“Los nasas han sabido sobrevivir a esos sucesivos conflictos gracias a una compleja lista de estrategias (algunas inverosímiles) de resistencia y a una hilera de mártires cuya memoria honran en himnos y murales. En esos mismos himnos aluden a una lucha infinita (“Hasta que no se apague el sol”), reiteran su relación con la muerte (“Por cada indio muerto, otros miles nacerán”) y su sentido de dignidad como pueblo ancestral, dueño legítimo de un territorio (“Defender nuestros derechos, así nos toque morir”).”
Jose Navia Lame, “Los nuevos enemigos de los nasas”
Poder hablar después de 500 años.
El paro nacional en Colombia, al igual que las manifestaciones en Chile, han destapado un hedor, oculto por un aparato represivo militar y mediático, que no se ha mostrado suficiente o eficiente para callar las voces de las pueblas. Ni impedir que las cuerpas se movilicen, incluso entregando la vida para enfrentar un sistema de muerte.
Por Tomás Astelarra
Hay una importante contradicción entre los veloces tiempos en que se comparten las informaciones de esta América Latina convulsionada; y el largo proceso de hastío y saqueo que sitúa a las pueblas en el preciso abismo del pachakuti. Por dar un ejemplo: el paro nacional en Colombia (o más bien la dimensión que ha cobrado) lleva siglos gestándose.
Pero empecemos por el último año. “Hace una año diversas organizaciones políticas, sociales y sindicales nos encontramos para buscar rutas de construcción de una agenda política y de movilización en común, teniendo en cuenta que el nuevo gobierno de Iván Duque iba a tener una política guerrerista, fascista y conservadora. Ese caos fue una oportunidad de encontrarnos y proponer de manera más conjunta”, rememora vía wup en el programa Profanas Palabras (Radio Eterogenea, Córdoba), Pilar Lizcano, vocera de Ciudad en Movimiento y el Congreso de los Pueblos.
“El 21 N no es el primer ejercicio que se logra en esta articulación. Pero la particularidad es que esto se transforma de una iniciativa exclusiva de estos espacios, en una acción de la población en general, de los ciudadanos y ciudadanas que están cansadas de las políticas que se han venido implementando, de no tener posibilidades de una vida más digna”, aclara. “Durante estos días ha habido múltiples expresiones de la sociedad, desde el cacerolazo a las actividades artísticas, con un grado de manifestación que no se había visto en otras épocas del país. La calle es muy importante para oxigenar la democracia y hoy se pone a prueba ese dicho que dice que hay días que resumen años en la historia de los pueblos. Quiero quedarme con la alegría de pensar que se está produciendo un cambio. Ese es el desafío”, agrega el senador Walter Arias Castillo en una entrevista al programa Un Día (en FM Tinku de Traslasierra).
Dialogando con FM La Tribu de Buenos Aires, el activista Manuel Rozental (Pueblos en Camino) explica el fenómeno: “Los motivos son tantos que no hay ningún motivo en particular. Uno es que el ejército de Colombia ha estado asesinando sistemáticamente niños y encubriéndolo. Esto se supo a raíz de un caso de 18 niños asesinados en el Caquetá en un bombardeo. Eso le costó el cargo al ministro de Defensa, Guillermo Botero. Pero luego el senador Gustavo Petro dijo que en los últimos ocho años no son ocho sino trescientos los niños. Esto se suma a un historial de falsos positivos, es decir: asesinar civiles inocentes y presentarlos como caídos en combate. El general Nicasio Martínez fue ascendido al rango más alto del ejército de Colombia justamente cuando se descubrió su involucramiento, desde el comando Pombona, con uno de los casos más claros y perversos de falso positivo. Es decir: que a un asesino fascista se le otorgó en este gobierno el cargo más alto. Hay una corrupción profunda de las fuerzas armadas, con miles de crímenes que siguen y siguen. Además hay vinculaciones directas del gobierno con el narcotráfico y el asesinato de dirigentes indígenas, como en el Norte del Cauca”. En el plano económico: “Todas esas políticas por las que se levantó la gente en Chile o Ecuador se han implementado en Colombia con la mayor agresividad desde hace muchísimos años. Siete de cada diez personas en edad de jubilarse no reciben ningún tipo de pensión. Y además este gobierno propone una reforma pensional que los acaba de abandonar totalmente a la miseria. Los días en que se cobra las pensiones en este país, son el día en que salen a mendigar los ancianos y ancianas que han trabajado toda la vida. Esto junto a otras reformas como la laboral, que prácticamente nos convierte a todas y todos en trabajadores informales (y eso ya es un privilegio)”.
Días agitados
El jueves 21, desde las siete de la mañana la marcha fue convocada en diversas ciudades y pueblos del país. Lo que el gobierno había estimado sería una movilización más de las organizaciones sociales, lentamente fue superando las expectativas en cuanto a cantidad de gente y cobertura de territorio. El viernes 22, la Central Única de Trabajadores (CUT), a través de su dirigente Diógenes Orjuela García, llama a desmovilizar y cumplir con el paro de 24 horas. Sin embargo la gente se decide a seguir movilizándose.
A partir de ahí el gobierno comienza a reprimir las manifestaciones pacíficas por la tarde (en cuanto se vuelven menos numerosas), interveniéndolas con infiltrados o pandillas callejeras haciendo destrozos, para luego fomentar, a través de medios hegemónicos y redes sociales, la imagen de “vandalismo”, para luego declarar el toque de queda y estado de sitio. El gobierno, que ya había allanado numerosas viviendas de dirigentes sociales dos días antes del Paro Nacional, comenzó la cacería y asesinato a sangre fría. “Estamos viviendo momentos de mucha exigencia en la sociedad, pero que quede claro: aquí no van a pretender los pirómanos ganar con la violencia lo que no ganaron en las urnas”, había advertido el presidente Ivan Duque días antes del paro. El martes 26 de noviembre, el director de la Policía Nacional, Oscar Atehortúa, hizo circular un cartel con las 119 personas más buscadas ante los “actos de vandalismo”.
En paralelo el gobierno daba marcha atrás con algunas medidas y tomaba otras a modo de contención (la devolución del IVA a las familias más pobres, la reducción de aportes a la salud para los pensionados con salario mínimo, incentivos a empresas para que generen empleo para jóvenes...) A pesar del costo total de 1.000 millones de dólares de tanto derroche de bondad, las marchas no cesaron y empezaron a exigir la renuncia del presidente. El dólar alcanzó picos históricos ($3.502,97) produciendo en noviembre la mayor devaluación de América Latina (4%) después del peso chileno (11%) y el real brasileño (6%). “Hay cosas que están pasando en este momento que generan incertidumbre. Las marchas originalmente, como fueron planeadas y convocadas, buscaban llamar la atención sobre algunos temas de la agenda nacional. Ya se logró lo que se quería lograr. No se encontró demasiada razón para seguir presionando con cosas que en realidad no son de fundamento”, explicó Bruce Mac Máster (sic) de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI). Y mostró estadística que confirmaban que ya antes de las protestas, en octubre, el Índice de Confianza Comercial había bajado 2,5%, y el de Confianza Industrial 5,7%.
El actual presidente de Colombia, Ivan Duque, es sindicado en realidad como un mero delfín del ex-mandatario Álvaro Uribe Velez, un personaje que, además de ser declarado el hombre colombiano del siglo en History Channel , fue responsable durante su gobierno de un número de desapariciones y crímenes políticos que superaron las estadísticas de la dictadura de Pinochet. Tras las denuncias del senador Petro, la justicia colombiana comprobó las claras y demostradas vinculaciones entre el gobierno y grupos narcoparamilitares responsables de masacres contra las pueblas o asesinato de líderes indígenas, campesinos o sindicales con la complicidad también de diversas empresas multinacionales. Al igual que los índices económicos, la imágen de Duque también anda en picada. Cayó al 27,2%, frente al 43% de agosto.
Por su parte el Partido Liberal (segunda fuerza en el Congreso) ya a ha expresado su decisión de no aprobar el paquetazo de reformas impulsado por el gobierno. “Si bien ha hecho varios ofrecimientos de dar marcha atrás con algunas medidas, el gobierno ha demostrado tener una actitud burdamente engañosa. Por otra parte, frente a semejante movilización, se están moviendo las posiciones políticas y puede ser que la votación sea contraria al gobierno. En la calles los hechos están aconteciendo muy rápidamente, y la demanda inicial de dar marcha atrás con todas las medidas es imparable”, opina Castillo.
El 24 de noviembre, en medio de las movilizaciones, por medio del decreto 2111, el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, aprobó la creación del Grupo Bicentenario (un conglomerado de empresas públicas relacionadas con el sector financiero). A partir del decreto, estas empresas públicas deberán regirse por los parámetros de la banca privada, habilitando así la privatización de la banca pública.
En octubre, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), presentó su informe sobre Colombia en Bogotá. En el mismo destacaban que la desigualdad en el país es la más alta de los 36 países que ya son miembros plenos de la organización (0,476 en el índice Gini).
Según el informe: “las transferencias monetarias a la población más desfavorecida son escasas”, mientras gran parte de los subsidios “van a parar a la población más rica”, el sistema tributario “apenas reduce la desigualdad” y el acceso a la educación, salud y pensiones es desigual.
Los más afectados son las minorías étnicas, las mujeres y los desplazados por la violencia. La organización también llamó la atención sobre el desempleo en Colombia (10,01%) y la informalidad laboral, que afecta a cerca del 60% de los trabajadores.
Regar la tierra de indios
Sarmiento decía que había que abonar la Patagonia con sangre mapuche. Hace algunos años en el Cauca, un líder indígena me dijo: “Yo he tenido diez hijos porque a cinco los va a matar el ejército, o la guerrilla, o los paramilitares. Pero cinco van a seguir resistiendo en el territorio”.
“¡Lo asesinó el Estado!”, se escuchaba en las calles en la noche del 25 de noviembre, luego de que se conociera la muerte del joven Dilan Cruz. A las 11:30, cientos de personas se reunieron en la 19 con 4ta de Bogotá (lugar en el que Dilan fue asesinado) y con cacerolas, velas y flores, rechazaron el asesinato del joven y la violencia del Esmad (Escuadrón Móvil Anti Disturbios).
El miércoles 27 de noviembre, en la región de Antioquia, fue asesinado Bernardo de Jesús Chancí, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) de la vereda San Agustín de Leones, en Ituango. El 19 de noviembre ya había sido asesinado Walter Enrique Rodríguez, presidente de la JAC de la vereda San Miguel, Taraza. Ya otros dos líderes comunales habían sido asesinados en lo que va del año. Según el informe presentado por la organización Indepaz 106 campesinos ambientalistas, comunales o impulsores del Plan Nacional Integral de Sustitución de cultivos de uso ilícito (Pnis) han sido asesinados en la primera mitad del año en todo el país.
El 30 de octubre diversos grupos indígenas se unieron al paro denunciando el “genocidio” perpetuado por las fuerzas del orden público, a la vez que llamó al gobierno a que respete los acuerdos de paz firmados en La Habana en 2016. Durante 2019 un líder indígena fue asesinado cada 72 horas. Según el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), 22 indígenas fueron asesinados en este departamento el año pasado. En lo que va de 2019 ya son 56 las víctimas mortales.
Ayer alrededor de cincuenta integrantes de la guardia indígena del Cauca llegaron en una “chiva” a Bogotá para apoyar las movilizaciones del paro. Otros grupos indígenas también se han sumado a las movilizaciones, desde localidades como Huila, Tolima y Caldas. El consejero mayor del CRIC, Hermes Pete, aseguró que no se trata de un tema entre partidos políticos, sino que "es un sentir de la comunidad que conoce la realidad del país. Vamos a seguir en resistencia esperando que el gobierno de una rápida salida". Las autoridades indígenas también fueron convocadas hoy a una junta directiva extraordinaria en la vereda El Pital del municipio de Caldono, para estudiar las acciones y fortalecer la movilización.
“En un país donde hace años nos han privado de hablar entre nosotros, es la primera vez que salimos masivamente como pueblo sin que nadie controle la movilización o nos pueda señalar que pertenecemos a uno u otro lado. Estamos todas y todos. Esta movilización nos deja mirarnos a los ojos. Lo que nos saca a la calle es por fin encontrarnos, por fin conversar, entre nosotros y nosotras. Tenemos 500 años de una conversación pendiente, que el terror, la propaganda y la manipulación, nos han impedido”, concluye Manuel Rozental.
Audios: Profanas Palabras, Vuelta Cangrejo, Un Día.
Fotos: Pueblos en Camino y Colombia Informa.