Por Tomás Astelarra
(Sinopsis pa' la bajada en internet: Un gringo loco discípulo de Karl Polanyi y Amartia Sen se presenta en el bar del Mario para intentar analizar el triunfo de Bolsonaro y el papel de la democracia en este apocalipsis)
“No puedes cruzar el mar simplemente mirando al agua”.
Rabindranath Tagore
XX Ese loco gringo polaco nadando en el apocalipsis.
Mateusz Kosinski es uno de esos personajes casi apócrifos de la historia intelectual occidental. Un personaje de Vila Matas. Un atuténtico Bartebly. Adoptado de la calle en Viena por Ilona Duczynska, polaca militante, periodista e historiadora, pareja del poco reconocido padre de la economía comunitaria Karl Polanyi, Mateusz servía el té en las reuniones intelectuales que se realizaban en casa de Ilona y Karl poco antes de ser expulsados por el fascismo. Viajó con ellos a Canadá, donde debieron refugiarse ya que el gobierno de Estados Unidos le negó la visa a Duczynska por comunista. Sin embargo conoció New York en su papel de secretario de Polanyi en sus clases en la Universidad de Columbia. Allí conoció a su homónimo pero no pariente polaco Jerzy Kosinski, quién en su libro “Desde el Jardín” planteó la posibilidad de que alguien pueda ser presidente bajo motivos que exceden su capacidad política o intelectual. Se juntó con los beatniks y roló por el mundo cargando las máquinas de escribir de Kerouac, Ginsberg u Orloski. Se reunió luego con Ilona en Canadá tras la muerte de Karl y tuvo un romance con su hija Kari. Jamás escribió una línea o pintó un cuadro o recitó un poema, pero toda su vasta experiencia perduró en la conciencia de su hijo, Jerzy Mateusz Kosinski, a quién crió en un rancho aislado en los bosques de Ontario. Allí en las largas horas invernales, al calor de un vetusta salamandra, su padre vertió la sabiduría de su alocada experiencia de vida en su frágil cabecita que nunca necesitó universidades para acumular conocimientos y realizar estudios variados sobre la conciencia humana.
Lo conocí en Cali, en la casa de Fernando Calero de la Pava, beatnik, poeta, psiquiatra y ex-traficante de armas, quien alguna vez fue pareja de la hija de un amigo de Gregory Corso. Uno de esos hombres deliciosos que a través sus experiencias han creado una conciencia poco encasillable en los paradigmas de esta humanidad cada día más adicta al pensamiento único (en cualquiera de sus variantes).
Entre sus múltiples investigaciones (sobre pueblos originarios, experiencias psicodélicas, patafísica, guerras mundiales, aceleracionismo y otras cuestiones) Jerzy Mateusz Kosinski viene continuando las teorías del economista hindú Amartya Sen, ganador del premio Nobel por su aporte a los conceptos de desarrollo, pobreza y democracia que fueron inspiración y fuente para Indice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). .
“Lo que hallan hecho después los estadistas y estadísticas del poder es otra cosa. Pero básicamente Amartya puso en el debate algo tan obvio como que el desarrollo, o la pobreza, incluso la democracia, van mucho más allá de los números fríos del PBI, el ingreso per capita o los guarismos electorales. Por ejemplo vos ¿Cuanto ganas o gastas por mes?”, le explica y pregunta Mateusz al Jipi Matías en el bar de Mario.
El Jipi lo mira con cara extrañada. No tiene ni idea cuanto gana o gasta por mes.
- ¿Cuatro, seis lucas, contando los pibes?
- Estadísticamente sos un indigente. Sin embargo no se te ve amargado. En caso de algún problema seguro tu amigo Tomás te consigue una abogado. Estas satisfecho con tu trabajo en la granja, donde además el Nacho, que más que patrón es un amigo, te regala el suero para la chancha. El Dani te cobra más barata la hidromiel, el Mario te fía el trago, y si necesitas plata seguro podes pedirle a tu familia, algún amigo o esos pequeños bancos de la abundancia que me han contado están generando acá en Traslasierra. Vivís en la naturaleza sin demasiadas necesidades de consumo, rodeado de gente querida, abastecido de la huerta, la comunidad, la salud de las plantas, la educación de la familia jipi cultural. Seguro sos más feliz y te sentís menos pobre que un profesional clase media que gana 30 lucas pero ahora con el tarifazo y todo esto no le alcanza para nada”, explica.
“Un gobierno tiene que ser juzgado en función de las capacidades concretas de sus ciudadanos. Para Amartya el derecho constitucional a votar no significa nada. Él se preguntaba cuales eran las condiciones para que alguien pudiera votar. Desde el acceso a la educación, la capacidad de discernir los programas electorales, las campañas mediáticas, o por ejemplo ahora las fake news, incluso los recursos que tiene para acceder al lugar de votación, o cuanto es el dinero necesario para influir en su voto. En Bolivia los días de elecciones no se puede usar autos para evitar el fraude electoral y en Colombia las personas con causas judiciales o que estuvieron presas no pueden votar. Eso sin hablar del enorme número de abstenciones, las amenazas paramilitares y la poca probabilidad de generar una alternativa política institucional sin dinero y con el monopolio mediático en contra. Si hay algo que muestra asimetrías individuales en una sociedad compleja, eso es el hecho de votar. Sobre todo en democracias donde cada día es más difundida la idea de que cualquier expresión popular en las calles es terrorismo y que una vez que uno contó los votos hay que confiar en las instituciones y quedarse en su casa mirando los analistas de la televisión. Pero hasta esos propios analistas pagados por el capital genocida dan en la neda del problema sin ruborizarse ni poner en riesgo el poder de ese 1% que maneja nuestros destinos y vidas. Mirá el muchacho este, careta, Hugo Alconada Mon, que anda en todos los medios diciendo que para ser intendente de La Plata necesitas 10 millones de pesos, y que Macri llegó a pagar 1 palo y medio por una entrevista en televisión. Los únicos que tienen esa plata son los empresarios, los contratistas del estado, los narcos, la policía, los políticos corruptos que saben que el dinero es la única forma de democracia. ¿O cuanto hubieran durado los gobiernos progresistas sin esa corrupción que ahora le endilgan?”, sigue explicando.
Jerzy Mateusz conoció a Amartya Zen en la casa de Ilona Duczynska gracias a la obsesión del economista hindú con Polanyi. Le interesó la parte menos explorada de sus estudios, la que tiene que ver con esa distopía moderna llamada democracia. Así lo conocí en Colombia haciéndose la pregunta de como uno de los mayores genocidas latinoamericanos, reconocido narcotraficante, Álvaro Uribe, podía ser reelegido. ¿Cómo es que uno de los pocos países de América Latina que no ha sufrido dictaduras presenta uno de los mayores prontuarios de abuso a los derechos humanos? Ahora viene del Brasil y cree que entre Bolsonaro y Macri hay sutiles diferencias, más relacionados con el refinamiento intelectual y la hipocresía original de nuestra descendencia europea que con las verdaderas intenciones y políticas de los gobiernos popularmente apoyados en un plan de exterminio, saqueo de recursos y recortes de libertades individuales.
Y sigue, y saca el celular mientras empina el último trago de fernet con campari y se lo muestra al Polilla para que le traiga más, y dice: “Mirá, mirá, este es uno de los principales voceros del gobierno de Cambiemos. Ni siquiera tenés que leer entrelíneas. Te lo canta de una”.
Y ahí lo vemos, tratando de escuchar en medio de una cuartetazo y lo gritos de la paisanada, asombrados con este gringo que cual Gombrowicz parece más argento que nosotros.
¡Es Carlos Pagni, entrevistado por Marcelo Longobardi en la CNN!
Cita a un historiador argentino residente en gringolandia, una tal Federico Finchelsten, que dice que Bolsonaro no es un populista más, que no es una distorsión de la democracia como Chávez o Trump, sino más bien un fenómeno antidemocrático mas parecido a Hitler o Mussolini. “No es un proyecto que distorsiona la democracia sino que cuestiona la democracia. Un hombre que dice que las minorías deben arrodillarse frente a las mayorías es un concepto muy pesado”, dice el pelado Pagni citando al historiador argengringo en la CNN. Y ahí nomás viene la parte mas fuerte, más impresionante. Dice el pelado Pagni: “Hay una vieja fantasía de las sociedad latinoamericana que se expresaba en los golpes de estado, que no solo se expresa en Bolsonaro, y de acá podemos llegar a Macri, y es la idea que hay una racionalidad distinta de la política que nos puede venir a redimir de las miserias de la política, en este caso la racionalidad del cuartel. En las últimas elecciones en Brasil se eligieron 32 personas de las fuerzas de seguridad para el Congreso”.
Bolsonaro es la versión milica del auge de los empresarios como Macri, Trump, Fox, Piñera o Kuczynski. Outsiders de la política que surgen como utopía-distopía en tiempos de crisis, nacional, continental, planetaria, civilizatoria, dice Zibechi. ¿Si los europeos eligieron a Hitler y Mussolini después de la violenta hambruna post primera guerra mundial, que se puede esperar de los latinos en medio de este quilombo?
Y el pelado Pagni sigue, entre ruidos de copas, zapucays y un vallenato cumbiero: “Hay un fenómeno que mueve a la sociedad occidental muy poderosamente y se llama miedo. La racionalidad, las estrategias inteligentes, tienen que ver con momentos de la sociedad y la vida personal expansivos. Cuando vemos que el mundo no es una oportunidad sino una amenaza y empezamos tener miedo, nos replegamos sobre los peor de nosotros mismos”.
“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, dijo alguna vez Gramsci citado por Zizek en una entrevista del tano Fontevecchia.
Mateusz aulla ya desaforado, borrachamente inaceptable aunque desapercibido en el deliro del bar del Mario un domingo a la noche. Lee a viva voz un artículo de un chango de México que dice: “Richar Rorty dijo alguna vez que no hay peor forma de causar un dolor prolongado a alguien que redescribir el mundo de tal manera que esa persona vea cómo son humilladas sus ideas más preciadas y sus creencias más profundas. Aquí defenderé, por tanto, que estamos en medio de una batalla cultural en la que existen movimientos y procesos que han redescrito las formas en que muchas personas se relacionaban con el mundo; sostendré que eso ha creando un ambiente público en el que una importante franja de la población se siente acorralada y ve pisoteadas sus convicciones, y que, como reacción, han visto la posibilidad de una revancha al apoyar a outsiders de la política que reivindican en voz alta los moldes tradicionales. Mucha gente comenzó a sentirse fuera de lugar. Por un tiempo prefirieron reservarse sus verdaderas opiniones: las mantuvieron en el cofre de la vida privada, en las pláticas con su familia y con los amigos. El giro del “sentido común” que tuvo lugar en el lenguaje público los ridiculizaba: su educación sentimental era exhibida como una piltrafa de la que debían avergonzarse. Como era de esperarse, esta incomodidad no se quedó sin reacción. Entonces aparecieron Trump, Farage, Le Pen, Salvini, Bolsonaro y los que falten. Ellos encarnan una vaga promesa: la vuelta al mundo sin culpa y sin vergüenza para esos sectores de la población que están hartos de cuidar sus palabras. Por eso el ambiente que se percibe en sus votantes es de revancha. No están locos: han sido forzados a probar lo que significa ser incomprendidos, y esa experiencia no los sensibilizó, sino que los enfureció”.
Entonces Mateusz recuerda que Amartya Zen nació en la escuela que fundó Rabindranath Tagore en Santiniketan, Bengala Occidental, y cita uno de sus aforismos: “No puedes cruzar el mar simplemente mirando al agua”. Paso seguido se desploma en la silla haciendo rodar su celular por el asfalto. El Polilla baila sobre el apocalipsis y Mario nos mira con cara: “Esta vez se pasaron con este gringo loco”.
Aclaración o Advertencia: Por si no se dieron cuenta pero estas charlas, relatos, columnas, son ficción. Ciencia Ficción Jipi
DIBUJO: Sebas Triglia.