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Un nuevo tinku de los movimientos sociales en Bolivia

En Argentina, la Delegación Argentina en Solidaridad con el Pueblo Boliviano comenzó a alertar sobre la situación en el vecino país. Con amplios bloqueos en diversos territorios, se intensifica la represión de grupos paramilitares.

Por Tomás Astelarra

Fotos: Neymar Acuña


Estamos en el tiempo del Pachakuti, las piedras van a revelar cosas insospechadas y los ríos volverán a cantar

-Felipe Quispe.


La Cámara Federal de Córdoba, donde se tramita la denuncia por las violaciones a los derechos humanos en Bolivia tras el golpe de estado del año pasado, aceptó como “amicus curiae” a Nora Cortiñas y una serie de organizaciones de derechos humanos de Argentina. En paralelo, centenares de bloqueos en todos los territorios del hermano país comienzan a mostrar nuevamente el descontento y carácter insurreccional de las bases populares, con una fuerte represión y hostigamiento de las fuerzas armadas y grupos paramilitares ligados al gobierno, como la Unión Juvenil Cruceñista o Resistencia Cochala. El entramado mediático vuelve a confundir. Las movilizaciones y bloqueos exigen el llamado a elecciones y la atención a la población en medio de la crisis sanitaria provocada por el Covid 19.

“Hoy el país está paralizado con bloqueos en los nueve departamentos, en las carreteras troncales, pero también ha habido represión por grupos irregulares organizados por el gobierno de facto. Hay muertos y muchos heridos. Hemos buscado el diálogo con el tribunal electoral pero no hay disposición. Hoy nuestras peticiones son la garantía de elecciones seguras. Solo hay iniciativas para despistar, pero el pueblo no cree en falsas propuestas. Tampoco hay respuestas en cuanto a políticas sociales para la salud. No hay respiradores, no hay medicamentos, no hay equipos de bioseguridad para luchar con esta pandemia. Simplemente son campañas baratas, pero los hospitales están siendo colapsados. Simplemente son palabras, mientras hacen actos de corrupción y privatizan empresas estatales. La única opción que le queda al pueblo es movilizarnos. Porque si nos quedamos en casa vamos a morir de hambre o de coronavirus. Queremos un gobierno legítimamente elegido por el pueblo, sea cual sea, para que nos solucione este problema”, relata desde el Altiplano Neymar Acuña, parte de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). Y aclara: “Ahora esto ya no es político partidario, sino es la unificación de varios sectores que en su momento hasta eran críticos del Movimiento al Socialismo (MAS). Hoy se suman a la movilización, tal es el caso del malku Felipe Quispe y otros sectores. Se está generando una unidad popular natural de todos los sectores sociales contra el gobierno, igual que en la guerra del gas”.


“Después de un momento de desconcierto y dispersión en el MAS como consecuencia de la persecución de los líderes populares, lo que se ha venido gestando es una reorganización, un retorno a la bases del MAS. Un ejemplo claro de esto es la elección de los candidatos a la presidencia. Si bien se trató de decidir en Buenos Aires, donde está Evo Morales, también en Bolivia las reuniones de las organizaciones tuvieron un papel fundamental en la elección de David Choquehuanca. Ha habido una suerte de tensión entre el entorno de Evo y las organizaciones que han retomado mucha de la iniciativa. Ahora en las movilizaciones se van a encontrar antiguos líderes campesinos como Felipe Quispe. Ese es un punto importante. El retorno a las bases, que no necesariamente responden a la dirigencia del MAS. No hay una línea de mando. Es un momento de reorganización del campo popular”, aclara Eduardo Paz González ex director del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de la Vicepresidencia de la Nación.


Los ritmos del Pachakuti


La mención de Felipe Quispe no es menor. Bolivia siempre ha sido un pueblo levantisco e insurreccional desde los tiempos de Tupak Katari y Bartolina Sisa a la mitad del siglo pasado cuando el presidente Gualberto Villarroel fue colgado en la Plaza Murillo luego de ser raptado por hordas populares del Palacio del Quemado (la casa de gobierno, llamada así por las numerosas veces que fue incendiada en el siglo XIX). A sus 78 años, el malku (que además de traducirse como cóndor es un puesto de liderazgo político) es historia viva del largo proceso de luchas populares indígenas de las que el gobierno del Evo Morales es solo la punta del iceberg. Criado políticamente en los setentas con el surgimiento de la CSUTCB y el katarismo (movimiento político que reivindicó la historia de levantamientos indígenas sobre el marxismo europeo), en los ochentas integró el último bastión de resistencia al neoliberalismo desde la guerrilla Tupak Katari, junto a Álvaro García Linera. En 1986, la represión de la Marcha por la Vida y por la Paz que buscaba impedir el despido de 20 mil mineros marcó el fin de la agenda de los movimientos sociales frente a un gobierno neoliberal liderado por Víctor Paz Estenssoro, especie de Perón andino que volvió en los ochentas para implementar el Consenso de Washington. Luego de un exilio en la cárcel, Felipe Quispe sería una pieza fundamental para tumbar al heredero de Estenssoro, Gonzalo Sánchez de Losada, durante la Guerra del Gas, a principios de este siglo. De esta larga e histórica reconfiguración de las relaciones de poder entre los movimientos campesinos e indígenas y la derecha empresaria, surge la presidencia del Evo Morales. Presidencia que se pone en juego durante la casi guerra civil de la Media Luna en 2008 y que solo puede ser sorteada gracias a la movilización popular y dentro del marco del Pacto de Unidad, la alianza de movimientos sociales que permitió al MAS gobernar durante sus primeros años a pesar de la injerencia de los Estados Unidos y las empresas multinacionales.


“Las raíces del golpe de estado del año pasado sin duda tiene varios elementos, en primer lugar entregar recursos naturales como el gas y el litio a grandes multinacionales como Petrobras y Tesla, que en este momento se están moviendo activamente para poder consolidar algunos contratos con el gobierno. Pero esto no tiene posibilidad de consolidarse en la medida que el futuro del gobierno de Añez es muy limitado. Hay un intento geopolítico del imperialismo de consolidar su presencia en el patio trasero. Sin embargo el hecho del gobierno argentino o mexicano, con claras posiciones latinoamericanistas, junto a Cuba, Venezuela y Nicaragua, va a ser reforzada por el gobierno del MAS después de las elecciones”, vuelve al presente el sociólogo Eduardo Paz Rada “Ya se ha llegado al límite. En este momento Bolivia vive una situación de convulsión social en todo el país. Y el gobierno ya no tiene la posibilidad de movilizar al ejército y la policía, que han señalado que el gobierno debe encarar un diálogo para encontrar la solución. Las fuerzas de represión están muy agotadas y dan señales que no pueden apoyar más este gobierno débil”, aclara.


“En un primero momento, el gobierno transitorio pensó que la crisis sanitaria podía servirles como escenario para prolongarse en el poder, sin embargo lo que se ha evidenciado es un especie de desgobierno que ha sido cuestionado por todos los frentes: la derecha más recalcitrante, los movimientos populares y las clases medias que ya ven que no se trata de un proceso de transición, sino una restauración conservadora con amplios casos de corrupción y un fuerte apoyo en las fuerzas armadas y no en los sectores de clases medias. La palabra que mejor resume el gobierno de Jeanine Añez es desastre. Y dentro del gobierno eso se siente. Mientras los 14 años de gobierno del MAS habían sido de relativa tranquilidad y pujanza, en estos momentos tenemos la peor situación de crisis sanitaria y un gobierno sin herramientas de respuesta política que no ha sabido insertarse territorialmente. La decepción de la gente, que incluso había apoyado a Añez, es muy grande”, aclara Paz González.


Manotazo de ahogado



Aquejado por el mal gobierno y el levantamiento popular, la derecha ha recurrido a una estrategia cada vez más radical, desde el uso de grupos paramilitares a la designación como ministro de Planificación del Desarrollo de Branco Marinkovic, principal figura del movimiento separatista que puso en vilo al gobierno del MAS en 2008 y que debió exiliarse a Brasil tras la derrota y ante acusaciones de apoyar grupos terroristas.


Después de menos de un año, parece haber cambiado la correlación de fuerzas que permitió el golpe de estado, con amplios sectores de nuevas clases medias populares disgustados con el gobierno de Evo Morales, además de históricos movimientos sociales pocos predispuestos a defenderlo tras el avance del extractivismo, el verticalismo, la alianzas con sectores moderados de la derecha y la criminalización de la protesta o disidencia.


Sin embargo actualmente, con movilizaciones en todo el país y poco apoyo social, político y de las fuerzas armadas, a pesar de la posibilidad de represión y masacres como las que sucedieron el año pasado en Senkata (La Paz) y Sacaba (Cochabamba), con al menos 37 personas asesinadas, el gobierno de Jeanine Áñez tiene los días contados y el MAS perfila como posible ganador de las elecciones.


“La presencia de Marikovic sin duda es un intento de tener dentro del aparato de gobierno a sectores más radicales de Santa Cruz para, sin lugar a dudas, tener un eje de referencia en la región oriental. Marinkovic pertenece a los sectores políticos y económicos más reaccionarios y peligrosos del país, y está vinculado a grandes sectores terratenientes de Brasil y Bolivia, y a un aparato muy poderoso del goñismo, que fue expulsado en 2003 y que desde Estados Unidos operan para genera la mayor radicalidad de la posición conservadora, impulsando la idea del separatismo. Esto va a implicar graves sacrificios de carácter social y humano. Sin embargo hay que tomar en cuenta que cualquier intento separatista va a tener reacciones, no solo de los sectores populares, sino también de las fuerzas armadas, que han sido en 2008 muy claras para definir una posición contra cualquier intento de separatismo. Por otro lado, en la región oriental hoy hay más del 60% ya de población migrante que ha viajado desde la región altiplánica, que están muy arraigados y van a tener una posición contraria a la idea separatista”, aclara Paz Rada.


“Las organizaciones han visto que son ellas las que pueden movilizar, presentar sus demandas y tener una resistencia autónoma. Es un momento de reconfiguración del movimiento popular y hay que ver hasta donde las organizaciones pueden generan una agenda y entregársela a los jerarcas del MAS”, opina Paz González. La dupla propuesta para las elecciones por el partido de Evo Morales muestra las dos tendencias. Por un lado su ministro de Economía, Luis Alberto Arce Catacora, gestor del exitoso proyecto desarrollista del MAS, aplaudido hasta por el Banco Mundial y el FMI, que permitió un crecimiento con distribución de la riqueza y la formación de nuevas clases medias populares y sectores empresarios de la economía aymara. Sectores que en su momento apoyaron el golpe de estado, y hoy volverían a confiar en su proyecto tras el fracaso de la derecha conservadora en el poder. Por el otro lado, David Choquehuanca, ex ministro de Relaciones Exteriores y uno de los grande referentes de la visión “pachamamista” dentro del MAS, además de representante de los movimientos aymaras del altiplano y posible nexo con los movimientos sociales e indígenas alejadas del Pacto de Unidad. “El MAS tiene cierta presencia en ciertos sectores, pero otros, como el propio Felipe Quispe no son del MAS ni van a serlo. Hay que ver como se reconfigura la alianza del Pacto de Unidad pero no está tan fácil que esto se articule”, opina el sociólogo Jorge Viaña. Si bien la dirigencia del MAS ha llamado a parar las movilizaciones para negociar las elecciones, las bases han decidido seguir las protestas que ya no solo tiene una agenda partidaria sino que van a problemáticas más profundas. Si bien el desgobierno de Jeanine Añez ha reconfigurado la oposición y el MAS parece ser el principal candidato a ganar las elecciones, no está claro que alianzas políticas debería rearmar para construir un nuevo gobierno.


La salud de los pueblos


“En cuanto a la medicación, en cuanto a la salud, no hay planteamiento de solución por parte del gobierno. El pueblo, la comunidad, ha recurrido a lo que son la automedicación, las medicinas tradicionales, los mates, las yerbas, lo que son el limón, el eucalipto, el vira vira y varias plantas medicinales ancestrales. Y se está curando. Pero al mismo tiempo varios compañeros, hermanos de las ciudades han recurrido a lo que es el dióxido de cloro, ilegalmente, ¿no? Porque hasta eso está siendo prohibido por parte del gobierno. Amenazas que si utilizan eso van a ser encarcelados, procesados…Pero creo que, hoy por hoy, no hay garantías por parte del estado en cuanto a la salud. Los hospitales se encuentran colapsados, no hay respiradores… Incluso privados y han colapsado y varios hermanos se están curando en la casa con estos medicamentos tradicionales”, cuenta Neymar Acuña de la CSUTCB, mientras lidera los bloqueos.


“Hasta el día de hoy algunos gobernantes andan revisando cuentas bancarias para hallar los millones de dólares que, según ellos, se requeriría para sostener en el tiempo a miles y miles de comunarios indígenas en las movilizaciones. Acostumbrados al trabajo político, donde los partidos logran convocatorias en coliseos pagando la alimentación, el transporte y viáticos de sus adherentes, o a obtener votos al precio de 10 a 15 dólares, les resulta inconcebible que 500.000 movilizados no tengan un financiamiento externo que justifique semejante movilización. La paranoia del expresidente Sánchez de Lozada, que se sintió expulsado por una conspiración, en parte se explica en este sentido. La única posibilidad de que miles y miles de hombres y mujeres puedan mantenerse por días y semanas en los lugares de bloqueo radica en la posibilidad de que sean las propias familias las que sostengan materialmente este gigantesco esfuerzo”, relata el ex vicepresidente Álvaro García Linera en su libro Sociología de los Movimientos Sociales en Bolivia, acerca de la Guerra del Gas. Son las mamitas bolivianas las que en este momento brindan cuidado a sus enfermos, encabezan los bloqueos, y cocina para mantener los cientos de bloqueos que paralizan el país y tienen como objetivo final destronar una vez más a un mal gobierno.


“Denunciamos y repudiamos las intenciones del gobierno de facto de reprimir nuevamente al pueblo boliviano que se encuentra movilizado. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) no da respuesta a la demanda de las organizaciones sociales e indígenas que reclaman que las elecciones generales se realicen el 6 de septiembre y no el 18 de octubre, como plantea el gobierno ilegítimo. Ante la gravedad de los hechos y para evitar una nueva masacre por parte de la dictadura boliviana contra el pueblo plurinacional que reclama por democracia, salud y trabajo, instamos a los medios de comunicación a difundir la situación del país hermano”, dice el comunicado de la Delegación Argentina en Solidaridad con el Pueblo Boliviano, presto a difundir la situación de derechos humanos en el vecino país. También reclaman por la repatriación del periodista Facundo Molares, preso por el régimen boliviano y que sufrió de una descompensación producto de una afección renal hace ya varios meses. También el esclarecimiento de la muerte del también periodista Sebastián Moro. Organizaciones de bolivianos en Argentina se movilizaran hoy a la Embajada de Bolivia en Buenos Aires para reclamar por la defensa de los derechos humanos en su país.


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