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Fin de semana de turismo militante en Córdoba

“Resista. Exista. Encuentre entre sus afectos la ciudad habitable. Organice la solidaridad. Cuide a los suyos, teja redes. Comparta el plato de comida cuando falte. Abrace y contenga. Déjese abrazar y pídalo cuando haga falta”

Paco Urondo.


Nuestro corresponsal jipi Tomás Astelarra volvió a bajar a la ciudad desde la sierra con sus libros y reflexiones y nos dejó esta crónica de su paso por la ajetreada capital.

El fin de semana arrancó con el aniversario de la muerte de Deodoro Roca, artífice de la Reforma Universitaria a principios del siglo pasado. Según el vasco Orzaocoa: uno de los próceres más olvidados de la patria cordobesa (también su hijo Gustavo, a quien Juan Cruz Taborda Varela rescató en su excelente libro, “La ley de la Revolución”). “Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”, dice el Manifiesto Liminar redactado por Roca (Deodoro, también inmortalizado en un estudio de abogados de esos, como Gustavo y su padre, bien necesarios a lo largo de esta larga hora americana de revolución)

Gentrificación, crisis y caos

Y hablando de homenajes, parece que le hicieron una estatua a Deodoro en la Universidad Nacional de Córdoba. Declararon asueto toda la semana y aprovecharon para regar el pasto y poner flores.

Pero como no todo lo que brilla es oro, ni lo que está limpio es revolucionario, el comunicado de las estudiantes dice: “No se crean que de repente se acordaron de la educación pública”. Y denuncian que todo es parte del decorado para la Conferencia Regional de Educación Superior de América y el Caribe (CRES) que reunirá a la crema y nata de la academia latinoamericana para debatir y profundizar la “mercantilización” de la educación. Durante toda la semana que pasó hubo actividades y debates sobre esta “contrareforma”.

Donde no hay estatuas nuevas ni canteros es en La Cañada, Barrio Güemes, ¿Portal de Güemes? Ese histórico territorio donde habitan las ferias artesanales, los bares juveniles y les trabajadorxs de la cultura callejera, vive un proceso de gentrificación (que proviene del inglés gentry, alta burguesía) y que quiere decir dejar un barrio “pipi cucú” (que viene de Monzón, Carlos, famoso femicida que en una pelea de box en Francia quiso decir merci beaucoup).

La historia es más vieja que el Perú (de hecho viene del sistema capitalista que se hizo con el oro de los Incas y puso iglesias donde había wakas). Para transformar un barrio y ponerlo pipi cucú con contratistas amigues y poder elevar los precios inmobiliarios de las propietarias amigues, mostrando una gestión “modernizante”, los gobiernos tienen primero que dejar caer en desgracia el susodicho barrio o barriada. Hasta un alcalde de New York, Rudolf Giulani, puso de moda en los noventas la teoría de “Ventanas Rotas” de George L. Kelling y Catherine Cole. Según esta teoría ampliamente difundida en América Latina junto con la de “Seguridad Democrática” de Álvaro Uribe Vélez, allí donde hay suciedad, paredes mal pintadas y ventanas rotas abundan los vándalos (cuidacoches, pibes de gorra, punkies y jipis vendiendo libros). Donde abundan los vándalos. Abunda el “crimen”. Organizado o no. Más bien no. El organizado son ellos.

La teoría sirvió como anillo al dedo para la “gentrificación” de muchas ciudades, entre ellas, Medellín. Bogotá, Buenos Aires y Córdoba. ¿Qué se hace con los vándalos? Se los manda a la periferia. Y sino: limpieza Social. Gatillo Fácil. Parece terrible, pero es así.

El proceso de gentrificación es evidente no solo por la cantidad de basura, veredas sin arreglar, callejones súbitamente oscuros y otros súbitos descuidos del estado y sus contratistas, sino también porque la oscuridad hace más vándalo al “vándalo”. Quizás por eso de los siete bares donde solía vender mis libros, dos no me dejan entrar más, y uno tiene patovica. De todas maneras “la gente” está de muy mal humor, no tiene dinero, y cuando les digo los precios, parecen vivir en otro país que este donde comprar un paquete de tabaco, dos sanguches de miga y un chocolatin sale doscientos p.

Economía Social

El sábado amanece temprano y voy por mi segunda oportunidad. Al menos se que si no vendo, la voy a pasar bien. Los mates y criollos rondan la calle peatonal que bordea la Catedral. Cumpas de distintas organizaciones van desplegando caballetes y tablones, verduras, tortas fritas, miel, insecticidas orgánicos, ropa usada, cosméticos, banderas. Y hasta los carreros la Cooperativa Esperanza traen unas jaulas con conejos. Es la feria organizada por la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y Común Unión, un grupo de curas “villeros” que viene articulando con diversas organizaciones sociales en base a problemáticas e intereses comunes. Apenas entro al salón en busca de mi acreditación y las palabras de apertura me encuentro con Marcos, el curita barbón con el que bajamos desde Las Flores en carro para la octava Marcha de la Gorra. Está feliz de tanto ajetreo. Tan feliz como aquella vez conduciendo un carro tirado por un caballo que llenó de bosta la calle Colón. No sé por qué, pero parece buena yunta. Será por mi pasado de monaguillo o mi vieja católica que en wasup muestra un escudo de salvemos dos vidas, por el recuerdo de Camilo Torres, Carlos Mujica, Francois Houtart y el divino padre Giraldo en Colombia. Porque hay cumpas que dicen que hay cumpas que dicen que Francisco es un compañero. O simplemente porque las doñas de los barrios y las doñas de la iglesia parecen estar felices.

Las cumpas del Encuentro de Organizaciones (EO) me prestan un tablón y me parcho al lado de Luis que despliega sobre la pared de la catedral dibujos de niñes, fotos de una huerta comunitaria y un comedor y copa de leche. No más pongo los antiprincesas de la colo Fink, una mocosa con labia de próxima secretaria general de CTEP me cuenta la historia de Gilda, Juana y Belgrano.

“Somos de la zona oeste, del barrio Villa Martínez. Tenemos esa huerta porque es para abastecer el comedor y la copa de leche. Y hay otras compañeras que no están que asisten a las mujeres que están separadas, que tienen problema con los maridos y tenemos apoyo escolar, con todos los chiquillos de la zona, porque es una villa de emergencia. Pero todo tiende a mejorar día a día. Es la primera vez que estoy acá y me parece muy bueno que la Iglesia colabore. Porque para mí la economía popular es esto, algo que necesitamos entre todos y todos nos damos una mano. Sobre todo en situaciones como ahora”, me cuenta Luis.

En paralelo a la Feria se desarrollan en el salón parroquial los paneles de debate sobre Tierra, Techo y Trabajo. Hay cumpas del movimiento campesino, la CODEBONA, Promoviendo Derechos, la parroquia de Mariano Oberlín, EO, MTE, Movimiento Evita y Movimiento Carlos Mujica. Para el final se anuncia la presencia de Juan Grabois de CTEP y Silvia Quevedo, referente de Barrios de Pie. Me muevo entre las charlas y el puesto, el baño y las reuniones informales, los encuentros y abrazos, unos matecitos y un guisazo pa’ almorzar. Entrando la tarde, ya con un poco de tarasca en los bolsillos, encaro con el grabador. Encaro un par de compañeras, pero una tras otra me mandan a hablar con el referente, que por lo general es universitario y varón. “Pero qué pasa compañera”, pregunto un poco indignado al quinto rechazo, “así tamo jodido para modificar el patriarcado y la cuestión de clases. Me estás mandando con un gringo y encima hombre”. Se ríe socarronamente en un paréntesis que yo traduzco como: “Vos deja el grabador y agarra la pala y quedate tranquilo que la política la hacemos entre mate y mate con las compañeras en el barrio”. Vuelvo a recordar a Deodoro y su larga hora americana de la revolución. Y aquello de: “Tienen ustedes jóvenes el privilegio histórico de vivir tiempos muy interesantes”.

“Vemos muy positivo este encuentro porque hay una parte del iglesia, de los curas, que trabajan en nuestros barrios, que hacemos cosas juntas... pero hoy con el empuje de Francisco se vuelve algo más formal esa unión, en este momento histórico, que podamos estar juntos de forma institucional como quien dice”, me cuenta Pablo Monte, Secretario General de CTEP y ex integrante de la Cooperativa de adoquines Trabajo y Dignidad del barrio Villa Libertador dentro del Movimiento Evita. “Venimos a acompañar el evento que han organizado los compañeros y de paso mostrar a la ciudad lo que pasa campo adentro. Esta es una feria de mucha exposición y visibilización de las luchas. Nosotros somos productores y vendemos miel, agroinsumos que hacen compañeros de Malvinas para compartir la experiencia de transición hacia la agroecología”, cuenta Fefe, del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) Rama Rural de San José de la Dormida.

Jairo del comedor Polito del barrio Cepa B me muestra una pequeña repisa de madera en una bolsa de plástico. “Es lo único que nos quedó”. Además de trabajos en carpintería y textiles, el comedor tiene una biblioteca popular, talleres de capacitación, clases de apoyo y acaban de conseguir un contrato para pintar una escuela. “Mostramos lo que hacemos para mostrarle al gobierno que nosotros podemos, tenemos capacidad de tener trabajo digno y no estar a la expectativa de una changa o trabajar en negro. Con esto hemos tenido para comer, para que los barrios nuestros sean más limpios. Todo eso lo hacemos y se lo mostramos al gobierno para que vea que nosotros podemos. Y gracias a dios hasta ahora se ha progresado en el barrio. Yo me siento muy orgulloso, con esperanza. Este plan social (por los salarios sociales complementarios) se corta en diciembre del otro año, pero nosotros ya le mostramos a este gobierno a ver qué solución nos da. A mí me ha abierto muchas puertas esto. Porque yo soy carrero, y gracia a esto he conocido gente y se me han abierto muchas puertas. Si no salís a buscar tu futuro no vas a encontrarlo. Y yo siempre encuentro gente, gente buena".


Batalla Cultural

Levanto el puesto y voy rajando a una reunión de la Luna con Gatillo. De ahí con las y los cumpas nos dirigimos al Espacio Cultural San Martín, una fábrica de pan abandonada en el 2000 de donde surgieron, gracias a la complicidad de su dueño, además de las plantitas del vivero, talleres de oficios, eventos culturales y una variopinta actividad de resistencia cultural en el barrio.

Esta noche festejan el Culturazo con radio abierta, música, videos, feria de productos de la economía social, y una abundante cantina. Mando el paño cerca de la radio abierta. Hay que changuear con todos y todas.

El Espacio Cultural San Martín es otro ejemplo de gentrificación, lo que antes era un desecho, hoy es un terreno apetecible para el mercado inmobiliario. El dueño original que permitió el nacimiento del espacio cultural fue embargado y hoy un nuevo propietario reclama el espacio. Por supuesto: no

le importa la cultura.

“En este momento estamos siendo amenazados de perder el proyecto por un empresario amparado por el poder político y económico que plantea quedarse con este lugar. La realidad es que en este contexto que se vive no solo acá sino en todo el continente lo que está surgiendo es una interacción entre diferentes frentes de luchas en muchos territorios. Cuando hay un conflicto, aparece la persecución y la represión, pero también la solidaridad. Ahí es donde vale la pena encontrarse y fortalecerse”, cuenta Matías, parte del espacio.

Taurino Rufino Asencio, parte del SMATA durante el Cordobazo y luego compañero de Agustín Tosco en Luz y Fuerza, desempolva sus recuerdos y da una perspectiva del presente. También el Lea Ross entrevistó a un Agustín más de estos tiempos. Sposato, del Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos, que anuncia el primer encuentro nacional de Marchas de la Gorra y aporta una sana reflexión sobre la mirada que va y viene entre el pensamiento hegemónico y ese otro mundo posible que se refleja en espacios como este. “Por lo menos nosotros, vinculándonos a las Marcha de la Gorra, hace fácil cuatro años que hemos decidido por consenso dejar de darle importancia a la información de los medios hegemónicos. Dejar de preguntarnos por qué y para que ellos, y preguntarnos porque y para que nosotros, los medios alternativos”.

Parece mentira que en un lugar amenazado de desalojo, debatiendo la terrible situación de los barrios, halla tanta alegre rebeldía. Baile pero Luche dicen los Eternos Inquilinos en Rosario.

Pa’ cerrar el fin de semana nos vamos con el Lea el domingo al mediodía al ya clásico Locrazo por el Cordobazo de las cumpas de la Biblioteca Popular Julio Cortázar y la radio La Quinta Pata. Mesas desplegadas, vecinos y vecinas, teatro, karaoke, cumpas amigues, locro, vino y lemonpai.

“Hace diecisiete años que crecemos, no solo en cantidad de libros sino como grupo. Aprendemos a trabajar colectivamente aprendiendo de los errores, celebrando los aciertos. Estamos convencidas y convencidos que aunque nos es el camino más fácil y el que en general nos han enseñado a transitar, si queremos construir una sociedad más justa, un mundo donde quepan todos nuestros mundos como dijo alguien con tanta poesía Seguimos apostando a esta forma de trabajo colectivo en red, acompañándonos entre las escuelas los centros culturales, la redes de vecinos, las organizaciones...”, aclara en el escenario Ivana, de la Biblioteca Popular.

Me tomo un taxi porque llego tarde al colectivo. El taxista me da su definición de la actual crisis económica “Todos se quejan pero resulta que Argentina es el cuarto país donde la gente puso más guita para ir al mundial”. Al revés que en las Arcas de Noé que anduve transitando y donde lo comunitario y la sana austeridad dibuja alegrías y esperanzas en este presente caótico y de muerte, en las calles se palpa el descontento, la angustia, la crisis del FMI, los dólares, TN y C5N. El tachero dice que menos mal que voy a la terminal porque en el centro “hay una quilombo bárbaro por el tema del aborto”. “Ahí, donde hacen siempre el quilombo”, especifica.

Me acuerdo de la Marcha de la Gorra, la de la defensa del Bosque Nativo, Ni una Menos y Marcha Federal. Me acuerda de todas esas gentes y sus colores. Me acuerdo que un quilombo era un lugar de resistencia. Un Arca de Noé.

Apenas me relajo en el colectivo me surge una reflexión del aborto. Porque el debate acerca de la salud parece ser claro. Pero el debate Pro Vida. Si vamos a hablar de vida. Y de muerte. ¿No tendríamos que hacer un debate más amplio? ¿Hablar del gatillo fácil, del modelo de producción con agrotóxicos, de los femicidios, del consumo extractivista que es parte fundamental de esta sociedad capitalista de muerte? ¿Y la historia? ¿La historia a vida o muerte? Digamos que frente a esa realidad el debate pro vida del aborto tiene el pequeño tamaño de un feto. Sin faltar el respeto, ni despreciar ninguna vida. Pero si quieren hablar de muerte, vamos a mostrar todas las cartas. Por suerte aparecen las altas cumbres y me duermo una siesta rumbo a Traslasierra, sabiendo, que más allá de las muertes necesarias, ese otro mundo sigue siendo posible. “Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana”.

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