La editorial Las cuarenta publicó recientemente el último libro de su colección Cuarenta ríos: Desde abajo y a la izquierda. Movimientos sociales, autonomía y militancias populares, de Mariano Pacheco. A continuación compartimos las “Palabras preliminares” con las que comienza la publicación.
“El siglo XXI comenzó en 1994”
El episodio es conocido. Sucedió el 1 de enero de 1994 en el sureste mexicano. Luego de pasar diez años en las montañas, un grupo guerrillero de extracción marxista que se había propuesto llevar adelante un destacamento entre los indígenas de la zona, sale a luz. Ya no son los mismos. Los pobladores del lugar, tampoco. De esa mezcla entre las tradiciones occidentales de las izquierdas y las de las comunidades prehispánicas, surge una nueva organización: el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). La historia de la mutación, de su contexto, fue contado una y otra vez por su vocero, el Sub Comandante Insurgente Marcos, así que no ahondaremos demasiado aquí. Sólo decir que el zapatismo fue nuestra revolución de octubre, si se quiere, parodiando un poco los juegos de espejos de la historia.
En ese contexto, sin teoría que ampare el decurso de su devenir, sin certezas ni demasiados programas en la perspectiva de construcción de una nueva sociedad, las bases zapatistas deciden salir del subsuelo de la historia para decirle al mundo que allí están, que el capitalismo sólo ofrece muerte e indignidad. De allí su reverso: “Ya Basta” y “Dignidad”, dos consignas que emergen entonces, en ese nuevo juego de espejos en el que la población del resto de México y de muchas partes del mundo salen a gritar: “Somos nosotros”; o también: “Todos somos Marcos”. Lo que sigue es por demás conocido: el zapatismo logra que se frene la guerra abierta, entablan con intelectuales, artistas, pensadores y luchadores de todo el mundo un vínculo a través de las redes sociales virtuales que facilita la revolución científico-técnica y paso a paso comienzan todo un proceso de construcción de autonomía que con los años se plasmará no sólo en la producción autogestiva sino también en el autogobierno, con las Juntas de Buen Gobierno y los Caracoles.
Si para el historiador británico Eric Hobsbawm el siglo XX comienza con la toma del poder por parte de los bolcheviques en Rusia, en 1917, y finaliza con la caída del muro de Berlín, en 1989 (cuando se desploman los así llamados “socialismos reales”), para nosotros –entonces– el siglo XXI comienza en 1994. En ese enero en que México se disponía a firmar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, dos años después de que la cuestión indígena en Nuestra América fuera puesta en primera plana al conmemorarse los 500 años de la colonización del continente. Cuando el discurso oficial del Nuevo Orden Mundial es el del fin del trabajo, de las ideologías, de la historia. En fin, cuando prima en el planeta entero el modo de producción capitalista y las elites de todas partes proclaman el fin de todos los fines, entonces, aparece el zapatismo.
Dos años y medio después, un 26 de junio de 1996, para ser precisos, los pobladores de la Patagonia argentina que habitan las localidades neuquinas de Plaza Huincul y Cutral Có se disponen a protagonizar la jornada que aquí conceptualizaremos como el momento de inicio del ciclo de resistencia popular anti-neoliberal.
El héroe colectivo
Si es cierto, como alguna vez afirmó Martín Heidegger, que cada generación gesta su héroe, y si es cierto, asimismo, que las jornadas del 19/20 de Diciembre de 2001 funcionan como símbolo insoslayable de lo que en otras oportunidades hemos denominado como Nueva Izquierda Autónoma[1], cabe preguntarnos cuánto aquellas jornadas insurreccionales funcionan como un momento de llegada y cuánto como momento de partida.
Si se insiste aquí con la importancia del símbolo 2001 (nuestro Eternauta, como el de Oesterheld, es un héroe colectivo), es porque en ese período se condensan y se proyectan experiencias previas, tanto en el plano nacional como en el internacional (en Argentina, desde la pueblada de Cutral Có; en Nuestra América, desde el levantamiento zapatista; en “el primer mundo”, desde las manifestaciones “antiglobalización”, sobre todo a partir de 1999, cuando se produce en Seattle la protesta contra la cumbre de la Organización Mundial de Comercio).
¿Es que estamos planteando una suerte de tabula rasa? Para nada, sólo que entendemos a la emergencia del zapatismo y a la irrupción de las puebladas como acontecimientos y no como meros hechos políticos. Es decir, haciéndonos eco de las conceptualizaciones más contemporáneas esbozadas por el pensador francés Alain Badiou, podríamos decir que, tanto en América Latina como en Argentina, desde entonces ya nada podrá ser pensado del mismo modo. Nuestro continente se convierte desde entonces en un sitio privilegiado dentro de la geopolítica mundial para repensar las apuestas de emancipación en el nuevo contexto de “acumulación por desposesión”, tal como el geógrafo David Harvey supo plantear.
¿Pero no ha pasado nada significativo durante los años 80? Poco que pueda ser pensado en su continuidad con los procesos que van a desembocar en 2001. Es que la década del 80 se parece mucho más a las del 60 y 70 (pero sin procesos de revolución en marcha) que a la de los 90. Es decir, de algún modo, las militancias y el pensamiento crítico aún viven en los 80 bajo las sombras de lo que fue, pero incapaces de producir y pensar algo nuevo. “En 1985 no nos dábamos cuenta de lo que habían cambiado las reglas del juego”, escribe Javier Trímboli en su Sublunar. Entre el kirchnerismo y la revolución. Es que los 100 días de democracia de los primeros tramos de la gestión de Alfonsín no conmovieron a nadie, tal como supo decir Fogwill con acidez desde las páginas de la revista Humor; no, al menos, como sí podríamos pensar que conmovieron –a su modo– los indígenas mexicanos y los piqueteros argentinos. De todos modos, subterráneamente, se gestaron en los años ochenta algunas dinámicas de desobediencias que creemos necesario revisitar.
Este libro busca contribuir a pensar los años de postdictadura en la Argentina (los procesos políticos del movimiento popular que emergieron en medio de esta democracia de la derrota). Con la perspectiva de quien entiende que en la labor intelectual, que en la escritura, se ponen en juego pasiones tan intensas como las que se depositan en una asamblea, movilización, reunión o corte de ruta, surgieron las líneas que leerán a continuación.
Escritura entonces que se posiciona como un cascotazo a los sentidos comunes que intentan perpetuarse en nuestra sociedad, y que a su vez entiende que, a veces, con un cascotazo textual no alcanza, y debemos pasar a la acción directa junto con nuestras compañeras y compañeros de ruta de otros oficios y espacios de militancia.
[1] Pacheco, Mariano y Rodríguez Alzueta, Esteban, “La izquierda autónoma en el laberinto: apuntes sobre el poder popular en Argentina”, en Reflexiones sobre el poder popular, Buenos Aires, editorial El colectivo, 2007.