Una breve mención sobre algunas de las mejores películas estrenadas este año.
Por Lea Ross
Será tarea de la sociología que explique cómo una película de superhéroes que no tiene superhéroes, ni tanto porte en efectos especiales y restringido al público infantil, logró tener el impacto que tuvo a nivel de taquilla y en las calles. Frente a un mundo sin rumbo, donde líderes de la peor calaña obtiene su poder mediante el voto, como si la memoria no activara sus funciones, el cine mismo lo revisa y se revisa. Y la razón de por qué la película de Todd Philipps superó las últimas de Scorsese, Tarantino y Almodóvar es porque si bien todos recapitulan parte de ese extenso trabajo que viene llevando a cabo el cine en toda su historia, el primero no lo hace por nostalgia, melancolía o autoreferencialidad, sino bajo una función dialéctica. Hay un cuestionamiento mismo por todo aquello que ha representado, o decía representar el cine. Charles Chaplin universaliza la comedia, pero para el Guasón la comedia es siubjetiva. ¿No es acaso que lo sale a responder cuando se proyecta su película Tiempos modernos, con el vagabundo en su etapa de obrero explotado como protagonista, en el interior de una sala donde solo disfrutan los ricachones de Ciudad Gótica? De cualquier manera, los viajes en el tiempo y el espacio, se dan cita en este año, en un mundo donde todavía cree ser finito y unidireccional.
Top Ten de lo mejor del cine estrenado en Argentina en 2019
01. Guasón (Joker, EE.UU., Dir.: Todd Phillips). Una película que lee su tiempo en clave universal. Una resistencia a la posmodernidad, alejado de la influencia de los comics y los videojuegos, mediante el revisionismo fílmico permanente: el setenta-ochentismo, Chaplin, Fred Astaire, etc. Dialéctica permanente, donde el propio cuerpo de Joaquin Phoenix hace lo suyo. El remanente juego de géneros y, por ende de emociones, sobre la contradicción de la risa y el llanto, tiene su costado diabólico. Pero a la vez, una efectiva aplicación cubista, mediante las contradictorias lecturas sobre qué es real o imaginario, de ahí la necesidad de la memoria. La danza cumple un rol operístico, lejos de la burla o el mecanicismo que se había relegado en la pantalla grande. Reescribir la historia de Batman no es más que reescribir nuestras propias percepciones sobre la banalidad del bien.
02. Dolor y gloria (España, Dir.: Pedro Almodóvar). Luego de algunos obras pasajeras, el director de Átame revisa sus recuerdos, sumado a lo mejor de su filmografía, para crear una de sus mejores películas. La ternura de sus personajes, el esplendor de la tonalidad de sus colores, el calibrado manejo de edición: los mejores recursos almodovarianos están presentes, para recordar la constante construcción misma de nuestra identidad. Antonio Banderas, en el papel de su vida.
03. Esa mujer (Jiang hu er nü, China, Dir.: Zhangke Jia). Una apacible historia de amor enfrentada en el paso de tres décadas, y con la particularidad de germinar en el submundo del crimen organizado. Un retrato del enorme país asiático, lidiando con los sutiles cambios arquitectónicos y corporales, pero más que nada las emocionales. La duración precisa de las tomas en los momentos culmines de la trama logran llevar a esta obra de gran volumen en una formidable escultura, enfrentada en los caprichos del tiempo.
04. El irlandés (The irishman, EE.UU., Dir.: Martin Scorsese). La insoportable melancolía no evita que el director de Taxi Driver logre mantenerse en pié y llevar a cabo esta historia épica, y a la vez intimista, sobre las relaciones masculinas y todos los ejes que la misma conllevan, como la lealtad, la amistad y la soledad. Un vertiginoso montaje, música y actuaciones, pero bien claros en cuanto a su función.
05. Había una vez… en Hollywood (Once Upon a Time in Hollywood, EE.UU., Dir.: Quentin Tarantino). Es un acto de justicia divina, que será platónica, pero que nos dispara la imaginación sobre los devenires de lo que el cine podía haber sido. Amor y seriedad se mezclan en esta historia detallista, tanto en su escenografía como en la construcción de sus personajes. Suspenso, thriller y comedia son tomados de manera puntillosa sin necesidad de tanta magnificencia, en este Tarantino saliendo de la adolescencia.
06. Mirai, mi hermana menor (Mirai no Mirai, Japón, Dir.: Mamoru Hosoda). Pocas películas logran representar realmente las inquietudes de la niñez, en este caso los celos por la llegada de una hermanita. Un animé que enamora y que no solo nos invita a un viaje lúdico por distintos pasajes tempo-espaciales, sino también por las travesías mismas de sus transiciones, con la reivindicación misma de aquella etapa de la vida donde nos sentíamos más libres.
07. Somos una familia (Manbiki kazoku, Japón, Hirokazu Koreeda). Un reflejo propio de la sociedad contemporánea. La disfuncionalidad reflejada tanto en sus planos apretados del interior de su hogar, como los espacios abiertos para robar una despensa, son una inquietud fílmica sobre qué concepto otorgar a aquello que se creía saldado como es la familia. Una obra de referencia sobre nuestra etapa mundial en clave nipón.
08. Jamás llegaran a viejos (They Shall Not Grow Old, Reino Unido/Canadá, Dir.: Peter Jackson). El director de El señor de los anillos expone su creatividad libertaria frente a esos materiales inéditos de la Primera Guerra Mundial. Testimonios de archivo que se codean, a veces en forma jocosa, sobre los videos y fotos retocados cromáticamente. Una construcción soberbia sobre aquel conflicto bélico que se tenía relegado en un difuso compendio, pero que a la vez permite rasgar sobre la vivencia misma de lo peor de la humanidad.
09. La mula (The mule, EE.UU., Dir.: Clint Eastwood). Nuevamente, el eterno y duro sucio retoma su clasicismo en un relato menos policial y más íntimo. Frente a las adversidades sobre los cambios generacionales, el viejo Clint revitaliza en cada toma la endeble necesidad de contar una historia, la curiosidad misma por difundir relatos y endureciendo sin perder la ternura.
10. Spider-Man: un nuevo universo (Spider-Man: Into the Spider-Verse, EE.UU., Dir.: Peter Ramsey, Bob Persichetti y Rodney Rothman). Su enorme libertinaje sonoro y cromático se sustenta en valorizar otra etapa de la vida como es la adolescencia. Relegado como un rol biológico para saciar sus órdenes hormonales, el adolescente es ahora un constructor cultural. El estilo graffitti, el arte callejero, la delineación de los distintos colores, sumado al homenaje de los distintos estilos caricaturescos, exponen a éste filme de superhéroes una creatividad en clave reivindicativa.
Mención especial: Bixa Travesty (Brasil, Dir.: Kiko Goifman y Claudia Priscilla). La figura del artista Linn da Quebrada incomoda desde lo textual y lo gráfico, mediante una serie de pautas que se acomodan en el campo audiovisual. La pija ya no es un tabú o una referencia unidireccional, desde el arte puede ser una figura hermosa.