Por Lea Ross
Nosotras/ellas es la película más temeraria que ha hecho el cine cordobés. Su directora, Julia Pesce, llevó a cabo este arriesgado proyecto de filmar a su propia familia, compuesta gran parte por mujeres y de distintas generaciones, durante un extenso tiempo. A tal punto, que en el medio ocurre el fallecimiento de una de sus integrantes y, a la vez, aparece una nueva participe -su sobrina-, con el registro de su propio nacimiento.
Dicha escena fue polemizada por el crítico de cine Roger Koza, en una reseña crítica publicada en su blog Con los ojos abiertos, con fecha del 17 de junio de 2016: “En Nosotras/Ellas se vive, se muere y se nace. En el transcurso del film, dos personajes pasarán al fuera de campo radical que ninguna cámara puede filmar. Los muertos son infilmables; por naturaleza, dejan de tener una imagen. Esto permite identificar una temprana madurez en la cineasta: la decisión de prescindir de los respectivos duelos de su abuela y tía abuela, como también la forma de incorporar al relato a través de la elipsis la información acerca de esos acontecimientos. El contraste de esos eventos será el nacimiento de la sobrina de la directora. El parto natural y en casa dura un tiempo justo y la distancia de registro no es caprichosa. La intimidad de un parto –si se decide filmarlo, cosa que sí puede cuestionarse en la medida en que el mayor protagonista no tiene chance de impugnar el registro que lo compromete– requiere discreción y respeto” (El resaltado es nuestro).
A partir de ese punto, y como solo las plataformas virtuales lo permiten, salió a la luz una breve pero filosa polémica con las respuestas que dio el productor y director de fotografía de la película Ezequiel Salinas, quien en el apartado de “Comentarios” en el blog expuso su réplica, metiéndose en una discusión que coaliciona la ética cinematográfica con ciertos tópicos presentes en los debates recalcitrados sobre el aborto, como así también aprovechamos en volver a sacar a luz este intercambio con la reciente culminación de la Semana Mundial por el Derecho al Parto Respetado.
“Desde mi punto de vista, la tasa de natalidad en el cine en relación a la de mortalidad, léase ésto como cuánta gente muere y nace en las películas, es de una asimetría apabullante. (...) el hecho más ordinario y probablemente menos retratado de la vida humano, darle cuerpos la manera que llegamos a este mundo, marca al menos un punto de vista fuera de lo común que me parece amerita atención”, señala Salinas, quien además apuntó a Koza sobre el rol del “mayor protagonista” que se le ha adjudicado al recién nacido: “Creo que arriesgas una definición que puede confundirse con un catolicismo reaccionario (que me parece no te es ni de cerca característico): el mayor protagonista de un parto no es sólo el nacido, sino también, y en el mismo orden, el cuerpo de la mujer. Creo que la película también señala esto a través de la puesta en escena y que, en este sentido, la distancia de lo filmado permite suponer que la infracción ética, que vos sospechas que puede existir, no es tal”.
Dos días después, el autor de la crítica salió a responder al integrante de la realización del filme: “Está bien que señales la cercanía de mi objeción a la de los curas y laicos creyentes que ven en la indefensión (sic) ontológica de la presunta persona humana en el feto una víctima de una decisión ajena. El argumento es parecido, lo reconozco, pero en el fondo no lo es. En principio, porque el que nace ya es (un) sujeto, y es ese el minuto cero en el que se empezará a escribir su historia. Sin duda, los padres, o quienes lo educen en cercanía, serán los primeros en escribir su historia. He pensado siempre hasta qué punto uno puede filmar a alguien que no desea ser filmado o no están en condiciones de decir algo al respecto. Aquí, el sujeto ya existe, y no sabemos qué desea porque ni siquiera puede hacerlo; nacer es aprender a desear más allá del instinto que pone en marcha el primer deseo: alimentarse. En efecto, es el punto cero de existencia, el nacimiento”.
Y continúa Roger Koza: “Digo: quienes deciden filmar un parto son los padres, y en este sentido hay un derecho sin consulta que proviene de una posición entendida respecto de la criatura, que en cierta manera ejercen los progenitores. ¿Un sentido discreto de propiedad sobre el bebé? Yo mismo filmé a mi hija al nacer y participé de un parto similar al que Nosotros/Ellas muestra. Nunca más quise ver ese video; solamente una sola vez lo vimos en familia. Personalmente, me resultó obsceno, pero eso es mi apreciación que solamente vale para mí”.
Sin embargo, el autor destaca positivamente la escena, ya que se “pone en juego una crítica indirecta a una forma de plantear los nacimientos. El poder médico ha constituido una forma de parto en la que se iguala el acto de parir a una dimensión cercana a la enfermedad. La cuestión hospitalaria y los tiempos de parto en esas instituciones son muy distintos al parto en casa. La intimidad de la escena presenta una opción no médica que sí me parece muy importante. El naturalismo de la escena me convence enormemente; confieso que hubiera preferido que el mantra hindú no se entonara (pues le da un tono New Age, un plus espiritual que en lo personal me resulta afectado; a su vez respeto que la abuela cante porque quiere y crea conveniente acompañar de ese modo el momento de su hija. Es su creencia y tiene todo su derecho)”.
Y finalmente cierra Ezequiel Salinas: “He aquí una cuestión que también es de orden político y no solamente moral, que hace a la frontera entre la dimensión íntima y la pública, y lo que el corrimiento de esa frontera puede mostrar o no (en este caso, vos señalas la oposición a cierto poder medico). Es básicamente lo que la versión más politizada de ese cine del yo, por llamarlo de alguna manera, puede mostrar. Cierto potencial político de la intimidad que ciertamente no es parte de Nosotras/Ellas. Pero por otra parte también me parece que no solo es una cuestión moral en cuanto a que y con o contra el permiso de quien se muestra, sino en el caso del cine al cómo se muestra (ni planteo el para qué, porque ya sería meterse en la fangosa zona de las intenciones, que a mí al menos no me interesa)”.
Para leer el debate completo, aquí: http://www.conlosojosabiertos.com/nosotras-ellas/