Por Humberto Cardenas Motta
La libertad no está lejos
camina con nuestro andar;
“sólo están lejos las cosas
que no sabemos mirar.”
Atahualpa Yupanqui
1. El Otro: la amenaza que el sistema mundo capitalista conjura otorgándole derechos
Occidente, el sistema mundo capitalista, mientras incendia la Amazonía; mientras lanza desde las instancias presidenciales su vómito fascista, sexista, fundamentalista, xenofóbico, aporofóbico y demás; mientras esteriliza la vida matándola haciendo de los alimentos un arma para la guerra (ver documento Santa Fe I, CIA, EE. UU.); mientras esteriliza la vida envenenando con agrotóxicos las frutas, las papas, las semillas, el pan, las aguas, el aire, el pensamiento, la tierra, las emociones, mientras tanto, con un solo y único movimiento, este sistema mundo proclama la tolerancia, el multiculturalismo, la inclusión, la paz, la libertad de pensamiento, la solidaridad, la diversidad biológica, la democracia, los derechos humanos, los derechos de la mujer, las campañas contra la violencia, los derechos de los animales… El pensamiento único despliega día a día en movimientos tácticos la violencia del sistema con todos sus matices. Y esta violencia del sistema destruye la historia, la memoria y las palabras con las cuales podemos nombrar el mundo y las experiencias que constituyen nuestras comunes vivencias. Para ello debe subvertir las palabras. Destruir el lenguaje. Por ello puede incendiar la Amazonía y declararse demócrata; desplazar poblaciones y destruir los ecosistemas para construir represas y ser sponsor (patrocinador) platino de la cumbre COP25; por eso puede matar al estudiante Dylan Cruz y, días después, dar la orden para que el escuadrón asesino del ESMAD “acompañe” a las marchas, pero que las marchas sean “pacíficas” (?). Todos los movimientos tácticos y estratégicos de la violencia del sistema mundo capitalista a través de todas sus instituciones es lo que delimita lo real de eso que denominan derechos. Los derechos en el sistema mundo capitalista son a nuestro cuerpo y a la vida lo que el Estado es a la violencia; los derechos son la violencia del sistema mundo capitalista sobre nuestros cuerpos y sobre la vida. En esta perspectiva, los derechos son la violencia que niega la vida para acumular riqueza. Por esta razón los derechos (y los acuerdos y resoluciones, etc.) nunca los pueden ni los irán a cumplir. Esto hace recordar a la novela de Orwell, 1984: “El partido instaba a negar la evidencia de tus ojos y tus oídos. Era su orden última y más esencial.” Marchar “acompañados” por el ESMAD: negar la evidencia de tus ojos y tus oídos en nombre de “la paz” con todo el dispositivo de guerra operando, dispositivo de guerra que es a su vez un dispositivo de paz. Es por esto que el sistema puede afirmar: “LA GUERRA ES LA PAZ”; “LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD”; “LA IGNORANCIA ES LA FUERZA” (Orwell). En términos del sistema mundo capitalista la paz es tanto la aceptación del orden como la misma guerra porque no son sucesos diferentes. Frente a la guerra, el sistema mundo capitalista reconoce que la paz es un derecho… Solo es el tránsito hacia nuevas formas de barbarie. Los dispositivos están ahí, operando, acechando, sometiendo, sembrando la confusión. LAS MARCHAS SON EL FLUIR DE LA VIDA; LAS MARCHAS SON LA DANZA DEL PENSAMIENTO; CUERPOS LIBERADOS QUE RECLAMAN SUS TERRITORIOS PARA VIVIR SIN MIEDO. Con las marchas y el paro se copa el poder del sistema que controla las calles y las plazas; se copa el poder que controla las voces, las emociones, los pensamientos; y el sistema maniobra para recuperar ese poder de control sobre los cuerpos, encausándolos (no cierren las vías; caminen por un ladito); maniobra para recuperar ese poder de control sobre las voces (ahora que empezamos a danzar quieren ponernos el bozal del derecho hablándonos de paz en los territorios de la guerra); maniobra para recuperar ese poder de control sobre el pensamiento, limitando su alcance, como dice Orwell (pongamos una mesita para firmar un acuerdo, pero no se negocian partes del ES… tado… ES…MAD… Firmemos mientras nos siguen matando. Chico Méndez, Nicolás Neira, Santiago Maldonado, Berta Cáceres, Matías Catrileo… y millones alrededor de este planeta destrozado por el sistema mundo capitalista. Y millones más… Sin embargo, no podemos pensar, o nos negamos a hacerlo, que mientras estemos dentro del sistema mundo capitalista la paz seguirá siendo siempre el escenario de todas las guerras; que la libertad seguirá siendo siempre el dispositivo para todas las prisiones; que el derecho a la salud seguirá siendo siempre la fosa común de todos los cuerpos; que el derecho a la educación seguirá siendo siempre el escenario del control del pensamiento, etcétera. Haciendo una analogía, el novelista cubano Alejo Carpentier nos recuerda que los ideales de la revolución francesa nos llegaron junto con la guillotina. Aún más; la guillotina llegó plantada sobre la proa del barco y a través de su marco es que se podía mirar las tierras de Nuestra América. Dicho de otra manera: los ideales de libertad, igualdad y fraternidad enmarcaron su mirada con el marco donde estaba montada la cuchilla de la guillotina. Cortar cabezas es la forma más radical de mutilar el pensamiento. Nos hablan de paz pero nos siguen mirando a través de la guillotina. Porque la guillotina o el ESMAD o el Comando JUNGLA o la Israel de Latinoamérica o la OEA o los Cascos Azules nos seguirán mirando a través de la guerra es la paz, a través de la mira de sus fusiles, a través de sus códigos, a través de su comida envenenada. Este es el pensamiento único; es el pensamiento de la ceguera. Y el sistema, ciego, encauza a los pueblos del mundo por los laberintos de la ceguera: la paz se contrapone a la guerra, nos dice el sistema… el desarrollo se contrapone al atraso, dice el sistema; la razón a la locura; la salud a la enfermedad; la democracia se contrapone a la dictadura, dice el sistema. Para que esto funcione, el sistema produce y organiza legiones de mercenarios especialistas en envenenar las consciencias y en matar los cuerpos. No pueden permitir una experiencia libertaria de los cuerpos porque estallarían los poemas que llevamos ocultos en nuestro sistema nervioso y en nuestros huesos. El sistema mundo capitalista, mientras descarga todo su odio contra la experiencia libertaria en Rojava, contra esta experiencia de la revolución de las mujeres, puede dibujar una sonrisa de satisfacción por alguna “conquista” democrática al otro lado del mundo (nuevamente: la guerra es la paz). Se rompe la solidaridad: esa es la violencia. La aparente dualidad del pensamiento de Occidente, del sistema mundo capitalista, es el pensamiento único.
En el proceso de producción, el sistema mundo no solo produce el producto; también produce, en un solo movimiento, el modo y la necesidad del consumo en el consumidor. El enfermo, para recuperar su salud, no necesita cambiar su monstruosa visión de mundo que lo enferma y que lo mata: necesita medicinas, y “si es Bayer, es bueno”. Y como es transnacional, controlando las semillas, produciendo agrotóxicos, “es bueno”. Y es democrático… y… ¿no hace parte del sistema de guerra contra la vida? Solo son genocidas. Pero hay que negar la evidencia de los ojos y de los oídos. Mercancía… solo somos mercancía (Grupo de rock español, Sin dios). Y los derechos también son mercancía; y la paz también es mercancía… Y la guerra también es mercancía… y, ¿Coca Cola? ¿La chispa de la vida?… ¿Calma la sed? ¿Reemplaza la necesidad del consumo de agua? Y el Estado en Colombia, en Chile, en Argentina, en Bolivia, en… ¿no son máquinas que domestican y matan? Se fue Evo y la policía y el ejército, después de 14 años de experiencia socialista (porque mejoran algunos indicadores), ¿no han disparado, al día siguiente, sobre la población desarmada? ¿No han producido varias masacres? ¿No se sabía, antes del último espectáculo criminal del proceso de paz en Colombia, que cada nueva negociación tan solo es la antesala de nuevas formas de barbarie? En la producción de cada mercancía el sistema produce a su propio consumidor; al consumir la mercancía no satisfacemos una necesidad: reproducimos al sistema; se reproduce en nosotros a través del consumo el deseo de los productos del poder, productos que son las múltiples formas de la violencia. Mientras tanto, el sistema mundo capitalista lanza desde las instancias presidenciales e institucionales su vómito fascista, sexista, fundamentalista, xenofóbico, aporofóbico y demás. Migas, migas, como lo expresó el soldado Brandon Cely Páez antes de ser “suicidado” por el sistema; migas, migajas que nos cuestan la vida y son migas que sirven para deslindar terreno con quienes, como las mujeres de Rojava, saben que dentro del sistema mundo capitalista las falsas esperanzas y las falsas alternativas son las versiones actuales de las cámaras de gas: puro fascismo. El soldado Brandon Cely Páez no quiso migas; no quiso migajas; yo tampoco.