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CRÓNICAS MENORES. Sanar la tierra (III Parte)


Por Santiago Somonte


Durante la mateada en el club Raver, en el centro de la Patria Sojera, partido de Exaltación de la Cruz, organizada por el grupo Exaltación Salud, se debaten las posibles acciones frente al destrato de las instituciones políticas ante el reclamo de les vecines por un ambiente saludable.


El complejo entramado de leyes y recursos para contrarrestar los abusos de las corporaciones económico-políticas, se instalan definitivamente en la mateada. Las limitadas resoluciones dilatan objetivos, y potencian enfermedades, daños ecológicos y más dolor. Así, el logro de la prohibición aérea total para las fumigaciones en todo el partido, sancionadas el pasado 26 de marzo, y el límite de pulverización a 150 metros de viviendas y 300 metros de las escuelas, sufrió un retroceso tras la negativa acerca de nuevas ordenanzas por parte de cinco concejales de Defensa Comunal, partido vecinal gobernante, el pasado 11 de junio, en el Concejo Deliberante.

Los legisladores se negaron a otorgar agua segura a los barrios más afectados, realizar estudios en suelo y agua e instalar un campamento sanitario que permita relevar y asistir a vecinxs. ¿Los motivos esgrimidos?, falta de tiempo e información para instrumentar la ordenanza… “No lo podíamos creer”, recuerda Anabel Pomar, narrando la indignación por el destrato de la clase política, desairando a quienes han sufrido directa o indirectamente, las fumigaciones: “Siempre que se habla de estas historias son sueños truncados, familias rotas, personas afectadas. Siempre es dolor”.


La mesa abre la discusión, busca mecanismos para replicar pequeñas victorias y expandir la lucha. Andrea Melo, la joven concejala de Unidad Ciudadana, destaca la prohibición aérea y el hecho político de contar con la presencia de la ciudadanía en el Concejo, basándose en la reunión del día anterior. Afirma que a pesar de la negativa en la realización de los estudios, lxs integrante del oficialismo local, “pagaron el costo político”, y remarca la necesidad de discutir a mediano y largo plazo, “que tipo de territorio queremos habitar”. Sin embargo, la desconfianza sobrevuela el ambiente. No se duda de la buena voluntad de Melo, sino el repetido accionar político en época de elecciones, que busca apropiarse de diversas luchas. Como contrapeso a los intereses individuales, la intervención de los diferentes partidos, a la hora de legislar y ejecutar, resultan fundamentales para avanzar contra los gigantes que devastan la tierra y la vida de la gente. Nadie ignora esa cuestión en la mesa del club Raver.


Marta Maffei, con la experiencia de sus luchas históricas, toma la posta, interpela nuevamente a la mesa: ”Podemos nosotros decidir un reclamo de este pueblo, el más importante?!. Podemos empezar a trabajar en los barrios y meter cincuenta vecinos adentro del Concejo Deliberante, a plantear y a exigir (…). Si la gente entiende que la pelea de la compañera que perdió una hija, es la pelea de todos...!”, arenga con enfásis. “Todos tenemos plaguicidas en sangre”, agrega Claudio Lowy. La treintena de personas presentes, habitantes de diferentes lugares del partido, que ven el desmonte y las pulverizaciones en derredor de sus territorios, asiente convencida.


ARGENTINA, PAÍS APTO PARA EXPERIMENTOS TÓXICOS


Las responsabilidades políticas y jurídicas se entrecruzan todo el tiempo. En toda pelea, en cada caso de impunidad, en nuestra vida diaria, legislaciones, voluntades partidarias y recursos, accionan y deciden sobre vidas ajenas, delinean nuestro futuro: muchas de sus resoluciones decantan en paradigmas negativos, se incorporan a un inconsciente colectivo que señala y apunta, desconociendo pequeñas grandes luchas. Como la de Claudio Lowy, compartiendo esta tarde-noche de reunión en Los Cardales o a través de las huelgas de hambre en la puerta de la Defensoría del Pueblo de la Nación en noviembre de 2010 o en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, allá por junio de 2011, reclamando por el cambio de metodología de clasificación de los agrotóxicos, entre otros puntos presentados por entonces.


La desinformación o los modos deliberadamente complejos de describir las cuestiones técnicas del uso de venenos varios, han servido tanto a nivel local como en el resto del mundo, como un modus operandi de las grandes corporaciones y la complicidad de la casta política y jurídica, en su carácter de socios directos, para seguir ejerciendo un modelo de saqueo. En el distrito, la cuestión repite esa lógica imperante: “Participé hace unos meses en una charla en (barrio) Sakura, a partir de un informe de la universidad de General Sarmiento. Uno de los indicios de las encuestas que realizaron, comprobó que la gente no está informada acerca de la contaminación por fumigación, sino que ve como un agente contaminante a la instalación de los parques industriales”, comenta Carina Miqueo, enfermera, vecina e integrante de Exaltación Salud. La estrecha relación entre las labores del campo y la población del partido, no les permite distinguir el daño que están provocando las fumigaciones. “Tiene que ver con la fuerza que nos hace falta como distrito, para poner este tema en discusión dentro del Concejo Deliberante. La gente no tiene claro que se fumiga con glifosato, que permanece en el suelo, que viaja en el aire, que un montón de países lo ven como algo altamente tóxico que produce cáncer…”.


La necesidad de expandirse, unificar criterios, difundir la situación en los medios de comunicación, son los puntos coincidentes de lxs presentes, que vienen realizando encuentros y protestas en los diferentes en Capilla del Señor, Los Cardales y otros pueblos del partido, con mayor frecuencia. “Nada se consigue de la noche a la mañana, pero no crean que no tienen fuerza”, agita Maffei, consciente de las idas y venidas en las largas luchas por delante, en un contexto político donde la represión y la exclusión son validadas por el propio Estado.


Lowy se refiere a las “buenas prácticas agrícolas”, eufemismo utilizado para la implementación de distintos materiales, usos y modos de encarar una fumigación. Describe en forma pausada y sintética, que el mal uso de los fitosanitarios por parte de productores, aplicadores y peones rurales, suele ser el chivo expiatorio habitual de los verdaderos responsables: “Ese argumento oculta la responsabilidad de la Organización Mundial de la Salud, de las corporaciones empresarias, de los ingenieros agrónomos, del Ministerio de Agricultura, del SENASA…”. La presencia de plaguicidas en lugares tan inhóspitos como la Antártida, grafica el especialista, son la prueba fáctica de que los agrotóxicos están en todas partes, y que su impacto, al diseminarse en el aire, provoca daños irreparables. “Hay que fracturar la alianza entre los productores y la agronomía que le vende esos productos… Si nosotros logramos convencer al productor, va a estar más cerca de hacer la conversión a la agroecología”, asegura.


La paradigmática lucha de los habitantes del barrio Ituzaingó, en Córdoba Capital, es el hito que toma Lowy como ejemplo, para continuar la charla. “Es el único caso donde hay un aplicador y un fumigador condenados por la justicia penal!. ¿Cómo consiguieron los vecinos poner el caso en la agenda pública?. Hicieron un mapa, un plano con las calles y fueron casa por casa, preguntando que enfermedades hay… Esto te permite conocer a la gente. Así formas una masa crítica que te permite cambiar, conseguís que el tema se trate en el Concejo Deliberante”. Esta práctica, se realizó en los barrios más dañados de Exaltación de la Cruz, tal como se plasmó en la segunda crónica de esta saga. Otros relevamientos similares generaron “cuatro grupos activos en cuatro barrios diferentes”, que activan la lucha en el territorio, cuenta Pomar. En paralelo, el desconocimiento y cierto recelo a quienes como ella, no forman parte de los nacidxs y criadxs en el partido, obturaron parcialmente la difusión de la problemática. “Hay gente que vive desde siempre, los han fumigado toda la vida en los colegios, y recién ahora tienen una autopercepción de que son pulverizados, pero no hacen las denuncias”.


La gran extensión del partido, las características propias de cada zona y el aún limitado nivel de participación, atrasan las posibilidades de lograr el control sobre las fumigaciones, la recuperación de la tierra y la implementación de la agroecología como solución natural que plantee un nuevo estado de cosas en el distrito. Mientras, continúa allí, en los partidos vecinos que lo rodean y en todo el país del boom sojero, los casos de infertilidad, malformaciones, abortos espontáneos, parkinson, cáncer, tiroides, chicxs con autismo, aletargados o con déficit de atención, por citar algunos de los efectos neurológicos y genéticos que aumentan a diario. Silenciosamente, aplicadores, campesinxs, maestrxs y alumnxs, o cualquier persona comiendo cualquier alimento, se envenenan. Los mosquitos y avionetas continúan pulverizando, los bidones de Roundup, Atrazina y otros herbicidas se encuentran en los caminos rurales, una minoría engorda sus bolsillos y las decisiones concretas para frenar la muerte no llegan.


En el sur cordobés, en los pueblos entrerrianos, Chivilcoy, Villa Constitución, Pergamino… trascienden nuevos casos de enfermedades. El negocio bajo la cortina de humo venenoso, oculto por el establishment y los medios sostenidos con abundantes billetes, está garantizado. Por su parte, en Estados Unidos, los juicios millonarios a Monsanto, amo y señor de los agrotóxicos en el mundo, se multiplican. La impunidad y la facturación de la empresa, también. Diversos estudios científicos, dan cuenta que los componentes de sus productos son mortales. Se rebajan las cifras, se intentan indemnizaciones menores a sus empleados, muchos de ellos con enfermedades avanzadas, pero las condenas se acumulan y sientan precedentes para los demás países.


CONCLUSIONES PARCIALES PARA UNA LARGA LUCHA


El debate de la mateada, en tanto, regresa a la puja política distrital: “Hay una ley nacional de medio ambiente que habla de la prevención y el principio precautorio, habilitando a cualquier municipio a poder generar una ordenanza que restrinja (las fumigaciones). Estamos en el punto más alto de la organización y de la visibilización: somos uno de los doce municipios de la provincia que tenemos prohibición aérea. Hemos generado una confianza en los vecinos” rescata Melo, optimista. La desconfianza a los sectores políticos, o al menos, la necesidad de utilizar todos los dispositivos para que se ajusten a los reclamos de estas organizaciones, son las respuestas a la concejala, quien recuerda la primera reunión con vecinxs. “Fui prácticamente echada…”, recuerda. También, se habla de posiciones “caretas”, por conveniencia, que a la hora de votar ordenanzas se invierten al mejor postor. A pesar de ello, nadie niega la importancia del accionar de los partidos. Lxs vecinxs saben que la lucha por un distrito sin fumigaciones que dañen todas las vidas que habitan tierra, cielo y agua en Exaltación de la Cruz, llevará tiempo y precisará de la mayor cantidad de voluntades posibles.


Son casi las nueve y media de la noche: la mateada se alargó una hora más de lo previsto y la gente comienza a despedirse lentamente. Sonrientes, cansadxs después de una reunión amable, productiva, con idas y vueltas en el debate. El regreso a los distintos rincones de la zona sobre el filo del fin de semana, lxs devolverá a la cotidianidad hogareña, en algunos casos con la ausencia física de sus seres más queridos. En las casas, en los colegios, en cada uno de los colectivos que estuvieron representados en este encuentro, seguramente surjan pequeñas nuevas conclusiones, datos hasta entonces desconocidos, puntos en común e historias de dolor que se harán catarsis en pos de nuevas soluciones.


En medio del circo electoral, para el cual se destinan millones de dólares, vale recordarlo, la agenda se hace rosca y la política se vuelca a buscar el voto-miedo, el mal menor, o simbólicas dádivas para recuperar pequeños rasgos de status, que en definitiva, son esbozos conformistas de un sistema agotado. Sin propuestas concretas, para enfrentar esta situación de muerte en tierra, aire y cuerpos; se omiten estas peleas por territorios libres de veneno: el extractivismo, el fracking y otras prácticas saqueadoras no forman parte de la agenda de lxs candidatos.


La agroecología, la recuperación de la tierra, la diversificación de alimentos para producir de un modo consciente, a través de un comercio justo y equilibrado, y la participación de distintos movimientos sociales, con una organización horizontal y democrática, sumados al recuerdo de lxs fallecidxs por los venenos, son las razones que motorizan a quienes se reunieron esta tarde. En tanto, la lucha de ayer y hoy de Lowy, la pelea que encabezó Maffei hace veinte años por la educación pública o la gigantesca batalla que unos kilómetros al norte, dio Ana Zabaloy, y otras tantas sostenidas por miles de anónimxs, en este país-rompecabezas, volverán súbitamente a la memoria de quienes eligen involucrarse. La resistencia, la concientización de estas temáticas y tantas otras que se entrecruzan, resignifican mandatos establecidos, que precisan de una participación masiva para modificar la realidad en la que vivimos.

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