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Charlas del Monte XXXI: Tiempos de crisis (ritmo de pachakuti)

“Para que las cosas no sean mercancías,

y se abra como una flor toda la nobleza del ser humano:

iremos todos hasta nuestro extremo límite,

nos perderemos en la hora del don con la sonrisa

anónima y segura de una simiente en la noche de la tierra”.

Juan L. Ortiz

Por Tomás Astelarra

Tiempos de crisis (ritmo de pachakuti)


Charlas del Monte XXXI


El jueves no me dio el cuero, venía cansadísimo, de las tareas cotidianas detrás del mango, el buen vivir, la construcción colectiva de ese otro mundo posible (y también mi propio rancho)... encima preparar todo pa' la ñapita de temporada que es la semana chanta.


Me levanté con dos horas de sueño, terminé la crónica para el portal alternativo X y la columna para la radio comunitaria Y, resolví un par de cuestiones en el local cooperativo H, compré comida para los gatos, entregué un queso sardo, levanté el encargo de harina de maíz, pasé por los libros que me pidió el Fer, tomé dos mates y compartí tres palabras con Belu y Nuri y encaré pa' Luyaba en la motito porque al bondi no llegaba.


El tiempo es distancia y el devenir misterio, decía Astor Alas. Así que el trámite de ir a buscar libros a uno de mis tantos canutos en el valle se transformó en un hermoso encuentro con un viejo amigo del alma librera luego de un largo periplo transhumante. Había estado en Uruguay, con su sano estar cívico de pueblo pequeño, se había dado cuenta del estado de crisis económica, social, humanitaria, represión y barbarie financiera que se vivía en Argentina. Cómo los debates se habían empobrecido en una coyuntura aún más pobre. Cuando me dijo que había vuelto sin un mango le ofrecí atender mi puesto en la feria de San Javier el fin de semana. La deuda de los libros que se llevó pal verano quedó vacante tras un descuento de otros libros que me había dejado. Total yo también le debo a varias otras editoriales cooperativas que pujan con espíritu en un mundo-mercado de amistades, confianzas y consignaciones-deudas sin intereses. Charla y canuto mágico mediante salí ya retrasado rumbo al rancho.


De vuelta se me paró la moto cruzando un vado. Podía ser cualquier cosa, pero como no arrancaba y mis nervios no daban pa' más, decidí dejarla en la banquina mientras me tomaba un rapé y me dormía una siesta a la vera del río. Cuando ya me disponía a empujarla hasta que fuera bajada rumbo al mecánico, milagrosamente, arrancó. De todas maneras, cuando pasé por la Tatusera (rancho) a buscar no se que cosa importantísima con los minutos contados pa' rajar rumbo a la feria del libro independiente en Nono, soló atiné a calentar la pava, darle dos pitadas al mate, prenderme un pucho, pegarme un rapé, tirarme en el colchón vasco y mandarle un mensaje a Aylen diciéndole que me iba a ser imposible ir ese día. Me levanté cerca de la medianoche, puse la radio, me calenté un guiso, otro pucho, otro rape, y a la cama.



Día Dostres


El viernes iba a arrancar tempranito rumbo a la radio a reemplazar a un cumpa de viaje en el noticiero mañanero. Antes pasé por el local cooperativo a terminar de armar la mochila con libros. Pasaron apurados varios cumpas rumbo a la feria de Las Rosas. Entre mate, mate y alfajor de algarroba o galletitas integrales de avena, confesé: “estoy tratando de cumplir la consigna: ordena despacio los libros que vas a apurado”. Como el colectivo a Las Tapias ya había pasado, le mande mensaje a Agus que me esperara en Los Pozos y encaré con la motito cargadazo por Barranca de los Loros. En una de las tantas curvas y contracurvas en bajada y subida una duna de arena desestabilizó la moto y, por más que no alcanzaba los diez kilómetros por hora de velocidad, el peso de la mochila cargadaza de libros me mandó al piso.


—¿Está bien?— me preguntó un paisano segundos antes que le respondiera afirmativamente y él me preguntara por una vaca perdida y yo le respondiera que vivía en Yacanto y él me preguntara por el clima y yo le respondiera que mi disculpas que andaba apurado.


Llegué y el Agus ya estaba con la Clarita en el auto. Llegamos a la radio con tiempo apenas pa' un pucho y un mate, saludar a les amigues libreres que paraban en el espacio comunitario, rosquear no se qué no se quién, descargar un archivo, armar la caleta, acomodar los micrófonos y hacer un programón de entrevistas, noticias, bajadas de línea, humoradas, y hasta una efeméride trucha corregida por un cumpa desde Mendoza. Le dejé la mochila con libros a otre cumpa que iba a la feria, atendí la terrible historia personal de un viejo amigo, puse un rezo en el cielo, mandé tres mails, deje anotadas cinco tareas pendientes, saludamos a todes, cargamos las cosas para el puesto de la radio en la feria de Las Rosas al día siguiente y fuimos a almorzar a lo de Agus. Sin tiempo pa' siesta me dejé acompañar a la parada de bondi. Aproveché un auto de una amiga que iba a la feria artesanal de Nono para llegar tarde a la feria del libro de Nono. Ya casi todas las mesas estaban armadas y el Tino y Quimey terminaban de acomodar las luces en un alambre. Igual mucha gente no había. No importó, como siempre: encuentros, charlas, negocios, deudas, préstamos sin interés ni riesgo país, ideas, posibles reuniones, proyectos, proyecciones, presentaciones, teatro en miniatura, cuentacuentos, alfajor de algarroba, pan integral con queso, pocas ventas, vuelta en al auto de la amiga artesana, cena improvisada en lo de Pelacini, sueño agitado, mate, pucho, rapé, cargar la chata, rumbear a la feria, armar, atender, rosquear, vender, organizar, comer, saludar, que los chantas de los candidatos que recién ahora aparecen en los espacios comunitarios, que la guerra en siria, que la radio fuera del aire, que la represión no sé dónde, que la campaña de tal, que al afiche de cual, que la reunión para analizar el rendimiento de los salarios sociales era el otro sábado, que el encuentro de mujeres era antes de la radio abierta, que la perspectiva inflacionaria según la hidra capítalista de los zapatistas y quenosequien decía que la chica viajera era servilleta. En medio dos cumpas del local cooperativa vinieron con la loca idea de alquilar otro local en Las Rosas. Con Sebas las miramos extrañados y dimos razones de cautela. A los dos segundos estábamos consiguiendo el teléfono del tipo que alquilaba el local que resulto ser un viejo amigo. La ventas habían sido escasas pero provechosas, los abrazos e intercambios abundantes.


Sonaba la cuerda de tambores y ya quedaba poca gente en la plaza cuando desarmamos el puesto de El Guillo y rumbeamos pa' la feria de Nono hablando de su nuevo libro de ciencia ficción, o no, sobre el día que se rompe Yaciretá y se inunda Buenos Aires. Ante la realidad de las pocas ventas y la nostalgia del terruño y la familia, El Guillo saludó y encaró pa' Capilla antes que anochezca. No habíamos terminado de armar los libros y el teatrino de títeres cuando se largó a llover, la semana chanta 2019 se perfilaba como la peor de la década monetariamente hablando, imposible no hablar de la dizque crisis económica, la huerta, la soberanía alimentaria, la austeridad como recurso o resilencia, y la amistad y confianza como valor imprescindible con la amiga que hace libros pa' niñes que me llevó pa' lo de Agus, que me recibió con un guisazo, noticias de la coyuntura geopolítica, roscas radiales y novedades de unos amigues lejanos. La Clarita confeccionaba carteras de tela y leía un libro sin entenderlo.



Día cuatrocinco


La lluvia calmó el fuego de los pensamientos al abrigo de la noche, amaneció frío y nublado, llovizna, chaparrón, diluvio, calma, llovizna, chaparrón, diluvio, calma, llovizna, calma, llovizna, calma... La idea era ir con la moto a San Javier y de ahí tomar el colectivo para la feria de Los Molles, unos sesenta km pal otro lado. El Agus no podía creer el peso de mi mochila con libros. El tiempo fuera de mi casa comenzaba a pesar más allá de las tiernas hospitalidades. Prometí una vez más diseñar mis actividades con criterios que se ajusten a la realidad y sus cotidianos y evidentes percances. “El problema no es tropezar, el problema es que terminemos aprendiendo a tropezar”, decía Astor Alas. El clima hacía dudar de la peripecia, ya de por si atrevida, y la amiga viajera que se había entusiasmado con la perspectiva de acompañarme a la feria y encuentro de economía social en Los Molles mandaba mensajes, pidieron referencias y aclarando que tenía poca señal. El horario del bondi decía unacincuentaenlastapias, la pachorra era infinita, quizá una amiga iba en auto, pero no sabía bien, la intimidaba la lluvia, el Agus tenía que salir pero me ofreció quedarme en la casa, una siesta era un milagro, traté de recular pero la amiga viajera no contestaba, ante la falta de ropa de Clari, el Agus salió rumbo a lo de una hermana con lavarropas, aproveché pa' que me dejara en la parada del colectivo uno, donde la doña salteña del kiosko de la terminal hablaba de ovnis, pasó un taxi-colectivo, pero solo iba hasta Las Rosas, era la unacuarenta y las probabilidades de que pasara el colectivo uno para dejarme a la unacincuentaenlastapias para el colectivo dos eran casi igual a cero, intenté preguntar un larga distancia que iba a Merlo pero estaba lleno. Siempre atento al milagro, decía Astor. Y sucedió: el bondi uno pasó unacuarentaycinco y sumado a un atraso del bondi dos llegué justo pa' saludar a Ari y subirme con la mochilota de libros. Charla, siesta, paisaje, lluvia, charla, siesta, paisaje, lluvia, el Rapo que nos pasa a buscar con alfajores caseros y el chico de los tatuajes y el ronroco que nos recibe con un guisazo. Llueve y la feria se da por suspendida, pero aprovechamos para organizar una reunión de phinanzas de la editorial con pizza a falta de asado, siempre ferne y otros efluvios caseros, anque la garrafa se acabó en el mate de las diecinuevehoras y tenemos que salir entre charcos a buscar otra al taller, periplo que aprovechamos pa' comprar tabaco, birra y unos bizcochos. A la vuelta nos reciben les cumpas del local cooperativo amigue de Córdoba, más varias amigas de la biblio con la visita de una pareja de almas viajeras, y no se de dónde se arma un simposio de economía social entre niñes y abundante catering autogestivo, biodinámico, permacultural y apátrida o amoroso como la FLIA. Mientras intercambiamos informaciones, dudas y certezas de nuestros proyectos, las almas viajeras van y vienen con deliciosas pizzas. Recién al final nos cuentan que son educadores populares y teatreros y huerteros de Mendoza rumbo a una comunidad en Taninga. “Y yo hablando boludeces”, dice la chica que escribe libros pa' niñes que viene de Ushuaia con el maestro que fue empleado de multinacionales de la informática y ahora promete diseñar un sistema de facturación pirata para el local H. Si sumamos al cheto de San Isidro que estudió economía y periodismo en España y ahora vive en una ranchada entre pilones de ropa sucia, el rasta de Opendor okupa de tierras que vende poesía y hierbas medicinales hechas bebida alcohólica mientras diseña la banca Jipi Morgan, la chica clase media judíoprogresista amiga de Kicillof que vivió en Misiones y recorre América Latina, el hermano anarco y militante social del economista que vive en Dubai, la educadora popular feminista del conurbano con su madre y el chico de Neuquen que hace tatuajes y volvió a Carpintería para encontrar su rancho lleno de ratas y agujeros en el silobolsa, sin contar les niñes, el crisol es abrumador. Terminamos de apagar la luz y acomodar los colchones y frazadas cuando el chico informático vuelve pa' anunciar que se le atoró el auto. Salimos bajo la lluvia a empujarlo. Vuelve al rato anunciando que pinchó goma. Sale una breve comitiva gato en mano. Vuelven al rato anunciando que el auxilio está pinchado. Nos acomodamos pa' compartir colchones y frazadas con el chico informático, la chica que escribe libros pa' niñes y sus tres hijes. Amanecemos con lluvia otra vez. La tribu se dispersa tras los mates. Renovamos la pava y el bareto pa' diseñar con Ari y Rapo el taller de economía social de la tarde. La Ari monta un cineclub de feminismo y economía social. Un par decidimos optar por la siesta. Me levanto apurado porque llegamos tarde al taller. No termino de reaccionar cuando estoy rodeado de treinta personas en la biblio de Los Molles. Por suerte Ari quedó encargada de la mayor parte de la dinámica. No sabemos como pero nacen como semillas los proyectos para cinco nuevos emprendimientos (banco de la abundancia, moneda alternativa, huerta comunitaria, local cooperativo, panadería de mujeres víctimas de la violencia de género). Hay un aire de estar justo parados en el lugar apropiado. No sabemos si llamarlo revolución, pero al menos es alegría.


Vuelta al rancho, el guiso, el bareto, la Ambar que vuelve de viaje de Entre Ríos con les niñes que solo pueden hablar alegres de regalos y huevos de pascuas, más videos de teatro feminista en Ecuador, una ducha caliente y a la cama.




Día seisiete

Al otro día temprano pasa Mapi (la compañera del local cooperativo H que quiere abrir una dizque sucursal en M y estuvo ayer en el encuentro de Economía Social) para buscarnos rumbo a Luyaba al encuentro del local H. Una reunión para profundizar en el proyecto con la ayuda de una amiga que sabe de cooperativas. La fuerza colectiva nos encuentra en un domo dizque geodésico de madera en medio del monte con el apu champaqui de fondo entre nubes, la comida es sana y abundante, la emoción mucha, las risas constantes, hay dinámicas corporales, trabajos en grupos, más risas y emociones, llega un wup del dueño-amigo del local en R pa' ofrecernos una propuesta irrechazable. No terminamos de entender como se organiza un local cooperativo en el pueblo H que resulta que ahora está la posibilidad de abrir uno en M y en R. Somos tan felizmente inconscientes que estallamos de la alegría. Nadie tiene noticias del precio del dólar ni el riesgo país, nadie atina a ver en sus bolsillos las pocas moneditas-sobras que dejó la semana chanta en las ferias, nadie especula con el precio de la garrafa o el azúcar mascabo, casi nadie tiene cuenta en el banco o idea de como conseguir financiamiento, somos una gota en un océano, viva y despierta en medio de la tormenta.


Por suerte me doy cuenta que la mochilota con libros quedó en el baúl de Mapi, le mando un mensaje para que me la lleve a la reunión de la comisión económica el lunes, me apreto en el auto de Cris justo antes que la Noe se dé cuenta que se olvidó el termo y el mate, previo a que mejor io valla adelante pa' que no toque el gancho del remolque por el sobrepeso, veinte minutos bastará para que la chicas se bajen a caminar con el frasco de flores poco antes que nos demos cuenta que lo que parecía un retén de policía era dos ñatos del barrio con campera roja y volvamos a buscar a las chicas antes que se fumen uno y tengamos que esperar a que se levanten de la hierba debajo del algarrobo al lado de la ruta. Reflexionamos acerca del condicionamiento de la constante represión estatal en nuestras costumbres.


Llego justo a Las Rosas para tomar el colectivo que me deja en la casa comunitaria para empezar el taller de periodismo de la escuela de oficios, mi cabeza ya esta en cualquier lado, pero casi todes les presentes conocen mi periplo y son compasivos, además de creativos, presentan proyectos de informes radiales que despiertan mi espíritu inquieto y experimentado en las lides de la comunicación popular, dos termos de mate y tres puchos después despido a los participantes mientras le cuento las novedades del delirio phinanciero que pergeñamos con Rapo en Los Molles al Juancito, pongo al día la comisión económica de la radio con la Moni y junto todo en la mochila para acercarme a la ruta donde pasa Pelacini con la Clari dormida rumbo al rancho, donde el copadazo me hace una cenita por más que elles ya cenaron, y entre pucho y pucho, té de marcela, charlamos de la reunión de radios comunitarias del día siguiente y de la locura de estos últimos días.


Duermo como un lirón. Despierto tarde. Agus ya tiene el mate y el pancito. Lecciones de guitarra con la Clari, puesta al día del bendito descalabro mundial por wi fi, salimos rumbo a lo del Dani, que me presenta a su mujer, almorzamos empanadas, charlamos de Bolivia y la canonización de Angelelli (que hace dos días en el encuentro de economía social alguien recordó que fue gestor de muchas cooperativas en La Rioja), y salimos rumbo a la terminal de Villa Dolores donde el Cabeza nos espera después de haber perdido el bondi en Las Chacras para que lo recojamos rumbo a San Pedro para la reunión de radios comunitarias del valle. Hace años que tenemos ganas de hacerlo. Lamentablemente se da por el reciente aunque esperado ataque del organismo estatal de comunicación en una abierta política de persecución a las radios comunitarias. Ya dejó una compañera radio fuera del aire y otra contra las cuerdas. La reunión es jovial, jocosa, esperanzada, diversa, caótica, largaaaaaaa, muy largaaaaa. Grabamos un spot y el Cabeza se da cuenta que ya perdió el bondi que lo dejaba en Las Chacras justo para llegar diecinuevetreinta a operar un programa. El Dani se copa y lo lleva en auto hasta allá (unos cincuenta km) mientras repasamos jovialmente la milagrosa reunión y las peripecias de hacer radio comunitaria. Después de largo periplo hacemos una parada técnica en el entrenamiento de ping pong de López para que me pase el cargador que me olvidé ayer en la radio y rescató la Moni gracias a que le mande un mensaje pero resulta que ella se lo había dado a Lopez que salió antes de la reunión con el comandante Ch que tenía que ir a recoger a sus niñes a la escuela. Ya es de noche y el Dani renuncia a la cita que tenía con un cliente de su currito informático para dejarnos con Noe en lo de Agus que está cuidando a su hija en su casa (la de Noe) con la intención de recoger mi moto (en la casa de Agus) para ir a la casa de Noe (donde está Agus). La moto, una vez que arranca, está pinchada. Nos reímos un rato de la situación con Pablo y Coni que salieron a pasear a Astor aprovechando que dejó de llover un rato y de paso cargar el celular en lo de Agus. Encaramos caminando por la banquina embarrada hablando de todo un poco y estamos a punto de comenzar la cuesta cuando pasa Lopez en su rayo azul de vuelta del entrenamiento de ping pong. Frena laaaaaaargo y corremos. Una vez arriba comentamos la reunión, las tareas pendientes de la radio, el mensaje de una chica de la cuerda de tambores porque resultas que justo el día que hacemos la radio abierta en la plaza elles ensayan y entonces decimos que mejor los invitamos a participar de la radio abierta justo antes que lleguemos a lo de Noe y nos reciba Agus con otro guisazo mientras miramos avatar Aang con Maia y escuchamos el nuevo spot que el Pablito hizo en un santiamén con todas las radios comunitarias del valle. Una bareto, una ducha caliente y a dormir.


Último Día. De vuelta a casa


Mate, pucho, escuchar el arranque del noticiero de la radio comunitaria donde dos cumpas nos hacen reír mucho, subir al auto, llegar a lo de Agus justo cuando el Topo y Fany se llevan el ropero, ir a parchar la goma mientras el Agus compra una T pa' arreglarle una manguera a la hermana y de paso le manguea al gomero cámaras rotas para su nuevo emprendimiento de billeteras recicladas, empujar la chata de dos jipis que se quedaron varados, otro mate, otro pucho, encarar la ruta bajo la humedad reinante, cargar nafta, cerciorarme en el mecánico de confianza que son los plásticos salidos y no la rueda mal puesta lo que da sensación de inestabilidad, pasar por el local H a tomar unos mates y comprar salsa de tomate y hongos, un poco de ozobuco y queso de rallar en el almacén amigo, papelillos, tabaco, una alfajor de algarroba, moto, camino de tierra, cuatrokm, monte por fin en casa. Tatusera.


No puedo registrar cuantas conversaciones, pueblos, colchones amigues, autos prestados, guisos suculentos, sueños inquietos, almas rebozantes, pensamientos críticos, soluciones mágicas, voluntades irreprochables, abrazos intensos y risas-llantos viví en los últimos días. Prendo el fuego, doy de comer a los gatos, veo los brotes de ajo, sahumo con palo santo, copal y unos sahumerios del Demi, respiro olio esencial del Colo y agua florida de la Guille, aspiro rapé que el Irka trae de la Amazonía, picho coquita que me regaló la Pao, invoco el recuerdo de mis ancestros, hermanes, sobrines, grabo un mensaje para la nueva emisión de la Luna con Gatillo, recuerdo un tema del Negro Lucas con el Oso Kofan, en la radio la Bringas habla del quilombo económico que hay en el país y su relación con la astrología. El dolar y el riesgo país se me hace una cosa taaaaaaaaaan pero taaaaaaan lejana. Las piernas un poco cansadas, la mente alborotada, el corazón hinchadito, alegre, vivo. Me siento orgulloso de ser parte de esta construcción de este otro mundo posible. Me siento orgulloso de haber logrado vivir este otro mundo posible. Porque como dijo el Astor Alas: yo siempre puse el corazón. Y puede que a alguien se le haya ocurrido pegarle un mordisco. Pero io, y mi gente, ahora sabemos, que la otra gente rumorea, que somos un montón, que en cada gesto y rincón estamos iendo, que cada vez que nos muerden el corazón, lo único que hacen es esparcir las semillas de nuevos corazones que inventan en la noche de los tiempos la forma de ser simiente de este nuevo mañana que ya es presente y será pasado, noble flor del ser humano en tiempos de pachakuti.


Aclaración o Advertencia: Por si no se dieron cuenta pero estas charlas, relatos, columnas, son ficción. Ciencia Ficción Jipi.


Ilustración: Sol Severi.

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