Entrevista a Gonzalo Aguilar
Nos gustaría que nos compartas unas reflexiones sobre lo que está pasando en el hermano país.
Voy a tratar de dar algunas claves, de lo que yo considero que es lo más importante, de lo que es una catástrofe, un panorama negro (para usar un color propio del fascismo) y que es muy preocupante. En principio, te diría que esto más allá de que es sorpresivo (en el sentido en que después de que Lula fue consagrado presidentes a principios del S XXI, era impensado que hubiera un gobierno fascista, pero es la realidad de hoy), esto tiene que ver con una estructura brasileña que viene del S XIX, con muchas cuestiones mucho más amplias que la coyuntura. En primer lugar, te diría que no hay que olvidar que Brasil fue un país esclavista (uno de los últimos en abandonar la esclavitud con Estados Unidos), y que esa estructura esclavista y cierta cosa señorial, cierta cosa de dominio y de racismo, se mantuvo en Brasil, con mucha fuerza, hasta la actualidad y creo que eso es un dato fundamental, porque es un país profundamente desigual y no estamos hablando de desigualdades sociales, sino de desigualdades raciales, desigualdades que van en un orden mucho mayor y esclavista, que se mantuvo y se mantiene. En eso, el PT (el partido de los trabajadores del gobierno de Lula) hizo una modificación importante, y creo que, en lo que fueron los gobiernos en las últimas décadas en América Latina, el caso de Bolivia y de Brasil, fueron los que llevaron adelante modificaciones más fuertes. Y esas modificaciones que hizo Lula de clase social, de movilidad (que quizá en Argentina son más naturales o tienen más presencia), en Brasil han producido un verdadero trauma y un verdadero resentimiento, en relación con esa movilidad y con el PT, eso me parece que es un dato muy fuerte. Y siempre tener en cuenta, que Brasil viene de una estructura esclavista y que eso marca la cultura brasileña hasta el día de hoy. En segundo lugar, también la cuestión del parlamentarismo y la constitución brasileña que es muy mala, muy deficiente, y plantea un parlamento muy fuerte y eso en países como los de América Latina, donde hay una necesidad de un poder ejecutivo más fuerte, más dinámico, ha sido catastrófico y eso se ha visto en el speech man y se ve ahora en un parlamento que es un desastre, como con el debate del Aborto en Argentina donde se vio también el nivel bajo, pero en el caso de Brasil es mucho peor, a tal punto que tiene un nombre, le dicen Las tres B, bala, buey y biblia, bala por la mafia que hay, la violencia, buey por el campo con un peso muy retrógrado, latifundistas terratenientes, con una mentalidad del S XIX, y biblia ( y este es un dato muy importante que no se puede dejar de lado y creo que es fundamental) porque fijate que Bolsonaro invoca a dios permanentemente y el peso de la iglesia evangélica en Brasil es increíble y es el apoyo fundamental, no sólo a Bolsonaro sino que la propia Vilma se vio, de alguna manera, obligada o lo hizo por necesidades políticas, a hacer alianzas con los evangelistas y es muy fuerte, te diría que está desparramado por todo Brasil y que tiene mucho predicamento. Entonces, esta cuestión del evangelismo, creo que es clave para entender el camino que está emprendiendo Brasil en estos momentos. Por otro lado, la dictadura brasileña, la dictadura militar, no terminó con una prensa tan negativa como hubiese sido necesario, de hecho los militares, por el hecho de lo que se llamó "milagro económico" a principio de los '70, han quedado como una cosa negativa pero no del todo, y eso en Bolsonaro es muy fuerte porque él es militar y muy apoyado por muchos militares que, si el balotaje lo llega a ganar Haddad (cosa que va a ser muy difícil) dudo también que dejen que Haddad llegue al poder. Es decir, el nivel de violencia en Brasil en estos momentos es terrible, yo te mandé una canción de Badauê, del fundador de un grupo afro-bahiano muy importante, que lo asesinaron esta semana en una discusión política donde un seguidor de Bolsonaro sacó un cuchillo y lo mató, estamos hablando de un personaje de la cultura fuerte, pero esto se ve en todas las calles de Brasil, en todos los lugares. Bolsonaro plantea directamente la violencia como método de dirimir cuestiones políticas de incidencia o de no acuerdo y una de las cosas que más lo motoriza es la crítica de la corrupción y de la política de seguridad y Brasil es un país de mucha violencia y mucha inseguridad, aunque el discurso sabemos cómo es y lo complicado que es, pero sí es verdad. También hay una cuestión, en que quizá la izquierda no hizo una autocrítica suficiente, me refiero a lo que fue el gobierno del PT, en el sentido que, para mantenerse en el poder el PT entró en un mecanismo muy extraño de corrupción sobre todo con Petrobras y eso fue muy determinante para crear, a partir una cosa que sí es falsa, que es que corrupción es igual a PT. La corrupción en Brasil es generalizada y Bolsonaro tampoco escapa, obviamente, pero sí ha logrado erigirse como una persona con una moral supuestamente sana y reivindicadora, entonces ese es un elemento también bastante fuerte. El otro que me parece importante, es el de la ira como capital político, y creo que ese es un dato de los últimos años muy fuerte, que se vio en las elecciones de Estados Unidos también, y que es esta suerte de ira, de bronca, de resentimiento, que está muy generalizada y que algunos políticos saben hacer un uso muy hábil de eso, incentivándola, llevándola a extremos y aprovechándose de esas situaciones que, muchas veces, tienen que ver con situaciones de problemas que hubo en los últimos años y eso es letal. Me parece que es otro factor que hay que tener en cuenta, es decir, hay mucho resentimiento en estos momentos en los sectores medios, sobre todo con respecto a esta movilidad social que implicó el PT, estos cambios profundos que hizo Lula en su primer mandato y esto, de alguna manera, está ocasionando una situación de un enfrentamiento que, como digo, no augura nada nuevo, nada bueno y que tiene que ver con otro elemento, quizá ese elemento cultural que me interesaba comentarte y es que, si uno piensa en Brasil, si yo te digo a vos cómo es Brasil y vos me decís: -Brasil es un país muy corporal, muy ligado a una cierta libertad sexual, donde los movimientos homosexuales en los '70 en San Paulo y en Río ya estaban muy instalados (mucho antes que acá), la música popular tiene que ver con una gran avance de lo corporal, después está la cultura negra, la cultura afro que está siendo muy reivindicada y que es tan importante - es decir, uno se hace un montón de imágenes pero nunca te haces la imagen de lo que significan los votantes Bolsonaro, que son tipos vinculados a ideologías fascistas, a ideologías de odio, de masacre porque, recordemos que en la dictadura militar estaban los comandos de la muerte que iban y mataban por su cuenta y que, posiblemente, con Bolsonaro vuelvan y eso es un factor muy fuerte porque son sectores a la vez medio invisibilizados, dentro de lo que es la cultura brasileña. Además, Brasil tuvo una gran cantidad de defensores del nazismo en los años '30, siempre tuvo un sector de la población muy fuerte, muy arraigado, una suerte de ideología que va en contra de todo eso que nosotros consideramos Brasil, va en contra de esa libertad sexual, de esa corporalidad, de esa negritud o del mestizaje, de ciertos factores que para nosotros son Brasil.
Sí el imaginario progresista que podemos tenemos de Brasil...
Más allá del progresismo porque, si vos pensas en los turistas norteamericanos que van a Brasil a buscar el carnaval, el libertinaje y que el prefecto de Río es evangelista y quiere acabar con el carnaval, es como si un gobernador quisiera acabar con el fútbol, es algo medio imposible, pero está sucediendo hoy en Brasil. Además de las amenazas directas a los movimientos LGTB, a la cuestión de las mujeres, donde hay un discurso machista súper fuerte y violento que se muestra en la calle, donde de repente entran partidarios de Bolsonaro en los subtes y atacan mujeres. En fin, es un mundo pesadillesco que lamentablemente se viene (yo dudo que Bolsonaro pierda en el balotaje pero ojalá pierda, estamos haciendo todas las medidas posibles) porque, hoy por hoy, el panorama es muy muy negro y no hay que decir que uno exagera, sino que hay que exagerar porque hay que poner las cosas en un punto en el que veamos que esto, en un país tan importante como Brasil, es una amenaza, te diría, mundial.
A propósito del rol de las iglesias evangélicas en Brasil y lo que decías también de la dictadura, hay dos cuestiones que me parece que son importantes para resaltar y que chocan con esto que está pasando respecto de la historia de Brasil, que es el rol tan importante que ha tenido la Iglesia católica en su versiones más progresistas (por ejemplo en la conformación del Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra), que también ha tenido una diferencia respecto de lo que pasó en la Argentina donde, después de la dictadura, los sectores más piolas de la iglesia quedaron muy barridos y en Brasil no. ¿Cómo es que ha sucedido que ha ganado tanto terreno el evangelismo en tan poco tiempo?, porque si uno lo mira históricamente no son tantos años...
No te olvides una cosa, salvo el nordeste donde perdió Bolsonaro, después ganó en todo el sur, ganó en estados más importantes como Mina Gerais, Sao Paulo, Río de Janeiro y la parte del Amazonas, pero el nordeste, que es donde se dan estos movimientos que vos decís, no se dio. Quizá, en el nordeste, es también donde los cambios fueron más profundos porque, no te olvides, que uno de los cambios fuertes de Lula fue en la universidad brasileña que es muy elitista, siempre fue muy elitista y Lula abrió terriblemente las universidades, creó nuevas en zonas donde no había y eso significó la entrada de muchos estudiantes negro. Hubo una apertura realmente increíble, pero eso, que para uno es buenísimo, también genera odio y, como decís, se dan en Brasil dos tradiciones (hay muchas tradiciones) y uno dice: cómo puede ser, en el lugar donde estuvo Helder Câmara y la iglesia del tercer mundo fue más fuerte (hoy sigue siendo una iglesia poderosa donde hubo una interpretación de la biblia muy diferente a la que hubo acá en la Argentina), y pienso que hay una especie de efecto no querido de ese resentimiento, que tiene que ver con una estructura social que no se ha podido cambiar y quizá va a llevar muchos años cambiarla. En ese sentido en PT ha hecho cambios, pero obviamente no fueron suficientes.
Para cerrar te quería preguntar, ¿cómo ves el estado anímico de los votantes del PT o por lo menos de los que están contra Bolsonaro en esta coyuntura?, ¿han quedado demasiado golpeados?, ¿hay todavía un ánimo de seguir batallando?, ¿cómo lees esta situación?
Están desolados, te diría, y realmente es una situación límite, sobre todo porque está en peligro el cuerpo, es decir, hay una violencia muy fuerte.
Esperemos que la situación se revierta y, si no se revierte, como decimos siempre desde este programa, donde intentamos hacer una crítica política de la cultura, que también los ánimos estén al pie del cañón para seguir gestando procesos de resistencia, si no son procesos de gobierno popular.