Hermanas y hermanos de Nuestra América; hermanas y hermanos de los pueblos del mundo:
Solo repetiré con el poeta José Martí: “Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.” El ultraje a nuestras hermanas y hermanos en Bolivia, en Chile, en Argentina, en Colombia, en fin, a los pueblos del mundo bajo el sistema mundo capitalista; el accionar del sistema mundo capitalista patriarcal, misógino, racista, colonial, fundamentalista religioso, civil, militar; las narrativas xenófobas producidas en serie por los conocidos tanques del pensamiento (think tanks gringos, ¡tanques de guerra del pensamiento!) para uso de los golpistas y dictadorzuelos en contra de los pueblos de Nuestra América y del mundo; el envalentonamiento criminal de los gamonales, terratenientes, industriales, transnacionales, iglesias, partidos y fuerzas paramilitares; de las ONGs que buscan dulcificar la opresión; del fascismo que, sembrando el terror, efectúa el simulacro de una supuesta conciliación de clases al servicio “de los intereses superiores de la producción”, tal como lo proclamó Benito Mussolini en la Ley de las Corporaciones Fascista, y en su versión actual como “cadenas productivas” con “eslabones” (tomo estas expresiones de las legislaciones actuales y vigentes de los Estados Latinoamericanos sin ninguna excepción), y demás piezas de este dispositivo de poder de la economía capitalista que incluye a los buenos y disciplinados ciudadanos y movimientos atrapados en las cadenas políticas y económicas de los laberintos estatales de la barbarie. Oportuno es recordar, como dice la compañera Leyla desde la experiencia democrática de Rojava, hoy asediada por los bombarderos de la OTAN: “la verdadera forma de organización de la sociedad es la cooperación, no el individualismo ni la competitividad.” No hay liberación de los pueblos dentro de la máquina misógina, fundamentalista y racista; no hay liberación al ritmo de sus eslabones, de sus cadenas, de sus instituciones; no ignora la economía del sistema mundo capitalista que es la violencia y la guerra la que la dinamiza y la sostiene; no ignora el sistema mundo capitalista que mientras más hablamos en su propio lenguaje más colonizados somos. Entonces tendremos no solo la piel negra y las máscaras blancas, como escribiese Frantz Fanon, sino que tendremos la piel de indio, de mestizo, la piel hecha girones y “la máscara hipócrita del buen ciudadano” (Agamben, 2011), la entraña habitada por los colonialistas que repudiamos. No hay mayor derrota que la de la imaginación. Por esta razón José Martí expresó: “Crear es la palabra de pase de esta generación”; para insistir después: “Nuestra salvación está en crear.” Ante todo esto; ante la “Israel de Latinoamérica” que ha exportado su experiencia terrorista a las demás instituciones militares, policiales, paramilitares y estatales del continente y cuyos resultados enfrentamos hoy en los territorios en lucha de Nuestra América, llámese Bolivia o Argentina, Chile o Colombia, Paraguay, Uruguay, etc.; ante las dictaduras del capital y las democracias de la miseria, la explotación y la muerte, “es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.”
1.
Este es el sistema de cerrojos, leyes, religiones y verdugos con los que el sistema mundo capitalista oprime y mata a los pueblos del mundo: después de la supuesta derrota del nazismo y del fascismo por un capitalismo “victorioso” en la Segunda Guerra Mundial, ya que sus doctrinas salieron victoriosas bajo las banderas de los vencedores, el mismo capitalismo las ha mantenido actuantes hasta el presente: el fascismo y el nazismo son el combustible de su economía y de su política, de sus instituciones académicas y filantrópicas, etc. Por esta razón se puede constatar, para dar algunos ejemplos, que después de la muerte en 1975 del dictador falangista Francisco Franco en España, se habló de una “transición” a la democracia, pero nunca ha habido “transición” a la democracia; después de la reforma agraria en 1954 en Guatemala impulsada por Jacobo Arbenz, la CIA y la United Fruit Company (hoy Chiquita Brands), impulsaron un golpe de estado y “restablecieron” la democracia; después de la dictadura de Pinochet en Chile, dictadura impuesta por los Estados Unidos (la CIA, etc.) para derrocar al presidente electo Salvador Allende, no hubo democracia en Chile, sino puro y llano neoliberalismo; después de la dictadura en Argentina, no hubo democracia en Argentina; con la existencia de las Naciones Unidas, el pueblo palestino no deja de ser masacrado, y los niños palestinos no dejan de ser encarcelados y torturados; Israel, que deshumaniza al pueblo palestino, hace parte de la Organización de las Naciones Unidas y también del Consejo de Seguridad de la misma institución humanista transnacional; la OEA, dentro de sus cruzadas civilizatorias, galardonó en 2004 a la Chiquita Brands con el premio “Ciudadano Corporativo de las Américas”, tres años después de que la misma Chiquita Brands entregara 3000 fusiles AK 47 a los paramilitares en Colombia y cinco millones de cartuchos para matar a los pueblos y comunidades campesinas, defensores y defensoras de los derechos de las comunidades, etc., y apuntalar de esta manera el sistema neoliberal del capitalismo en el mundo; después de que la ONU enviara sus cascos azules a Haití, estos introdujeron el cólera, son responsables de violaciones y prostitución, garantizando en su momento la continuidad de un régimen de violencia contra el pueblo haitiano. Los cascos azules son militares de los ejércitos represivos de los mismos estados capitalistas. El pueblo Mapuche, perseguido por los estados argentino y chileno en beneficio de la transnacional BENETTON, nos recuerda que compartimos un común destino con nuestra Madre Tierra; que aquello que el capitalismo ve separado no es más que el desgarramiento de la vida por el sistema económico-militar que nos asesina cuando asesina la tierra; que nos asesina cuando asesina al agua; que nos asesina cuando asesina los árboles.
Hermanos y hermanas de Nuestra América: bajo este sistema de cerrojos, leyes, religiones y verdugos, no existe un después histórico dentro del capitalismo. Solo existen y existirán nuevas formas de barbarie.
2.
El discurso, las narrativas que el sistema mundo capitalista ha venido produciendo sobre “vandalismo” e “infiltración” de “delincuentes” en las marchas y movilizaciones de los pueblos, pretende enmascarar las múltiples prácticas que utiliza el sistema mundo y las castas en el poder para el saqueo, el robo, la explotación y la barbarie ejecutada sobre los pueblos del mundo. En Bolivia y en Colombia, por ejemplo, sus grupos paramilitares ejecutan saqueos y se movilizan de manera coordinada con toda la gama de acciones represivas del estado, de la misma manera que esta otra estirpe de terroristas y ladrones llamados políticos, empresarios y demás asaltan de la misma manera a los pueblos prevalidos de sus posiciones económicas y políticas: Fabio Puyo Vasco (15.000 millones, El Guavio); Álvaro Uribe, Sergio Fajardo, etc. ($4 billones, Hidroituango,); Wilman Muñoz, Patricia Gamboa ($11.000 millones, Universidad Distrital)… y las masacres y la barbarie y las y los desaparecidos y los millones y millones de desplazados… … … son vándalos, ladrones y terroristas por arriba y por abajo de un sistema mundo capitalista patriarcal, racista, misógino, genocida. ¿Qué pretenden con estas narrativas sobre “vandalismo” e “infiltración” en las movilizaciones de los pueblos?:
1. Desplazar el foco de atención de los crímenes que de manera sistemática ejecutan sobre nuestros pueblos sembrando el terror, y tender de manera velada la trampa de la “civilidad” de la que occidente se vanagloria (un terror civilizatorio, una santa inquisición que busca salvarnos el alma); de este modo, se reintroducen las instituciones del capital como instancias que regulan las relaciones de fuerza y de poder en el marco del sistema mundo;
2. De manera simultánea, el terrorismo del capital habla de “pacificación” en Bolivia, tal como en otros países habla de “voluntad de paz” o de “voluntad de diálogo”, pretendiendo dejar a la sombra la naturaleza violenta del capital, así como los siglos de opresión que han venido sufriendo los pueblos del mundo, atribuyéndonos, abiertamente, que los violentos somos los condenados de la tierra; la “voluntad de diálogo”, la “pacificación” que propone los genocidas son una mercancía más dentro de la masa de mercancías que producen explotando, expropiando y oprimiendo a los pueblos del mundo.
3. Introducir instancias nacionales o transnacionales que aparecen como “neutrales”, pero que son expresión de los mismos intereses económicos de explotación, expropiación y violencia, como la OEA.
4. Desde el lenguaje del sistema mundo capitalista no existe ninguna posibilidad de establecer comunicación con la vida; la palabra de los pueblos son el fluir de nuestras existencias en el fluir de la vida. Las propuestas de “diálogo” enmascaran y niegan esta realidad histórica. Su lenguaje necrófilo no es otra cosa que la expresión cristalizada en las palabras de sus experiencias genocidas.
Las luchas de los pueblos del mundo solo hemos de cuidarnos de las infiltraciones del pensamiento y de las prácticas terroristas del capital.
3.
Enarbolar la wiphala frente a la guerra desatada; las semillas frente a la guerra desatada; los rostros de nuestras mujeres, niños, jóvenes, ancianos y ancianas frente a la guerra desatada; resistir según la sabiduría y las circunstancias de cada pueblo frente a la guerra desatada; desestancar la sangre coagulada, como dijese el poeta José Martí.
No al simbolismo de muerte del poder; no a las delegaciones para hablar en las instancias de muerte del poder. El nosotros, pueblos del mundo, es el poder asambleario.
“¡Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.” (José Martí)
Ilustración: Nico Mezquita