Por Gonzalo Aguilar*
Para entender el fenómeno de lo que está pasando en Brasil hay que entender cuál es la cultura brasileña, es decir, este problema de Lula (y todos los problemas que hay relacionados con la política de Brasil en estos momentos) tienen que ver con la cultura del país y no se trata de una cosa meramente de la política actual. Para empezar: Brasil fue el último país de América en dejar la esclavitud (después de Estados Unidos), proceso que se dio durante todo el siglo XIX. Se trató de un proceso vergonzante, porque en Brasil había una monarquía que se pretendía civilizada pero que mantuvo la esclavitud hasta fin de los años '80 y las marcas de dicha esclavitud no han desaparecido y son visibles en aun hoy en la sociedad brasileña. El país tiene una estructura social muy injusta, muy desigual, con diferencias que también pasan por lo racial (lo étnico), y todo eso tiene que ver con cómo la cultura en Brasil tiene un carácter muy elitista, sobre todo la cultura letrada vinculada a la literatura, a diferencia de lo que pasa con la música, que ha sido el lugar por excelencia de la expresión popular (como lo que se está haciendo ahora en las favelas el hip hop brasileño) y teniendo en cuenta que Brasil siempre tuvo una música muy abierta y a la vez muy dinámica, por lo popular y por la existencia del carnaval que básicamente tiene que ver con la cultura negra, la cultura afrobrasileña.
Pero como señalaba anteriormente, en el terreno de la literatura es un país de una elite muy fuerte, muy vigorosa, donde hubo muy pocos escritores de los sectores populares. Entonces allí aparecen fenómenos que se dan sobre todo en las favelas, que son muy importantes en Brasil (desde principios del siglo XX con los primeros enfrentamientos, aunque como en toda América Latina, el crecimiento fuerte se da en los años '50 ) y en general han sido sectores muy marginados, muy castigados (donde va perfecto la teoría de Agamben del "Homo Sacer": puede morir o debe morir sin que eso constituya un delito), y eso ha sido una constante, aún en tiempos del Partido de los Trabajadores, con la intervención militar en las villas y la presencia en las favelas de una policía muy complicada (lo que no quiere decir que por otro lado el PT haya sido un gran cambio). Se trata de una estructura muy difícil de cambiar, que ha llevado mucho tiempo y que hoy vive un retroceso enorme justamente porque la estructura cultural y política es muy deficiente, lo que se ve mucho en cómo está constituido el parlamento y también en el terrible crecimiento de la iglesia evangélica en estos últimos años, siendo un protagonista muy fuerte en el proceso político (a tal punto que ha participado en los partidos y en todos los gobiernos ha tenido una gran influencia). Es tan complejo que es imposible decir que está el PT por un lado y la elite por otro y nada más.
Lo que interesa es algo que sí ha sucedido y ha tomado mucha fuerza (durante los últimos años con el gobierno de Lula) y han sido las favelas tomando una voz propia, ya no siendo narradas por otros, si no narrándose a sí mismas. Es decir, aparecieron escritores de las favelas, sobre todo dos muy importantes: uno es Paulo Linss que hizo una novela excepcional llamada Ciudad de Dios (sobre una favela muy importante de las afueras de Río de Janeiro que después fue al cine) y Ferrez, que viene de la periferia de San Pablo, cuya novela más importante es Manual práctico del odio. Él y otros escritores marginales han estado varias veces en Argentina acompañados por la investigadora Lucía Tennina, que ha hecho una tesis que yo dirigí; pero el mérito es todo de ella porque hizo un trabajo de campo excepcional, y dentro de poco va a salir el libro que se llama Cuidado con los poetas sobre literatura y periferia de la ciudad de San Pablo. Ferrez también tiene otras novelas traducidas como Dios se fue a almorzar que el lector las puede conseguir en las librerías. También han venido grupos de gente porque lo que ha pasado es que, como señalaba, las favelas siempre han sido narradas por otros. Hubo sólo un caso muy emblemático que fue Carolina María de Jesús (una mucama que escribió una suerte de diario y que se hizo muy famoso en los años '60) pero en general siempre han sido otros los que han hablado por la gente de las favelas. Ahí apreció Paulo Linss, que se formó con una antropóloga, nació en Ciudad de Dios, escribió esa novela excepcional y después pasó al cine dónde tuvo ciertos cambios típicos que exige a veces el mundo del entretenimiento, pero aun así sigue siendo una película muy poderosa (donde actúa Seu Jorge que es un músico de los más nuevos y más potentes) que plantea un poco la idea que de la favela no se sale si no es con los pies para adelante. Aparece también algo muy fuerte que es la presencia del narcotráfico (sobre todo en Río de Janeiro) y cómo este ha destruido esa cultura muy seductora de las favelas. Como se muestra en la película Orfeo Negro de los años '50 (dirigida por Marcel Camus, un francés que ganó en Cannes, que tiene música de Tom Jobim y Vinicius de Moraes) que tiene que ver con el carnaval negro y esto de que la favela permitía todavía ser romantizada, ser vista con una mirada más abierta hasta con ciertos egos populistas, como una idea de que ahí había una cultura viva. Eso se empieza a despedazar en los años '90 cuando aparece lo que algunos llaman la neo favela que es la favela atravesada por el narcotráfico, con todo lo que eso significa porque el narcotráfico (sobre todo en el caso de Brasil y un poco se dio también en Colombia) no solamente destruye las relaciones familiares, sino que a veces genera ayudas o una especie de "protecciones" muy necesarias en las favelas, entonces se convierte en un tema bastante delicado. En las favelas hubo una desintegración muy fuerte que fue muy curiosa porque muchos de los presos políticos que hubo en la época de la dictadura en Brasil fueron a la cárcel con presos comunes y ahí se armó una entente muy extraña (eso lo cuenta el documental con el que está relacionado Ciudad de Dios que es Noticias de una guerra particular).
Entonces, aparece un personaje como Farrez que inventa un mote que es Literatura Marginal y que es la entrada a un montón de producciones, sobre todo producciones populares que tiene que ver con algo que se llama los "saraus" (que es lo que estudió Lucía Tennina) que son reuniones que se dan en los bares de las favelas y donde la gente va y lee sus cosas y ahí por primera vez se abre un espacio en el cual la literatura está hecha por gente de las favelas, la escuchan ellos, la consumen ellos y la literatura aparece como un modo de salida ante la situación de ahogo, de violencia y de penurias que viven. Sabemos que en ese sentido (los que apostamos mucho a la cultura como recurso) se trata de un gran recurso simbólico y material, como es el caso de un chico que apreció en un "saraus" (en el que pude estar) que decía: yo iba a trabajar todos los días en tren y no tenía nada para leer, entones empecé a leer el manual de seguridad que tienen los trenes (un texto lago aburrido) y a partir de eso empecé a escribir algo y hoy lo que traigo para leer tiene que ver con eso. Podemos ver entonces como el punto de la escritura, en esas personas, fue saliendo como un modo de narrar aquello que les pasaba y contárselo a los otros y de ahí crear una comunidad que tiene que ver con esto que llamamos literatura marginal, en lo cual lo básico son estas reuniones semanales en diversos lugares de San Pablo, en estos bares donde la gente lee, la gente cuenta sus cosas, hacen publicaciones generalmente artesanales, circulan, se hacen celebraciones, etc. Después dentro de ese grupo algunos pasan al mercado, como es el caso de Ferrez, con toda una estrategia muy fuerte de posicionarse como escritores marginales de las favelas, pero a la vez usando eso para de alguna manera posicionarse en el mercado, disputar ese terreno de la literatura que en Brasil siempre ha sido muy elitista. Hay una escritora, una crítica, que se llama Regina Castañe (tomada mucho por Lucía en su tesis) que hace una especie de estadística de los personajes de las novelas brasileñas y ve que casi no hay personajes negros, que un porcentaje muy mínimo de los protagonistas de las novelas son negros, cuando si uno va a Brasil ve que es un país con gran mestizaje y con muchísima población negra (y no es raro que generalmente los negros hacen los trabajos más serviles). Hay toda una cuestión que tiene que ver con una historia donde se siguen viviendo herencias de lo que fue la sociedad esclavista, mezclada al capitalismo actual que también genera otro tipo de desorganizaciones y de daños. En ese punto es que aparece la literatura como una suerte de salvavidas para empezar, por lo menos a reemplazar el no lenguaje de la violencia, la no palabra de la violencia (en la novela de Paulo Linss dice: la bala mata la palabra) por una narración posible y lo que empieza a pasar es que ellos empiezan a narrar sus vidas.
Cuando estuvieron en Buenos Aires, que fue para la Feria del Libro, vinieron un montón de escritores de favelas que hacen mucha poesía oral, una poesía muy vinculada al hip hop, con mucha fuerza y les fue muy bien porque también estuvieron en la universidad de Buenos Aires (dónde yo estoy) y en la cárcel de Villa Devoto y realmente contagian una cosa muy especial que no importa si la literatura es buena o mala, no es una cuestión de calidad, es lo que se puede hacer y lo que se quiere trasmitir. Desde la cátedra de Literatura brasileña de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de Buenos Aires, nosotros tenemos una colección en la editorial Corregidor que se llama Vereda Brasil como una forma de promover este vínculo más allá de la frontera geográfica y del lenguaje. La colección ya tiene más de treinta títulos donde salen Clarice Lispector, Ferrez, Oswald de Andrade, escritores consagrados y escritores nuevos también. Es posible que con este nuevo gobierno en Brasil bajen un poco las traducciones que eran bancadas por la Biblioteca Nacional que sacaban otras editoriales, pero nuestra editorial siempre fue por su cuenta y siempre sacó a riesgo esta literatura. Nosotros damos la novela de Ferrez en la facultad y a la gente le encanta, en general junto a Clarice Lispector son como nuestros hits. Es un trabajo que está bueno y sobre todo en este momento tan terrible que atraviesa Brasil (que básicamente es una regresión enorme) en términos de quiénes están ahora en el poder y qué es lo que están haciendo, por eso creo que al dar una mirada desde la cultura uno aprende mucho y ve también la complejidad del problema. Es una cuestión que también tiene que ver con el fracaso del PT (por decirlo de alguna manera) porque no se trata, como dije anteriormente, de dos sectores y nada más, se trata de un tema muy complejo donde la visión cultural ayuda mucho a ver lo que está pasando. *Columna sobre cine de la emisión radial del 12/04/2017 de La luna con gatillo