Conversamos con Andrés Grabois y Emanuel Gutiérrez, director y productor del documental que estrena el Jueves 16 de mayo en el centro cultural La piojera en Alberdi, en un espacio de proyección y debate con lxs realizadorxs.
¿De qué se trata la película o qué intenta recuperar ?
Andrés: Es una peli que busca retratar la transformación social y espacial que ha sufrido, y que sufre, el territorio de Alberdi en estos últimos años, con la construcción en altura y la destrucción de las casas, y todo lo que eso genera. Porque no es solamente el retrato de un montón de fachadas sino, cómo buscar eso que se pierde cuando se va una casa, cuando se va una familia, eso que se vacía, que de pronto vemos nosotrxs, lxs transeúntes de una avenida o de una calle que ingresa y egresa del centro, una puerta tapiada o una ventana con un candado y nos parece normal. Entonces, la peli busca preguntarse qué más hay ahí y retratar esta transformación y esa memoria que está siempre en riesgo, cuando empiezan a pasar estas cosas. Que un espacio se transforma no por el ciclo natural del humano, por así decirlo (si es que tiene algo de natural) sino por la especulación financiera y la especulación inmobiliaria. La peli muestra y describe este barrio donde entrevistamos a distintas personas, que se convierten en personajes de esta peli, que cuentan sobre la memoria emocional que los liga a Alberdi y a cosas que han pasado.
¿Por qué el nombre “Alberdi, el barrio que habito ya no existe”?
A: En un primer momento, el nombre busca provocar esa pregunta, de por qué (ya no está), cuando es un territorio al que el cordobés, la cordobesa y les cordobeses se les infla el pecho (primer territorio libre de América, la reforma del 18, el cordobazo, el pueblito de la Toma). Habitan un montón de espacios en Alberdi y de historias que, a las personas que hemos nacido aquí, nos enorgullece y nos gusta contar, creo. Después, el nombre surge como una forma de poder hablar de esas cosas que se perdieron de Alberdi y nos han contado, que hemos leído, que hemos escuchado en canciones como la del Chango Rodriguez (la noria, la barranca y el Infiernillo) y qué es eso, ¿quién sabe hoy qué parte de Alberdi es eso?.
Emanuel: Es una peli que habla bastante de identidades, de diversas identidades, por un lado (obviamente) la del barrio, pero también de cada uno de los personajes. Creo que siempre las entrevistas, cuando las trabajabamos, las buscábamos desde ese lado, desde ¿qué identifica esta persona? ¿por qué estamos con esta persona? ¿es la florista del cementerio? bueno perfecto ¿vamos a hablar de flores?. Hay una búsqueda, en la película, en las entrevistas, sobre esas identidades muy diversas que recorremos a través del barrio. Sí hay, claramente, una cuestión de la memoria que es muy importante, pero creo que principalmente es una búsqueda de conocer, pensar y preguntarnos; qué sucede cuando se pierden identidades en el camino, cuando hay cierta gente con cierto bagaje en el barrio, con formas de manejarse, vecines que se conocen hace 30, 40 años y qué pasa cuando en una manzana vivían 50 familias (por decir un número) y, de repente, hay 500 departamentos en lo que antes eran 50 casas. Y no necesariamente, para bien o para mal (o desde una mirada juzgadora), pero en estos tipos de cambios, lo que mayormente premia es el negocio, son transformaciones invasivas, entonces, empiezan en lucha un montón de cuestiones. Y relacionado al título de la película, hay una cosa de lo que queda en el camino, lo que se está perdiendo, pero hay una cosa que sigue existiendo, no se está perdiendo y probablemente no se pierda.
Y en relación al barrio y a los eventos que allí suceden, ¿cómo se gestó eso en la película, con respecto al corso que se hace, al Club, a La piojera, a la cervecería? Siendo un lugar que está lleno de símbolos, ¿cómo fue ese trabajo?
A: habitamos mucho el barrio y la gente nos fue conociendo. Ya éramos “los de la peli”, estábamos tanto en Alberdi que se corrió la bola, empezamos a hablar con uno y ya, como pueblo que es, es conventillero y se habla mucho y se va corriendo la info. Y empezamos en esta cosa de habitar el barrio, las calles, y la gente misma también nos fue diciendo cosas. El haber vivido en Alberdi varios años cuando éramos estudiantes, también nos hizo ver cosas. Nosotres empezamos a hacer la peli y ya sabíamos que habían muchas cosas que íbamos a retratar, como el corso o la cancha de Belgrano.
E: En un momento, en la etapa de investigación, ya habiendo visto gente, conociendo historias, habiendo recorrido mucho el barrio, hicimos una lista de las instituciones y fuimos seleccionando con un criterio según lo que queríamos narrar según nuestros propios pensamientos. El club está en la peli, imposible que no esté Belgrano en Alberdi pero, de repente, en la lista estaba Club Belgrano y Sportivo Alberdi y, para nosotros, era mucho más interesante (para la peli y para nosotros) que en vez de meternos en Belgrano, nos metamos en Sportivo Alberdi, porque nos contaron la historia de que era una biblioteca que se creó a partir de dos clubes, y pensamos que cómo no nos va a interesar saber esa historia de, cómo a partir de dos clubes que quiebran y funden, se crea una nueva alternativa. Y así también lo conocimos a Rodri Suárez, que es uno de los chicos de los Descontrolados de Alberdi, pegamos muy buena onda con él y confió mucho en nosotros, en la peli,y nos abrió muchas puertas. Cuando le contamos que queríamos filmar el Corso, fue como que colaboramos mutuamente y nosotros le hicimos un video.
¿Cómo nace el proyecto?
A: El proyecto nace en el 2014 originalmente, yo vivía en barrio Alto alberdi, en una casa esquina, mi ventana daba a una esquina y no recibía más sol porque estaba siendo tapada por un edificio. En la otra esquina, había un árbol de palta espectacular, de estos que caen las paltas, y lo mataron para hacer un edificio, en vez de correr cuarenta centímetros o un metro y medio de terreno, lo mataron. Y en el otro punto, demolieron una casa para hacer un edificio. De pronto, en una esquina de cuatro puntos, la única casa que quedaba era la mía y no recibía sol directo. Eso me generó la emoción de querer ir a filmar y preguntarme cosas, que no sabía la respuesta ni a palos en ese momento. Hicimos un corto con un amigo venezolano, él se volvió a Venezuela a vivir, y de pronto tenía una idea, un proyecto y estaba “solaso”. En 2014, me junté con Matías Magnano, le conté la idea que tenía y que quería que hagamos una película. Después conocimos a Franco, el fotógrafo, y empezamos a caminar y después, nos hicimos muy amigos con el Ema y le conté sobre el proyecto, y la verdad que ya no me acuerdo cómo fue el proceso de acordar que íbamos a hacer la peli, pero me acuerdo que hubo un día que nos empezamos a sentar y a rosquear: ¿cómo íbamos a filmar? y ¿qué íbamos a filmar? A tener discusiones más técnicas, más teóricas, más no sé qué; y empezamos, hicimos cuatro entrevistas que fueron un horror, un asco, fueron malísimas.
Creo que en ese momento nos estancamos y sentimos como una frustración y me acuerdo que decidimos llamar más gente, porque entre cuatro personas no podíamos hacer una película, era un sueño muy ambicioso. A su vez, tampoco teníamos nada escrito, entonces era muy intuitivo el proceso. Empezamos a pensar en otra persona que hiciera más fotos y en una persona que hiciera el sonido, y así es como se suman Mariela Díaz y Suyaj Gomez Vagliente. Ya, entre seis personas empezamos a rosquear una peli, y creo que fue empezar a caminar, empezar a escuchar , empezar a ver el barrio. Yo la única Idea que tenía, era hacer islas de entrevistados y descripción del barrio, y todo el equipo me miraba como diciendo:” mmm.. ajá! ¿y qué más?”
E: Sí, fue parte de una búsqueda, y en un momento fue a empezar a buscar las historias, ir al barrio, encontrar los personajes, los espacios. Se empezaron a hacer salidas a fotografiar, a su vez con la disposición de frenarse a charlar con la gente, preguntarle al de las revistas, lxs almacenerxs, la gente que transita esos espacios. Me acuerdo que hay un taller mecánico del que nos gustaba la fachada. Entonces, fuimos y nos metimos al taller mecánico, hablamos y nos dijeron:” No, nosotros no, tenés que ir a hablar allá a la vuelta”, y empezaron a aparecer historias. Y una de las primeras historias que apareció, en realidad que más nos enamoró a nosotres, es la historia de la cervecería.
Un lugar que funcionaba, que producía cerveza, donde trabajaba montón de gente, con el que el barrio se sentía identificado en un montón de cuestiones, como el silbato, como la chimenea, como los obreros llegando en la pumita y, que de repente, se cierra, se deja a todo el mundo en la calle sin importar nada. Donde estuvo la lucha obrera, el intento de toma y la toma, pero al final el capitalismo, el neoliberalismo, vacía ese espacio, lo deja abandonado, lo vende a especuladores, los especuladores se lo pasan a otros, hasta que llega a Euromayor y se empieza a hacer un edificio que no avanza, y hace poco nos enteramos que es una gran estafa, y este espacio sigue desde hace más de 20 años (que en el 98 quiebra). Ahora no es nada, está paralizado y, sin embargo, hay gente que se ha beneficiado económicamente con eso, cuatro o cinco, un puñado de personas.
¿Cómo fue el planteo en imagen para contar todo esto?
Todos los exteriores se hicieron con un solo lente, en realidad con uno solo, pero se trabajó con un gran angular, entre 20 y 28 pero sobretodo 24. Se planteó mirar como un poco más de lo que ve un ojo humano, en torno a cómo se ve el espacio. Porque cuando hablamos con Franco, que es el fotógrafo, nos parecía Importante que en un plano, se pudiera hablar mucho del espacio, que las cosas pasaran en este plano y, que ese plano, que tiene una composición súper virtuosa porque los fotógrafos de la peli son súper virtuosos en el tema de composición, de pronto que el plano tratara de contener el espacio. En ese plano en que nosotros planteamos el modo de filmar, era poner la cámara y empezar a mirar para otro lado, y era eso lo que el plano contenía de cierta forma, cierto espacio retratado. Nos pareció mucho más interesante esto que una fragmentación por distinta cantidad de planos o a través de acciones, o algún otro elemento que permitiera describir el espacio. Nos parecía importante que fuera un espacio, no varios espacios que te permiten construir una escena, una panadería, una plaza. Que se viera en un plano, un montón de información.
¿Y que habita conceptualmente detrás de eso?
A: Conceptualmente, cada plano y cada escena de la peli, tiene como valor la transformación. La transformación de la materia era el elemento que teníamos, cada una de las personas que estábamos en rodaje, para tener en cuenta a la hora de filmar.Eso quería decir, que en cada plano tenía que haber distintos símbolos del paso del tiempo, así sea desde una pared gastada, detonada, o cartelería de distintas épocas, o una persona grande. De repente estás alternativas empezaban a ser múltiples, porque eso nos permitía organizar cierto tipo de material, visual y plásticamente hablando. Pero a su vez en esa similitud, que tenía que ver con las formas, con la composición, había algo plástico, porque de pronto en las casas en que nos fijábamos tenían el paso del tiempo muy marcado, la pintura derruida o con manchas de humedad, un tipo de arquitectura. Y así empezaron a pasar cosas súper mágicas, como un señor que salía de su casa, miraba, entraba de vuelta, sacaba una lata y le daba de comer a un montón de palomas que bajaban coreográficamente.
En esto que vos decías, de mostrar en cada toma más allá de lo que puede ver un ojo ¿tiene que ver con que el barrio tenga límites un poco difusos?
A: Sí totalmente, esa era la idea. Había una búsqueda de contener no solamente una casa, sino mostrar lo que decimos cuando decimos: cómo es Alberdi. Por si hay gente que todavía no lo conoce, es un barrio pegado al centro, donde hay zonas que son realmente muy céntrica, y tenés edificios altos, gente yendo a mil, en la Plaza Colón la gente va a mil y está casi en el centro. De hecho, hacia todos los puntos cardinales excepto el río, hay dudas de en dónde termina Alberdi. Creo un poco, como se dice, que es algo que se transmite de generación en generación, que nos lo dijo Lunita Altamirano, que esa identidad de Alberdi que puede llegar hasta pasando la Sagrada familia, o hasta Los Plátanos, o hasta un montón de lugares, y nos decía que eso viene de una identidad heredada, porque todo este territorio era el territorio del Pueblo de la Toma.
En una oportunidad, te escuche decir que habías entendido lo que es el neoliberalismo haciendo esta película, ¿cómo fue esa vinculación con la práctica cinematográfica?
A: A lo del neoliberalismo, lo cuento como que nosotros tuvimos que levantar la peli y, en el montaje, hicimos carne de manera emocional y realmente entendimos el neoliberalismo desde el cuerpo mismo, entender y sentir que un espacio era modificado por la economía y por el dinero, por el capital.
En cuanto a la praxis del cine, yo creo que cine es contar historias, el tema es qué historia cuenta uno y cómo la cuenta. El cine también es un negocio, y hay mucha gente que hace dinero con el cine entonces, me parece que es una discusión que siempre tengo y que hemos tenido en este proyecto, en torno a contar una historia y que represente algo que realmente me interpela a mí, a las personas que la hacemos y a la persona que la va a ver. Entonces creo que sí, en un momento tuve esa reflexión y la sigo teniendo, y busqué eso, tratar de generar cuentos que atraigan, que llenen, que entretengan, porque me parece importante el entretenimiento, porque el juego es algo placentero y no tiene nada de dañino y, además, que te haga pensar, que el entretenimiento no sea algo vacío, sino que te haga pensar y te deje algo picando, y que todo eso tenga alguna cuestión de estética, y preguntas estéticas también. Una búsqueda que no necesariamente reflexione en torno al cine, porque para mí todas las pelis reflexionan sobre el cine pero, a mí la verdad, que hacer una peli para la gente de cine no me moviliza, no pienso en eso, sino en buscar que la gente pase un rato que no sea necesariamente bueno, pero sí que sea lindo, que no le haga pensar en un montón de cosas que tiene que pensar en su trabajo, pero si que reflexione sobre otras cosas.
Que te transforme de alguna manera, digamos.