. Que no queremos juntarnos para vivir mal, sino para ese buen vivir, que es un desafío a poder echar en vida lo que nuestras almas la traen como sueños, ¿no? Nos la muestran como sueños, pero no sabemos cómo se vive, entonces es un aprendizaje que necesariamente es colectivo. Uno puede ser autogestivo, autosuficiente y no necesitar a nadie como una gran mentira en donde acá nos necesitamos, como reconocer ese `nos´ necesitamos, interdependemos de nosotros, de todos nuestros conocimientos, de nuestra diversidad, de exponer en valor la diversidad. La diversidad que traemos como experiencias de vida, la diversidad que traemos como identidades culturales. El pueblo mapuche en este territorio ha vivido durante miles de años y a mantenido el territorio en armonía, esa relación durante miles de años.
Si parte de este orden maldito que venimos como civilización imponiendo, si este territorio se ha ido corrompiendo fue por este mal vivir que nos proponemos explotándonos a nosotros mismos. Y no por idealizar a ningún pueblo, ¿no? Porque cada pueblo ha tenido sus conflictos, sus aprendizajes… Pero entendiendo que hay como pautas, que la única lógica que las establece, es la lógica de la vida, que nos indica, ¿no? Si uno está atento a eso, como única lógica ordenadora, como se puede. Si pensamos que en un metro caben 10 personas no se puede vivir. Si vamos buscando estas formas de concentrarnos menos en el territorio, en dispersarnos más, en cada uno, cada una tener su lugarcito donde poder trabajar la tierra, donde poder trabajarla individual o grupalmente… todas estas dimensiones también ocurren y eso fue parte de este buen vivir del que hablamos que rompía con estos otros intereses, que nos seguían sometiendo a esta lógica que no era de la vida sino del mercado. Y acá la particularidad es esto: que este territorio al ser restituido a la comunidad mapuche Curruinca es un territorio comunitario. Para los pueblos originarios rige una ley que no está plenamente llevada a cabo que tiene que ver con la propiedad comunitaria. Que para los pueblos indígenas es un derecho consagrado en los pactos internacionales, reconocido con carácter constitucional en la constitución, ¿no? Y en la constitución también de la provincia de Neuquén. Y acá en San Martín de los Andes, también, con la lucha de todo este barrio se logró la declaración de municipio intercultural, con todo el reconocimiento a la pre existencia y a todos los caracteres, el derecho indígena reconocido en provincia y nación e internacionalmente. Es una propiedad que no se puede vender, no está en el mercado, no se puede fraccionar y es libre de prenda o embargo, entonces no se puede ni hipotecar, ni está sujeta a ninguna posible deuda que enajene la propiedad. Entonces cambia la concepción de propiedad como la conocemos, no somos dueños de esto somos parte del territorio, nuestra vida está sujeta a ese territorio. Porque más allá de la voluntad de algunas, algunos o de los que se les ocurra especular con la tierra o con la vivienda, acá no se puede, no se puede vender. Ni siquiera si la comunidad entera quisiera venderla, no puede. Y no se puede fraccionar el territorio.
¿Están ahora con algún proyecto productivo así como grupo, como comunidad?
Como proyecto productivo, la primera producción que encaramos colectivamente es la producción de un vivir colectivo, entonces ir pensando el territorio de cómo lo ocupamos. Y entonces es esto, el primer proyecto productivo fue producción del barrio. El volver realidad el barrio. Entonces es integral, es como muy amplio, entonces cada paso fue conflictivo también. Donde y como se ocupa, está en parte determinado por que nosotros no modificamos la naturaleza, sino la naturaleza nos condiciona a nosotros, el proyecto se adapta a la naturaleza y no al revés entonces fuimos reconociendo los claros de bosque, esta es una zona de pastoreo desde 1946 por los caballos del ejército y entonces hay zonas más intervenidas que otras. Una huerta comunitaria, entonces, por lo primero que fuimos, fue a la par de construir un espacio donde juntarnos cuando se venía el mal tiempo… o el tiempo frío seria. No por malo, sino por frío o lluvioso, o nevoso… fuimos por agua, a por agua para la huerta. Mientras desde el año 2012 se fue generando el espacio de huerta a la par de ir construyendo un espacio comunitario. Entonces lo primero fue la huerta, después la realidad concreta de la urbanización, si se quiere, con las calles, todas las mensuras, la proyección de la mensura al llevarla del plano al territorio la fuimos haciendo nosotros y eso, la demarcación la apertura de calles y sitios para las casas y a la par también ahí, antes de habitar apareció otro proyecto productivo que era la apicultura, la miel, ¿no? Las abejas y no solo la miel, sino todo lo que ellas elaboran y eso también es un proyecto productivo como en marcha desde hace cuatro años y medio.
La producción del apiario, el acuerdo que hay hasta ahora, es de abastecimiento al propio barrio. De producción de alimento acá en el barrio. Entonces siempre hay como un reclamo de quien viene y conoce de querer llevarse algo de miel y le convidamos pero no… la idea no es llevarse, sino tener producción de miel acá en el territorio. También como modelo, como desafío de modelo de gestión del territorio, ¿no? Que cada territorio tenga sus propias producciones y después vemos, pero no por el hecho de generar plata, sino por el hecho de generar alimento. Entonces eso es como parte de la historia. Si el alimento se va para afuera lo que a quedar acá adentro es plata. Nosotros lo que buscamos es la soberanía alimentaria como parte de estos valores también y eso se da generando alimento. Los recursos económicos, en todo caso se pelean por otro lado o a la par de esto, esto también genera recursos y genera capacidades adentro y despierta otras necesidades pero la significación que le damos es de producción de alimento y ese alimento, no verlo después como un accidente, sino que de repente cuando ya logremos el abastecimiento, que produzcamos tanto como lo que se consume acá en el barrio de miel, ese excedente, será un excedente ya no de miel, sino de trabajo. Entonces ese trabajo habrá que destinarlo a otra cosa para producir otros abastecimientos. Eso es parte de algo que se va acordando, pero son discusiones, porque en cada momento también las oportunidades y las necesidades cambian, nuestras cabezas van cambiando también, entonces podemos pactar nuevas cosas. Por ahora, esos son los acuerdos.
Tiempos de Pandemia
¿Y cómo viven en este momento la cuarentena?
Como se vive este momento de cuarentena como respuesta a la pandemia que se viene agitando a nivel mundial y nacional. Lo que hubo fue un acatamiento de los colectivos hacia las directrices que determinaba la suspensión de los encuentros, de quedarse en las casas. Nosotros tenemos una dinámica de reuniones casi permanente y encuentros en laburos comunitarios todas las semanas. Entonces estas jornadas están suspendidas. La mayoría de les vecines estamos en las casas como la mayoría de la gente fuera del barrio. Justo se sale de la temporada de verano que es de mucho laburo, por el turismo y más allá de los estatales, que son algunos en el barrio pero la mayoría somos independientes o empleados del sector privado. Lo que hay con esto es una suspensión de la dimensión colectiva de esto de no encontrarnos a nivel comunitario, si el barrio tiene manzanas que son agrupamientos circulares de las casas, ahí si hay encuentros, estamos preparando lo que que guardarnos pal invierno, juntar leña, acondicionar las casas, que este otoño nos tocó de buen clima, con sol, todavía temperaturas lindas, en eso se sigue trabajando.
Las casas con más afinidad conservamos el contacto de siempre y estamos vinculándonos, colaborando, y después cada familia en su propia dimensión. No hubo mayores conflictos ni problemas, estamos en este punto como fortalecidos desde lo colectivo, los que estamos al pie del cañón estamos cansados, y en ese sentido esta bueno parar, como suele suceder en el otoño. El encuentro es distinto. Esta bueno pensar en cada tanto tener estos parates como experiencia. Darnos un par de semanitas para que cada uno atienda lo propio. Así como no hubo mayores actividades comunitarias, más allá de estar en alerta, comunicados, organizados, entre los vecinos, por las redes, por teléfono. Hubo preparativos previos cuando vimos que se venía la epidemia, gente que tenía la oportunidad de poner en común conocimientos, lo pusimos en juego, tanto para hacer jarabe de sauco, que es un antiviral que nos prepara siempre para las gripes, y entendiendo que esto es una gripe más, un virus. Esto lo hacemos todos los otoños. Se puso en común la preparación de aceite ratero, que es un aceite preventivo, antiviral que se usaba en la época de las pestes en Europa, y acá los preparamos y lo pusimos a disposición. Hubo esos trabajos preventivos previos a la instalación de la cuarentena. A contramano de las grandes ciudades acá se vive tranquilo, se puede salir a caminar, ir al arroyo, a juntar leña por el monte, entonces eso se está dando por ahora agradable porque el clima lo permite. Se vive bien.
La comunidad ha puesto en común conocimientos de lahuenes, fuerzas que nos sanan, nos mantienen en equilibrio,fue un disponernos entre todos de estar a disposición del resto, nuestros saberes a disposición de todos. Consecuencias del proceso natural que venimos llevando.