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Vivas y furiosas. Reflexiones al calor del 8 de agosto

Por Colectiva Feminista de La luna con gatillo

El miércoles 8 de agosto el Senado de la Nación argentina rechazó el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (I.V.E) que había alcanzado la media sanción en la Cámara de Diputados el pasado 14 de junio. A pesar de la desafortunada decisión de la burocracia legislativa, en las calles seguiremos reafirmando la convicción por la autonomía sobre nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestros placeres.


Por negra, por pobre, por puta y mujer por ser amenaza para esta ceocracia toda esta miseria no puede durar si late el deseo de vivir en paz

El aborto legal sigue siendo una deuda de la democracia argentina. La Campaña nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito suma más de una década de trayectoria en la lucha por el derecho de las personas gestantes a decidir la interrupción de un embarazo no deseado. Este año el proyecto de Ley promovido por la Campaña logró trascender las puertas del Congreso nacional e instalarse en las bancas del poder legislativo; pero sobre todo logró movilizar a todas las vertientes del movimiento feminista, ocupar las calles masiva e indiscutiblemente y acercar a miles de personas a las preguntas que el feminismo viene planteando tenazmente desde hace muchos más años de los que podamos imaginar.

El temblor del 8 de agosto todavía persiste. Hemos dado múltiples batallas simultáneas. Y en ese camino hemos estallado y nos hemos encontrado. Nos reconocemos en quienes nos antecedieron en éstas y otras luchas feministas; nos asumimos tenaces conspiradoras por la caída del sistema heteropatriarcal y capitalista; no vamos a permitir que un fracaso de la democracia representativa disminuya nuestro empeño en hacer arder los cimientos de toda opresión. Ni tristeza ni frustración, nos sabemos unidas y vencedoras.


Que tiemble la tierra de pibas con ganas de acabar bien pronto con estas violencias vamos a cortar con tanta indiferencia

El movimiento feminista mantuvo un amplio marco de unidad, sosteniendo el reclamo unificado por aborto legal, seguro y gratuito. Al interior del feminismo conviven discusiones que, a pesar de no estar saldadas, pudieron trascender al ámbito de la opinión pública e involucrar a toda la sociedad: lenguaje inclusivo, identidades no binarias, socorrismo, trabajo sexual, son algunos ejemplos de los temas que tomaron visibilidad como efecto emergente de la marea verde. Ahora bien, como plantea Blas Radi: “Visibilidad parece ser una palabra clave cuando se trata de movimientos sociales. Si en algún momento se trataba de alguna estrategia política, con frecuencia parecería que su estatuto ha cambiado para convertirse en un fin en sí mismo. Este desplazamiento trajo aparejado un cambio en la valoración de su eficacia: cuando la visibilidad es un medio para otra cosa, se hace necesario considerar cuál fue su impacto; cuando la visibilidad es el objetivo, no.” Si nuestro horizonte es estallarlo todo, la reflexión sobre los efectos de esta visibilidad debe ser necesaria e incesante.

¿Son sólo positivos los efectos de haber instalado el aborto en la agenda pública? Esta pregunta para nada pone en duda la necesidad de la ocupación feminista del espacio público, la opinión pública y las instituciones. Apuntamos a tomar nota de la responsabilidad que asumimos frente a un movimiento que también puso en marcha (como otro efecto emergente) reacciones ultraconservadoras y mecanismos de violencia de distintas clases. Cobraron trascendencia los despidos a profesionales que se posicionaron públicamente a favor del aborto; episodios de violencia en la calle a quienes llevaban el pañuelo verde; y declaraciones de funcionarios públicos dispuestos a hacer uso de sus funciones para amedrentar a personas que reivindiquen el derecho al decidir. Y un extenso comentario aparte merecerían las diferentes manifestaciones de odio desplegadas en las marchas pro-vida. Es necesario evaluar si el rechazo a esta ley ejerce un efecto legitimador de estas prácticas reaccionarias. Y, en ese caso, qué respuestas damos desde el feminismo organizado.

Asistimos a una época de calamidades históricas (la aparición del falcon verde seguida de la detención de personas en un Festival de Abuelas de Plaza de Mayo es un ejemplo) en la que se fogonean enfrentamientos y se alimentan posiciones polarizadas y reduccionistas. No alcanza con ver de qué lado de la mecha estamos, nos comprometemos a ser reflexivas en las estrategias e indeclinables en los objetivos de nuestra lucha.


A tanto cipayo rey de la pantalla decimos que estamos en plena batalla sabemos que es menos con capa y espada que armando trincheras con esta manada


El debate en ambas cámaras del poder legislativo dejó ver que quienes apañan la perpetuidad del aborto clandestino se escudan en declaraciones misóginas y moralistas; y que quienes se arrogan ser representantes de la nación legislan según opiniones y experiencias personales sin ningún tipo de claridad ética sobre la responsabilidad que deben asumir frente a millones de personas. ¿Es posible poner en la mira la caducidad de esta democracia representativa?

La lucha contra la opresión no sabe de plazos. La lucha no se clausura con la sanción o el rechazo de una ley. Sabemos que las instituciones son la punta de un iceberg que estamos derritiendo con todas las llamas a las que echamos mano. No dejamos de mirar y aprender de las luchas de las travas y trans por la Ley de identidad de género; y de las luchas que empujaron la Ley de matrimonio igualitario. Porque sostenemos con el cuerpo y los afectos la capilaridad de la disputa contra el patriarcado. La agenda del feminismo desborda y no se puede capturar: en las instituciones, en los movimientos sociales, en las relaciones más íntimas hay un orden subvirtiéndose. Hemos gestado una agenda propia y una agencia propia. Sabemos de alianzas y estrategias, podemos dar batallas simultáneas. Y estamos dispuestas a todo.

Lenguas insurrectas cuerpos castigados vivas y furiosas contra el patriarcado. Sudor Marika

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