Por Emiliano Exposto y Gabriel Rodriguez Varela
Cátedra Abierta Félix Guattari de la Universidad de lxs trabajadorxs (IMPA)
I.
Lo que llamamos análisis militante del inconsciente se filia en el esquizoanálisis instituido por Guattari y en la tradición del análisis institucional realizado por Lourau, Lapassade o Baremblitt. La politización del inconsciente funciona como la premisa práctica del análisis militante en situación de intervención.
II.
Las crisis que afrontamos pueden operar como analizadores en los que se radicalizan problemas, conflictos, contradicciones y antagonismos. Vivimos tiempos convulsionados de crisis (de la reproducción, de la subjetividad, institucionales, sanitarias, de los cuidados, de acumulación, etc.), en los cuales se encuentra en disputa si saldremos de esta coyuntura con un proceso descendente de desigualdad social o con un ciclo ascendente de luchas de clases donde se evidencie, de manera aún más conflictiva y dramática, la contradicción entre el orden del capital y la sostenibilidad de las vidas. Precisamos un método de las crisis: la catástrofe como oportunidad política para una operación colectiva de singularización antagonista. Las crisis como grado cero de un cuestionamiento radical, en todas las prácticas, de la “normalidad capitalista”. El acorralamiento como punto de partida de nuevos posibles en pugna. La crítica y la clínica realizadas desde la perspectiva de una politización del sufrimiento social.
III.
El análisis militante, a decir verdad, ya se desarrolla un poco por todas lados en las experiencias que vienen instituyendo posibles para resistir y atravesar esta coyuntura. Hay prácticas, ahora mismo, que saben hacer y construir alianzas en las crisis disputando el sentido de las mismas. La posibilidad de politizar el inconsciente es operativizada, por ende, en inmanencia a las crisis desde el punto de vista de las luchas concretas y modos de organización por abajo que dinamizan potencialidades para afrontar este contexto.
IV.
Concebimos el análisis militante como una “clínica política” que ya se viene anunciado en diferentes prácticas para atravesar las crisis y conflictos en curso. Una analítica en lucha posibilitada un poco por todos lados: en barriadas y territorios, huelga de pago de alquileres, políticas de cuidado y auto-organización, experimentación y reformulación de los consumos, solidaridad popular para gestionar la subsistencia, cooperación de los feminismos ante la violencia machista. Una analítica que opera desde todos los “frentes” de combate en tiempos traumáticos. La dificultad de sistematizar eso que llamamos análisis militante viene dada, quizás, del hecho de que es una práctica en curso que desborda el acto mismo de nominación. Y que nos excede largamente a nosotros mismos. Como lo han mostrado las revueltas en todo el mundo el año pasado, acontece algo “terapéutico” en la movilización de masas y en la politización de la existencia social cotidiana. La economía política, libidinal y semiótica de la sociedad entra ahora mismo en colapso, y con ello la crítica radical es reformulada en acto por movimientos populares, prácticas “moleculares” y organizaciones políticas en batalla. En tiempos de incertidumbre donde la elaboración subjetiva de las dinámicas de las crisis sacuden lo cotidiano, es importante investigar las posibilidades de futuro que aquí y ahora se generan para atravesar esta coyuntura.
V.
La analítica militante es una clínica en y desde las crisis; en lo común que se abre cuando implosiona lo público y lo privado. El espacio-tiempo del análisis militante sobre lo inconsciente, como se demuestra ahora mismo, no es el orden estatalista del capital y su gestión progresista, populista y/o neoliberal. El análisis militante encuentra su momento de intervención en el tiempo de las crisis, siendo su espacio entonces en los territorios, organizaciones, instituciones y grupos que expresan a una lucha de clases generalizada en todos los rincones de la existencia social poniendo en discusión las formas de vida y las relaciones sociales. Cómo activar, por ejemplo, una política de izquierdas, popular y anticapitalista en torno a la salud mental en este contexto. De qué forma componer un método revolucionario de singularización antagonista “en” y “desde” las crisis para construir una salida popular en favor de la clase trabajadora.
VI.
Desde la Cátedra Abierta Félix Guattari de la Universidad de lxs trabajadorxs también venimos llevando adelante diversas iniciativas en esta coyuntura intentando ensayar un laboratorio clínico-político ante los desafíos del presente. A saber: grupos de análisis militante en cooperación con movimientos sociales y trabajadorxs de la economía popular; articulación con diferentes activismos y militancias organizadas con eje en la problematización de la experiencia en estas crisis. Buscando así explorar prácticamente los desafíos históricos que nos plantea, al conjunto de lxs oprimidxs, esta situación de dramática social. Y haciendo de la experimentación problematizante de las prácticas de la vida cotidiana el territorio de una investigación militante implicada en las crisis. Los grupos de análisis militante, por ejemplo, son espacios de encuentro y problematización entre compañerxs que operan mediante un abordaje crítico que consiste en politizar las relaciones concretas del malestar social. Nosotros no sabemos qué hacer en esta situación, pero guardamos fidelidad a los elementos de inteligencia colectiva que insinúan, en estos momentos, las sublevaciones por venir. Por eso los grupos no prestan servicios de urgencia psiquiátrica, contención psicológica, asistencia psicoterapéutica, ni tratamientos de ninguna índole en los cuales nosotros nos pararíamos en el lugar de especialistas exteriores en el “psiquismo”. Es una mínima contribución, en cooperación con experiencias concretas de organización y de lucha protagonizada por cuerpos y movimientos, a producir una salida popular y de izquierda ante esta crisis, por lo que quienes intervenimos de esta manera somos un “nido de víboras” (Rozitchner) afectado por el drama histórico.
VII.
El análisis militante es un vector de politización que ya atraviesa, hace tiempo y aún más en estas crisis, las actividades militantes agrupadas de manera organizativa, las luchas protagonizadas por los movimientos sociales (feminismos, ecologismos, economía popular, precariado, indigenismos), los activismos intensos en todos los equipamientos colectivos (hospitales, escuelas, barrios, hogares, universidades). La democratización de la “función analítica” que esto último implica, esto es la tendencial colectivización de prácticas analíticas en todos los poros de lo social dedicadas a intervenir el plano de los deseos y sufrimientos, es un proceso de disputa en curso que es necesario acelerar en su faceta emancipadora. Lo inconsciente, en tanto proceso de producción construido entre heterogéneas relaciones (económicas, sexuales, culturales, técnicas, no humanas, políticas, deseantes, semióticas), se torna politizable en las crisis en la medida en que allí tienden a problematizarse todas las prácticas. Las crisis como “grado cero” de investigación práctica instituyente contra las tentativas de “retornar” al orden.
VIII.
En medio de las crisis sanitarias, económicas, sociales e institucionales se condensa un padecimiento “psico-corporal generalizado” (angustia, aburrimiento, ansiedad, depresión, ataques de pánico, implosión, etc.). Las llamadas crisis no son una mera falla accidental y reformable del orden institucionalizado del capital. Las crisis, incluso la de las subjetividades, son mecanismos “normales” del funcionamiento de este sistema en el cual vivimos para trabajar y trabajamos para vivir en medio de un ciclo de acumulación de ganancias y explotación que es indiferente al sufrimiento que produce en los cuerpos concretos de manera desigual. Nuestro sufrimiento depende del modo como experimentamos la organización de las relaciones instituidas. Por lo que no es posible “reformar” o “curar” el sufrimiento social particularmente experimentado sin transformar las relaciones concretas que lo producen y la forma histórica en la cual padecemos esas relaciones. Así pues, dado que el sufrimiento, como reverso de la explotación, se intensifica y expande en todas las circunstancias existenciales de lo social, no comprendemos por qué habría que dejar esos problemas políticos y clínicos en manos de un monopolio corporativo de la “burguesía salutista” y sus fuerzas del “poder terapéutico”. Tal que la producción inconsciente del síntoma social pueda ser “normalizada” mediante mecanismos neoliberales de mercantilización, violentada según autoritarismos fascistas o regulada por gestiones progresistas. El análisis militante, en cambio, compone situaciones colectivas con un programa de politización radical de las condiciones inconscientes que producen las formaciones sintomáticas. Se trata de un operador estratégico: una mediación analítica estrictamente “infrapolítica” dispuesta, en situaciones concretas, para la construcción colectiva de una singularización antagonista “en” las crisis, asumiendo las posibilidades que ahora mismo se construyen del punto de vista de las luchas y modos de auto-organización en acto.
IX.
La crisis de la salud en general y de la salud mental en particular, en un contexto de crisis global y “civilizatoria” de la sociedad capitalista que tiene un largo aliento, se entreteje con la crisis ecológica como resultado de las tendencias devastadoras de la dinámica de la valorización incesante; la crisis de la deuda pública, privada y territorial; la incertidumbre generalizada en tiempos de guerra permanente; la crisis de las subjetividades resultante de la auto-valorización imperativa, la productividad del trabajo, la competencia y la precariedad; las crisis sociales, de la legitimidad y de las instituciones entre regímenes políticos violentos, desposesión colonizadora de las comunidades, miniaturización del Estado en lo cotidiano y autoritarismo impersonal del mercado. La privatización del sufrimiento social, en este contexto, es combatida por múltiples procesos de impugnación y prácticas de sabotaje materialista que cuestionan, por abajo y desde nuestra posición objetivada, el sentido dominante que se le otorga a las crisis.
X.
En esta coyuntura no existe ni un solo tema relativo al inconsciente que no implique una investigación militante que alcance a problematizar las situaciones (situema) en los que se produce, contesta y reproduce el malestar social cada vez de forma conflictiva. Análisis militante es también el nombre de una fidelidad a la exigencia política de politizar nuestra vida cotidiana estallada. Sin negar las “incumbencias particulares” de las prácticas, esto implica la imposibilidad de sortear la transversalidad entre la praxis militante-revolucionaria y la praxis clínico-analítica; la inmixión entre la lucha política y de masas por la transformación, supresión y superación del capitalismo, y las “micro-resistencias” inmersas en la constitución de otras relaciones. Dado que todo síntoma es político, no podemos dejarle la politicidad de la experiencia cotidiana al capital y el Estado, como tampoco reducir lo inconsciente a los saberes, subjetivaciones y poderes “psiquiatrizantes”, “psicologizantes”, “psicoterapeutizantes” dominantes (sea de la psicología, el psicoanálisis, las “pastillas de la felicidad” o las “terapias new age”).
XI.
El análisis militante constituye una hipótesis que tiene en el centro una práctica involucrada materialmente en la politización de las dimensiones inconscientes que generan el sufrimiento social. Para nosotros no pueden separarse teoría y práctica existencial; creación de conceptos y constitución de instituciones y formas de vida. Contra el principio de separación del espectáculo del capital, necesitamos recomponer la relación entre la teoría crítica, la práctica analítica y la militancia política.
XII.
Análisis militante es el nombre que hallamos para una “clínica política” que, actualmente, tiende a desenvolverse como posibilidad hacia el interior de experiencias de resistencia y organización en el presente. Una analítica motorizada desde el punto de vista de las luchas concretas que buscan poner en crisis las formas actuales de la dominación, politizando el sufrimiento social que las relaciones establecidas producen inconscientemente en los actores particulares y en los agentes colectivos de espaldas a su voluntad consciente, demandas de grupo o intereses preconscientes de clase. El problema político-técnico de un análisis militante, entonces, no es la interpretación del inconsciente, sino la transformación de las relaciones y procesos en los cuales eso se produce, elabora, contesta y reproduce.
XIII.
El análisis militante de lo inconsciente no pretende promover un activismo en la clínica psicoanalítica, puesto que no se confunde con un psicoanalismo militante, y mucho menos, con una militancia psicoanalítica. Tampoco se trata de elaborar un dispositivo terapéutico dirigido a psicoanalizar los colectivos activistas, con los desvíos de grupismo sectario y grupalismo internista que eso podría implicar mermando la eficacia de influencia política. El objeto de nuestro programa de investigación política no consiste en desarrollar un psicoanálisis de la subjetividad militante. No obstante la posibilidad de a veces intervenir en el marco situacional de dispositivos grupales, no podría confundirse con la psicoterapia o con el psicoanálisis de grupo. Lo militante de un tal análisis estriba, entonces, en la politización radical de la dimensión inconciente de las diferentes prácticas concretas que constituyen las relaciones sociales. Remite a una cooperación analítica-militante interior a las experiencias de lucha y organización, explorando los potenciales que las mismas abren en torno a la problematización de los territorios existenciales. Pensar y activar desde la crisis, y no en pos de la “gobernabilidad” o “gestión de lo existente”, se torna ahora mismo central para investigar prácticamente las aperturas inmanentes hacia lo que nos parecería imposible.
XIV.
Existe una relación interna entre las crisis generalizadas de la sociedad capitalista, las luchas de clases y la configuración inconsciente de la sintomatología de la vida cotidiana. Atravesamos una crisis de las subjetividades dentro de las crisis generales. Pero también esas subjetividades producen crisis, es decir elaboran elementos de inteligencia para disputar las crisis cuestionando su “normalización” en los mecanismos de privatización capitalista o gestión estatalizantes. La crisis en sentido estrecho refiere a aquella forma a través de la cual se desgarran las contradicciones sistémicas del capitalismo patriarcal-colonial. Y las crisis en sentido amplio aluden a aquellas situaciones problematicas de la experiencia concreta de los sujetos de la acción/pasión, en las que efectivamente tienden a estallar las mismas premisas que organizan la vivencia de las relaciones sociales. El análisis militante en situación de intervención es un método consistente en construir lo inconsciente en relaciones concretas. De manera que allí el punto de miras de la crisis es clave para politizar lo inconsciente del síntoma social, disputando un aspecto específico de la lucha de clases en el plano de la singularización de prácticas antagonistas que parten de problematizar el padecimiento que nos produce la posición objetivada en esta coyuntura. Las crisis operan, por ende, como el grado cero de un análisis militante, pues allí se agudizan y condensan las contradicciones a nivel de las experiencias concretas, bajo la forma de situaciones-problematicas, antagonismos y conflictos, posibilitando una práctica que cuestione las condiciones inconscientes del sufrimiento social.
XV.
Una pregunta del análisis militante del inconsciente es cómo encarar la problematización práctica del deseo o el campo social de las fantasías desde el punto de vista de los malestares de los cuerpos en esta situación concreta, pero en convergencia con hipótesis estratégicas de superación de las crisis en sentido anticapitalista. Ética situacionista y política leninista, incluso en el campo del inconsciente en una investigación práctica sobre los instituyentes que abren las experiencias dramáticas. De qué manera reconectar los problemas del inconsciente con las tareas históricas de la lucha política de clases. Cómo asumir la politización de la salud “bio-psico-tecno-social” como problema al interior de organizaciones sociales y políticas con inserción en movimientos de masas, con influencia en las calles e instituciones, y con pretensiones de transformación social en un sentido emancipatorio. La politización del malestar que ahora mismo no podría sino encontrarse en la "agenda" de diversos activismos y militancias, pero también en el centro de nuestras vidas cotidianas implosionadas, evidencian que esta coyuntura presenta la oportunidad para motorizar aquí y ahora una analítica militante como método de singularización antagonista en las crisis para atravesarlas desde el punto de vista de los posibles generados en cada lucha.