Por Lea Ross
A pesar de su imprecisión aritmética-gregoriana, ya que oficialmente las décadas comienzan con el dígito uno, nunca está demás en repasar lo que fue la salida de la segunda década del presente milenio.
Si en la primera década del presente milenio, se desmoronó el anuncio del fin de las ideas, la segunda saliente expone su costado más reaccionario. Los efectos del crack financiero de Wall Street, las problemáticas migratorias, la sobresaturación informática a ritmo frenético, las incertidumbres ambientales y el ascenso en el poder político de personajes de la peor calaña son aristas que empujaron a que el inicio de la tercera y presente década llevara a preguntarnos si no estamos a punto de iniciar una tercera guerra mundial.
La cuestión ya no es que si el voto no sirve, sino que por culpa del sufragio es que tenemos los líderes que tenemos. Eso llevaría a rediscutir de qué hablamos cuando hablamos de Democracia. Pero rediscutir eso es confrontar con aquellos discursos que tenemos (o teníamos) instalado e interiorizado. De ese modo, el cine tuvo que reverse así mismo frente a ese mundo que no logra conseguir respuestas.
La lista que sigue a continuación quizás logre sintetizar todo eso que hablamos. Se notara que, a pesar del fuerte crecimiento mundial de la lucha de las mujeres, hay una fuerte presencia varonil en la lista. Seguramente, la tercera década otorgará una mayor justicia de género dentro del ámbito cinematográfico, que tiene la particularidad de no ser empujado desde el “Mee Too” de Hollywood –cuyos resultados hasta ahora son películas olvidables y mediocres que cumplen el cupo- sino que desde nuestro subcontinente, ya sea el Ni Una Menos y el pañuelo verde de Argentina como el “himno” contra el violador impulsado desde el Chile, resaltan una vez más que desde la mayor crueldad, puede surgir expresiones innovadoras y bellas.
Top Ten de los mejores filmes del período 2010-2019
01 – Adiós al lenguaje (2014, Adieu au langage, Francia). La heterodoxia narrativa de Jean-Luc Godard en su máxima expresión, en su primer largometraje estereoscópico, es decir, en 3D. Un frenético manejo de imágenes y sonidos, de difícil predictibilidad en su montaje, pero también en su manejo de iluminación y paleta cromática, con un juego de “photoshop” y uso de múltiples cámaras digitales. Una película que inquieta desde la inquietud frente a la abominación humana, sobre el devenir mismo de nuestra propia capacidad sensorial y mental, que nos lleva a olvidarnos de encontrar lo más bello desde lo más doméstico. A tal punto que, como a los grandes artistas, Godard queda con la duda sobre cómo es la perspectiva zoológica. En este caso, la de una perra.
02 – Tabú (2012, Portugal). Un cuento de aparente clasicismo en un relato poco convencional. Una historia de amor pasada, una búsqueda sobre lo perdido y un extenso flash back sobre décadas pasadas en el continente africano son toda una justificación por parte del cineasta portugués Miguel Gomes de retomar toda experiencia basada de lo mejor del género de aventuras, incluyendo el período del cine mudo. Una proclama sobre la pasión que develamos en el tramo final de nuestras vidas, que es una inquietud siempre presente en la historia del cine.
03 – Cosmópolis (2012, EE.UU.). David Cronenberg, en un filme que parece hecha en un futuro reciente. El colpaso bancario y la subsiguiente detonación callejera, vista por un joven millonario desde su limosina, es una alegoría con enorme carga profética. La iluminación, la decoloración y los diálogos conforman un relato deshabituado y desencajado en nuestro tiempo, pero esmerado ante una economía hiperactiva, que canaliza el propio diluir de los afectos. Una mirada incisiva sobre el devenir civilizatorio.
04 – Esto no es una película (2014, In film nist, Irán). El cineasta iraní Jafar Panahi se filma así mismo en su casa, junto con Mojtaba Mirtahmasb, en éste documental de uso casi acrobático con teléfonos celulares sobre la dura pelea entre la censura y la libertad. Condenado a no realizar películas, se transforma en personaje para que a la hora de lidiar con sus quehaceres hogareños busque la vuelta de continuar con esa pasión suya de hacer cine. Un filme que no se mostrará como tal, pero que se convierte en un grito desesperado pero nunca derrotista, de ahí su sentido del humor, en un afuera convulsionado que reclama lo mismo.
05 – Toy Story 3 (2010, EE.UU.). Fue la década de Disney-Pixar en el lado de la animación. Los universos construidos ya no funcionan como dimensiones paralelas al mundo humano, sino que se entrecruzan. La tercera entrega de las aventuras de los juguetes, dirigida por Lee Unkrich, mantiene una frescura por lo clásico sobre una historia de fugas, sumado a un buen manejo de los distintos géneros, como la mejor metáfora sobre esa inquietante transición en que se abandona el periodo infantil. Una proclama sobre el inevitable paso del tiempo, pero con la latente inercia que el ser niñx siempre está presente.
06 – Copia certificada (2010, Copie conforme, Francia/Irán/Italia). El recientemente fallecido cineasta iraní Abbas Kiarostami realizó ésta historia de amor cubista, que también pone a prueba las perspectivas. Una road movie en la Toscana por parte de un aclamado escritor y una galerista, donde se entreteje unas gustosas secuencias sobre la vida, el amor y el arte, con el característico pulso del director de Clouse up sobre los planos secuencias y los planos-contraplanos. Una película repleta de referencias a la cinefilia, pero que lejos de ser una copia barata es una originalidad sobre nuestra atención ante no solo los grandes dilemas, sino bajo qué punto de vista nos posiciona.
07 – El hombre que podía recordar sus vidas pasadas (2011, Lung Bunmi Raleuk Chat, Tailandia). Una de las tantas obras impresionistas de Apichatpong Weerasethakul enfocado en el Tío Bonnmee que pasa el resto de su vida en la selva. Es en ese escenario donde lo esotérico se presenta en forma de criaturas y fantasmas. La percepción se pone más activa, al ritmo del canto de los grillos. La vida y la muerte difuminan lo que los separa. El espacio y el tiempo tienen una nueva concepción. Es desde esa fragilidad de lo material, sumado a la enorme carga de una vida pecaminosa por parte del protagonista, que la película nos sumerge por ese universo supra/sensorial, indescifrable pero curioso, pero que en definitiva es un trance frente a ese otro costado del mundo, caracterizado por una civilización traicionera y poca memoriosa de sus caminos pasados.
08 – Las aventuras de Tintín (2011, The adventures of Tintin, EE.UU./Nueva Zelanda). La única película de animación motion capture que sí funciona, de la mano de Steven Spielberg (dirección) y Peter Jackson (producción). Ésta adaptación de las historietas del belga Hergé es una completa homeostasis entre lo clásico y lo moderno. Lo técnico no impone ante la belleza del factor humano. La búsqueda de un tesoro por parte de un joven periodista, un alcohólico capitán y un sagaz perro es un justificativo para lograr una película de género, donde la figura y el fondo interactúan hipnóticamente. La secuencia de la persecución sin cortes es una verdadera proeza fílmica.
09 – La cueva de los sueños olvidados (2010, Cave of forgotten dreams, Francia/Canadá/Alemania/EE.UU./R.U.). El interminable documentalista Werner Herzog se sumerge en la cueva de Chauvet, donde están las imágenes pictóricas de los primeros intentos por plasmar el movimiento sobre algo plano, en este caso en una roca. Éstos registros inéditos mediante cámaras, logrados con una puntillosa técnica para no dañar las pinturas, que se le suma al 3D, empuja a la película en no quedar en una labor de registro histórico-arqueológico, que no es menor, sino también en una verdadera indagación sobre la relación humana-técnica a la hora de encarar una gnoseología sobre la imagen.
10 – El otro lado de la esperanza (2017, Toivon tuolla puolen, Finlandia). Aki Kaurismäki ha realizado posiblemente uno de los filmes más representativos de una de las grandes crisis civilizatorias que está padeciendo la humanidad y que lo ha protagonizado en la década pasada. La relación entre un inversionista y un inmigrante ilegal, acorde a la estética personal del director –tanto en los decorados como en la psicología de los personajes- exponen una suerte de síntesis esperanzadora sobre esa inquietud de choque a nivel cultural y burocrático. Una película paradigmática sobre un tiempo aún no resuelto.
Mención especial: Zama (2017, Argentina). La razón que el último filme de Lucrecia Martel es, hasta ahora, la mejor del siglo para nuestro país es porque si las más importantes películas argentinas reflejaban el zeitgeist de su propia época o de incluso toda la historia nacional, ésta película logró ir más allá. La insistente esperanza de obtener el premio que se merece por parte de Don Diego de Zama es ese axioma infiltrada desde la colonia. Una máxima que se aplica en cualquier punto de nuestra historia y seguramente a nivel latinoamericano, a la hora de esperar y dar tiempo a aquellos mandatarios dispuestos a realizar el trabajo sucio por una alegría revolucionaria todavía en espera.
Fotograma: Adiós al lenguaje.