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Charlas del Monte XLXIV - Existo, mientras tanto pienso.


Texto: Tomás Astelarra

Dibujo: Nico Mezquita


“La pandemia del virus Covid-19 ha desencadenado una crisis global que trasciende largamente el sistema sanitario y afecta a toda la humanidad. Es claro también que no es una crisis aislada sino que es parte de una crisis ambiental y civilizatoria más profunda, más duradera y más difícil de superar. Una situación que nos plantea una encrucijada histórica y por lo tanto una oportunidad: seguir por el mismo camino o cambiar de rumbo.

El cambio climático global, el deterioro acelerado de la biodiversidad, la creciente desigualdad social y la concentración de la riqueza dentro y entre países, son todos síntomas de un mismo proceso subyacente, el modelo predominante de apropiación de la naturaleza y de relación al interior de las sociedades.

Esta crisis sanitaria ha creado un espacio para reflexionar. Para ver más claras algunas características y consecuencias del modelo, para identificar algunas cosas que creíamos imprescindibles y no lo son tanto y también algunas otras que, habiendo sido relegadas, resurgen como esenciales e innegociables. Por ello, no hay que volver a la “normalidad pre-pandemia”, ya que representa una situación ambiental insostenible y socialmente injusta”.


Documento público de miembros del CONICET y de la Universidad Nacional de Córdoba,


No sé en que rapto de arrojo o iluminación me levanto bien temprano. Calculo que será por las noticias orales de que a partir de mañana viene un frío de cagarse. Seguramente mañana me será imposible escapar de la montaña de frazadas del colchón vasco hasta que el sol empiece a calentar en serio. Pero es tan bonito y esperanzador verlo asomarse tímidamente sobre el apu Champaquí deslizando su luz por la ladera de la oscura montaña...que a veces hasta me banco el frío.


Prendo el fuego en la oscuridad pa calentarme un poco y pongo en la ollita de tiznes inenarrables los yuyos que me recomendó mi brujita de cabecera pa dejar de fumar. Me lavo los dientes con la pasta que generosamente me brinda mi amigo chamán de la cosmética natural y de corrido un mix anti catarro de arrope de chañar, propóleo y una tintura de equinácea que me recomendó pa las defensas mi reikista y cumpa de proyecto de la economía social.

Una vez, mi hermano, que vive en California y se dedica a la sanación, me recomendó bañarme con agua fría y hacer un fuego. “Eso es lo que hago todos los días”, le respondí. Exprimo unas naranjas orgánicas pensando en el concepto de soberanía sanitaria y recuerdo a mi padre indignado hace veinte años porque no tenía prepaga ni obra social. Parece que todavía no me morí. En lo que es la medicina y ciencia oficial positivista o dizque hegemónica (donde valerosos científiques como Andrés Carrasco o los arriba firmantes luchan cual quijotes contra el pensamiento único) soy, como en otros ámbitos, un marginal voluntario. Solo voy a la farmacia a pagar el celular y comprar una o dos veces al año un calmante para el dolor de muelas. Cuando el dolor es muy fuerte. Sino con propóleo o plata coloidal se calma. Al dispensario solo fui a hacerme el chequeo para el registro de conducir y hace años no entro a un hospital público, salvo por causas ajenas. Ya conseguí una dentista naturista.


Mi brujita de cabecera estuvo en un congreso en Quito, Ecuador, donde se trataban de compartir las visiones de les médiques alopátiques y les mediques naturistas. Alguien dijo: “porque ustedes los médicos alternativos…”. “Disculpame”, dijo mi brujita de cabecera, que se guía por las enseñanzas de las curanderas andinas de Bolivia, “pero la medicina que yo practico tiene miles de años, la tuya no llega a un par de siglos”. En las pueblas de Amérika el médico tradicional es el taita, o yatiri, o machi. Desde el altiplano via wup, cuando le pregunto a un dirigente social como se la están arreglando sanitariamente con la pandemia del coronavirus, me cuenta que el gobierno no sirve para nada, pero que ahí andan las brujitas recetando yuyos. Y que aquellos compañeros en la ciudad que no pueden acceder a la madres sanadoras del campo se curan con dióxido de cloro.


En Argentina parece que en no sé donde se murió un pibe supuestamente por tomar el dióxido de cloro. Seguro que hay un montón de niñes que mueren en los hospitales por mala praxis, o por abortos clandestinos, de hambre o ingesta de bazuko, de un tiro de la policía o algún narco pal que trabajan, en los campos rociados de glifosato, o se malforman por el mal alimento y las pruebas que los laboratorios multinacionales hacen sobre elles. Todo en pos de una ganancia criminal que es la misma que sostiene los medios de comunicación para los que este niño en particular es noticia. Los mismos medios que después hablan maravillas del aceite de cannabis y en las ferias les jipis tenemos que bancarnos cientos de viejes vinagres clase medieros para quienes antes éramos unos fumones, vagos, anarcoterroristas, y ahora resulta que somos la salvación para el cáncer, la gota, el alemán alzeimer y otras curiosidades de la vida moderna. Por suerte prontamente el hijo de Morales está haciendo monocultivo transgénicos de marihuana y va a terminar vendiéndole a Monsanto-Bayer los frasquitos de un líquido que no va a hacer aceite ni cannabis y la gente se va a seguir enfermando para que elles sigan engrosando las ganancias. "No hay que avivar giles", dice el Jipi Matías.


Cuestión de métodos (¿los mejores los únicos...?)


Yo no soy anticuarentena porque elegí un territorio donde el bicho mucho no me afecta. Ahora que lo pienso no se si con bicho me refiero al coronavirus, el capitalismo, las fuerzas de represión del estado, la antenas de telefonía celular o la soja en sangre. Me refiero a un territorio geográfico y corporal de libertad individual, soberanía alimentaria y sanitaria, autogestión y comunidad, bien común, ayuda mutua, y de yapa, unos manguitos del gobierno. Pero entiendo que halla gente desesperada porque este sistema se valla a la mierda, ya sea de cualquier lado de la grieta. Entiendo que hay que bancar a Les Fernández porque son la mejor opción. Por eso no soy anticuarentena. Porque banco este mal gobierno un 37,5%. También no soy anticuarentena porque a pesar de mi nacimiento y privilegios aprendí en las calles y caminos marginales de nuestra Amérika el oficio de deslizarme como sombra entre la sumatoria de restricciones a las libertades individuales que siempre existieron. Para algunes privilegiades la cuarentena suma 15 restricciones a una lista que ya tenían de 20. Ponele. Pa la mayoría de las pueblas esas 15 restricciones se suman a 235 que ya tenían. No mueven la balanza. Y encima saben como organizar la solidaridad. Ya sea pa las ollas populares o tumbar un mal gobierno, como en Bolivia. Si vamos a salir a la calle a protestar que sea por otra cosa más importante que esta cuestión de la cuarentena. Que sea por nuestros muertos de gatillo fácil, por la falta de agua, por la contaminación de los rios, por la quema del Delta pa arrasar humedales pa poner chanchos transgénicos de exportación a China, ¿pa cuando una movilización pa que le pongan cuarentena al desmonte o la minería? “Lo peor es que si Juancito Grabois o el barba Pérsico pegan un chiflido, la cantidad de gente que van a ver estos chetos en la calle va a ser de no creer. Y los medios no van a poder mentir que son dos gatos locos de la misma manera que ahora mienten que dos gatos locos son una "masiva movilización". Imagináte: No a los chanchos chinos, la minería y el desmonte, la violencia institucional y de género. Aguante la expropiación de Vicentín, Edesur y las Autopistas del Sol, el impuesto a los ricos y Plan San Martín”, se emociona el Mezquita. “Porque además a nosotres nos cae la represión y no la bancamos. Con gobierno propio y opositor. A elles no le cae la represión. Pero les llega a caer, se vuelven llorando a sus casas”, agrega mientras me manda un cartelito ese de los que circulan por redes que dice: “Paren de prohibir tanto porque no alcanzo a desobedecer todo”.


Como todavía me da un poco de fiaca ir a buscar la carretilla del vecino para juntar leña y tierra de abono para las plantas me pongo unos videos de youtube en la tatusera wi fi mientras enciendo romero, me tomo el té de yuyos y la gata se acurruca en mi regazo. Como es miércoles, miro el programa de este muchacho urbanita progresista que habla en la tele los martes a la noche y a mi me gustan muchas de las cosas que dice. Ta con lo de la marcha del lunes. No puedo terminar de verlo. Sus argumentos y análisis me indignan y demuestran que, por más que me cae bien su denuncia de las grandes empresas y el sistema financiero, su visión progresista es patética. A mi humilde entender, su fe en la ciencia positivista y su adicción al netflix y otras comodidades urbanocapitalistas le han nublado la inteligencia con la misma intensidad o medicina de esos sectores clase media que portan banderas de dos míseros colores claritos en un mensaje ciertamente incoherente y desordenado y que parecería tener como único y sutil mensaje aglutinador la rabia contra una señora cheta que tuvo la maldita ocurrencia de ponerle los puntos y restarle un 13,5% de sus ganancias a las grandes empresas para repartir un poquito entre la negrada. Todo orquestado por los dueños del poder, ese 1% que no solo vive como nosotros no podemos vivir, sino que además no nos deja vivir (por no decir que nos asesinan). Eso tipos (y tipas) han montado pantallitas como esta para convencer a esa gente que la incomodidad o mal que acarrean es responsabilidad del peronismo o la yegua esta de Cristina y no del sistema capitalista que naufraga en una crisis civilizatoria sin precedentes que sostiene esas pantallitas que en el reverso de las horas que perdemos intentando entenderlas sostienen una planilla de excell con millonarias ganancias que estos tipos y tipas del 1% reinvierten en financiar todo tipo de proyectos de muerte.


El periodista progre positivista junto a su compañera de programa buscan lazos comunes entre las protestas anticuarentena de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, Nueva York, Madrid y alguna ciudad de Alemania. Miles de urbanitas que si los llegas a trasnpolar a mi tatusera mueren de angustia. Por ellos y por mí, que no sabrán en que momento tuve la desgracia de caerme de mi cuna de oro y estrellarme de esta manera poco decorosa contra el poderoso suelo de la Madre Tierra para perder completamente el sentido y la conciencia, y decidir vivir de esta manera. Yo no los entiendo. Ellos no me entienden. Civilización o Barbarie. Solo que ahora, en tiempos de pachakuti, es evidente que su civilización se parece más a una barbarie y mi barbarie es una tibia esperanza de que algún día, de alguna manera, si zafamos del suicidio colectivo como humanidad, podamos generar una nueva civilización. Dicen que va a ser parecida a la que tenían los pueblos originarios. Esos con los que Sarmiento pobló la pampa de sangre para repartirle la tierra a los mismos que ahora venden soja, armas y vacunas (drogas) con ayuda de Bill Gates..


Si bien ya me lo había contado un ancestro kamiare en una toma de ayahuasca, mi amiga Peni me recuerda que hay estudios antropológicos y geológicos que dicen que este territorio, en sus buenas épocas, era un vergel inmenso donde había yaguaretés y miles de animales y plantas. Y algunos seres que eran reconocidos en todo el territorio de la Abya Yala por su abundancia y hospitalidad. Una especie de territorio medicina donde las pueblas que se sentían aquejadas por alguna guerra o sequía podían venir a refugiarse. Algo así estábamos planteando en una reunión clandestina de organizaciones sociales al observar que, más allá de la especulación inmobiliaria, iban a ser muchísimas las gentes que luego de esta pandemia iban a huir de las ciudades igual que hicimos nosotros hace muchos años. Brindarles nuestra capacidad de tejer alimento, comunidad, esperanza, medicina, pero sobre todo la enseñanza de que es imposible huir de una ciudad construyendo una nueva.


Sobredosis de TV (wup, instragram, netflix, twiter...)


Los periodistas urbanitas analizan las protestas anticuarentenas (de una supuesta nueva derecha “desdemocratizadora”) bajo cuatro características. Son anti ciencia y denuncian a Bill Gates. Coincido. Son machistas patriarcales. No coincido. Defienden a la policía y la represión. No coincido. Dicen que la cuarentena es utilizada para recortar libertades individuales. Coincido. El periodista urbanita adicto al netflix dice que todo esto sería “oscurantismo en todos los planos". "Es medieval”, insiste. No coincido. Bueno, habría que ver. Porque parece que la Edad Media no era tan oscura. Oscuro fue el proceso de la instalación del patriarcado a través de la quema de brujas, del estado nación para suplantar las comunas libres, del mercantilismo y el sistema financiero de la familia Rotschild. Igual que no coincido cuando describe lacrimoginamente a una decena de papachos bolivianos viajando en la parte de atrás de un camión. No entiendo como no entiende que no todes podemos vivir como vive él al mismo tiempo. Que se indigne porque les niñes pobres de la villa no tienen celular como si hubiera capacidad física de darles el nivel de tecnología que el consume. Que denuncie la desigualdad y explotación de Ledesma, la estafa narco de Vicentín, que hable de impugnar la deuda, pero no cuestione el negocio farmacéutico de esos mismos dueños del mundo. No entiendo como no se da cuenta que más allá de lo valiente de muchos de sus cuestionamientos que hace, sigue siendo un esclavo privilegiado y cómplice del sistema. Que sus ingresos y por ende consumos vienen de las empresas que están generando esta crísis civilizatoria. De las formas que están generando esta crisis civilizatoria. Que pensar que se puede conseguir una igualdad social donde todos vivan como él, es un poco de boludo.


Entonces: ¿Toy mitad de acuerdo con las marchas anticuarentena y mitad de acuerdo con el periodista progre adicto al netflix que tanto me gusta pero ahora me doy cuenta que es medio boludo? Quizás soy, como dicen las cumpas zapatistas, la propia grieta del sistema. Como la crisis del 2001 pero más grande. Porque resulta que para los “demócratas” eso fue el “caos” y la falta de "institucionalidad". Pero para muches de nosotres fue la escuela en la que aprendimos a crear otras institucionalidades, otros órdenes, otras democracias, otros mundos posibles. Quizá no me caí de mi cuna de oro de jeta contra el planeta (madre tierra, pachamama) para estar en un oscuro hueco ligado a las incivilizadas enseñanzas y recuerdos inconscientes de las pueblas originarias (esas que ponderaba San Martín). Quizá ese hueco oscuro es luz y refugio para tanta locura intelectual de un mundo que evidentemente se cae a pedazos. Acá los esperamos. Nosotres ya estamos en el suelo (tierra, pachamama).


Creo que ya junté fuerzas pa buscar la carretilla y dedicarme a otra cosa. Existo, mientras tanto a veces pienso. Nadie me enseñó como agarrar la pala.


Aclaración o Advertencia: Por si no se dieron estas charlas, relatos, columnas, son ficción. Ciencia Ficción Jipi. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.

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