El nuevo trabajo se llama 2030, tiene diez canciones y salió a la luz el 28 de mayo de este año. El material insiste sobre algunas temáticas y recursos ya vistos en discos anteriores y, además, incorpora perlas que descolocan al oyente más curtido. Todo muy Louta.
Por Daniel Talio (Seminario Permanente de Estudios sobre Rock Argentino Contemporáneo)
Louta ha sacado un disco en plena pandemia. Quizás una excelente noticia para transitar estos días de incertidumbre y angustia, aunque si se trata de este artista, no encontraremos respuestas sencillas, ni certezas de hormigón. Por suerte, o por desgracia, Louta sigue siendo Louta y 2030 plantea preguntas similares a las de los trabajos anteriores. Y entonces, aquello que nos encantó antes sigue presente para cuestionarnos un poco más en días de cuarentena.
Empecemos por el final. Último estribillo del último tema del último disco:
“Baila, baila, baila llegó la revolución
Baila, baila, baila, llegó tu revolución”
En este final de obra, cansino y directo a la tripa, Louta invita a agitar el cuerpo; pero no es un baile alegre, ni de discoteca, ni rítmico (quizás por eso el destiempo de los tambores de fondo). Es el baile de quien ha transitado un camino y llega a un final que es solo temporario y sabe que tiene que volver a ponerse en movimiento pronto. Es que “el tiempo pasa a su manera, el tiempo queda”, una relación con el discurrir del tiempo que invita a revisar algunas figuraciones; la línea temporal cronológica se rompe y entonces se cuestiona el antes y el después, porque quizás todo es ahora; tiempo de vivos de Instagram sin secuencias ni relaciones causales (podríamos pensar en el tratamiento de este tema en el relato de Ted Chiang “La historia de tu vida”, de donde surge la película La llegada, en donde se cuestiona la linealidad de la lengua y por tanto, esa metáfora del tiempo como línea hacia adelante). Por lo tanto, no sabemos si es correcto empezar por el final para hablar de Louta, ya que en toda su obra se perfora el tradicional encadenamiento de las canciones. Lo que sabemos es que tenemos un disco con canciones que mostrarán las innumerables caras (y voces) que tiene este artista-performer dueño de los mejores espectáculos en vivo de la escena local; los cuales incluyen al baile como práctica subjetivante clave sobre el escenario.
El muchacho de la chomba celeste sigue con sus asuntos recurrentes: mirar y ser mirado; el otro cercano como interlocutor preferido; las preguntas sobre uno mismo en constante dilema; los vínculos en la era digital; el cuerpo como instancia de saber, pero también como confusión y todo esto envuelto en una sucesión de ritmos que mezcla la electrónica, el folklore, el pop, la canción y casi todo lo que a uno se le ocurra. Pero este disco no es sólo una continuidad de lo que conocemos, sino que aparecen ciertas referencias que pueden considerarse como unos otros alejados de las preferencias del autor. En la canción “Poco” se presenta un Robert Gold, que “te arrancó la pasión/ no le alcanza con amor” porque “sangra y en el fondo te hace ruido/ la risa quieta del banquero”. Louta le habla a un igual, preguntándole hacia dónde va, como si hubiese perdido el rumbo a causa de ese otro que es muy dañino y que “te arranca los ojos y los usa de condimento” como canta en la canción “Media hora”. Y a la vez, en la canción “Argentina” la pregunta es más general, pero a la vez más local y directa, “¿quién tiene la culpa del hambre de este país?” o “Argentina ¿por qué tanto dolor?” para luego hacer una pregunta bien loutiana “Argentina ¿qué pasa con tu voz?”; y una de las síntesis a las que llega el cantante es que es “difícil pensar en frío sin heladera”. Estos interrogantes que apelan a la reflexión sobre la realidad cotidiana de nuestro país, ponen a Louta dentro de ese conglomerado de nuevas voces que no esquivan las problemáticas sociales en sus producciones, pensamos en Wos como figura más representativa. En el caso de Louta, en su disco anterior, Enchastre, ya abordaba, a su manera, esta cuestión: “Ahora que no hay Netflix veo que otros tienen hambre” en esa declaración de guerra que es la canción “Uacho”, junto a Marilina Bertoldi.
El álbum también tiene esas canciones de amor que son tan características de Louta. “No me estás haciendo un favor” toma los tópicos de otras producciones y los engarza para transmitir lo mismo pero diferente. El otro como aliado y salvador, la voz como ayuda y ensanchamiento, y el cuerpo como vehículo del bienestar. La letra vuelve a presentar lo mecánico como algo positivo, “dejaste el motor prendido”, que se vincula con la canción “Abrir tu corazón” del disco Enchastre “Adentro de mi pecho se enciende un motor”, “el ruido de una grúa dice lo que siento”, mientras que se rechaza lo digital como forma de vinculación “no quiero ver el celular/ prefiero la versión normal”, que también se cuestiona en la canción “Todos con el celu”, también del disco anterior. Y siguiendo con ciertos intereses que se repiten, el cuerpo es un eje central en esta poética; desde la canción “Félix” del primer disco (Louta, 2016) “Tu cuerpo se deshace cuando vuelvo a cero/ Tu cuerpo no miente cuando yo te espero” ahora reaparece como soporte de las emociones, por ejemplo, el pelo como enjambre en donde uno se pierde y se acomoda. Y especialmente la piel, que en discos anteriores era un helado de miel para lamer y degustar (Palmeras, Enchastre), ahora en la canción “Ámame” del último disco, “toda tu miel, no está en la piel/ está en los huesos”, aunque a su vez “ya descubrí la vacuna/ está hecha con tu propio veneno”. La relación de amor se complejiza, “Porfa haceme sana, sana, que me duele el cuerpo/ Ya me cansé de tus mentiras pero quiero un cuento”; el amante quiere salir de ese lugar, pero también reclama que quiere volver a ver al amado/a. En esas relaciones que se abren y se cierran, como transiciones hacia sitios desconocidos, está una de las claves de lo peculiar de Louta; nunca se puede dar nada por sentado y por eso, el arte de descolocar parece ser una llave maestra para la escucha de este disco.
Diez canciones que surfean la cuarentena con la convicción de que no tener certidumbres abre posibilidades ilimitadas. Todo se vuelve brumoso y las señales se empañan como los anteojos sobre los barbijos; es que para ver hay que sentir con todo el cuerpo. Una música sacude el agotamiento de lo igual porque “tus ojos me miran casi de frente/ todo distinto pero es lo mismo” en la canción “En loop”. Así, en loop, espiralado y zigzagueante, el desafío está planteado: Louta presenta nuevo disco ¿quién se anima a poner el cuerpo para bailarlo?
Escucha el disco completo 2030, de Louta: