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Autogestión y cooperativismo en Traslasierra

Desde junio del año pasado diferentes organizaciones de la economía social del Valle de Traslasierra en Córdoba y la Costa de los Comechingones en San Luis se vienen reuniendo para tejer lazos, intercambiar saberes, coordinar actividades y pensar juntos el camino de la autogestión. Alguito de esta historia que se construye paciente, entre mates, guisos, charlas y mingas.

Por Tomás Astelarra

El sol se hizo presente temprano para comenzar a aglutinar a los cumpas que venían de diferentes parajes y que con la voluntad del encuentro se movilizaron un domingo por la mañanita para buscar formas de empoderar el trabajo autogestivo y cooperativo en el Valle de Traslasierra en Córdoba y también la llamada Costa de los Comechingones en San Luis.

“El encuentro se gestó de un grupo de personas que venimos trabajando en ese sentido en nuestros espacios y teníamos ganas de vincularnos con otras experiencias parecidas. Tuvimos un par de meses debatiendo para darle forma. Visualizábamos que había muchas cooperativas de trabajo, bibliotecas populares, radios comunitarias, artesanos y agricultores, entre otros, con una lógica de labor colectivo y autogestionado. La idea era profundizar esta línea de pensamiento, hacer un mapeo, un diagnóstico y ver que surgía pa’delante”, cuenta Juan, miembro de la Editorial Tierra del Sur, que funciona en la casa cultural y cooperativa La Ronca de Los Hornillos, donde también funcionan la radio comunitaria El Grito, la panadería Los Hornitos, la cooperativa de galletitas integrales El Faro, una huerta, un vivero de plantas nativas, una carpintería y desde este año, un proyecto de molienda y una escuela de oficios, entre otras cosas.

El primer encuentro se realizó en el salón comunal de Los Hornillos en junio del año pasado. Entre mate y mate, después de un desayuno a la canasta compartiendo producciones locales, a través de una dinámica dirigida por los cumpas del Circo Social de Traslasierra, se realizó un mapeo de las organizaciones presentes (unas treinta). Luego se analizaron las luces y sombras de los trabajos colectivos en diversos grupos, con una puesta en común. Finalizando el almuerzo, los niños expusieron su trabajo de la mañana, una tanda de pancitos caseros para la cual pidieron una gorra que autofinanciara la harina y otros materiales.

Por la tarde se trabajó en concretar proyectos para fortalecer el trabajo colectivo de la región. Clasificados de necesidades, formas de difusión de las actividades en internet, nuevos encuentros, mingas y talleres de formación fueron parte de las ideas que se discutieron en el plenario.

“Creo que fue un encuentro bastante interesante y productivo. En todos los grupos que participé hubo ideas claras, una propuesta bastante coherente, pude hacer muchos contactos, compartir destrezas, creo que es un buen relevamiento de todas las herramientas con las que contamos para llevar adelante este proceso”, opinó Julio, de la Casa Semilla de Las Chacras Sur. “Estuvo muy bueno, hace falta más de estos espacios de encuentro con pares, con gente que está transitando estos momentos difíciles. Está bueno juntarnos, transformarnos, reflexionar para ver cómo podemos seguir caminando cada vez más entrelazados. Hay montón de cosas que están sucediendo en Traslasierra con este tinte de la autogestión y son de gran aporte para la región. Está buenos conocernos y empezar a accionar juntos”, agrega María de la Biblioteca Popular de Los Molles y la Red de Ferias del Valle de Conlara. “Muy contento porque me parece que es un disparador para acciones futuras en lo que es una nueva forma de asociación alternativa frente a la asociación que se nos proponen desde arriba, de la que de alguna manera estamos cautivos. Encontrar formas de desarrollo que no son las convencionales y que tienen más que ver con nosotros. Esto es un potencializador de lo que estamos haciendo”, concuerda Juan, integrante de las mismas organizaciones. “Son muchos grupos. En un día es muy difícil profundizar, pero algo se logró y quedó las perspectiva de seguir trabajando y tejiendo redes”, aclaraba Juan, de Tierra del Sur, y hace la reflexión poniendo en referencia el aniversario de la Masacre de Avellaneda como punto de inflexión, por represión o reacomodamiento del sistema económico, de todo el fervor popular y autogestivo que se vivió en el 2001.


Un espiral que se va construyendo de a poco

“Viéndolo en perspectiva, a los que vivimos este pensamiento en esa época, nos agarró medio en pañales. Había un montón de ganas, una potencia que quizás no terminó de cuajar por un montón de factores externos, pero también por un montón de falencias propias. Nos dimos en la cara con los problemas que tienen estas formas de organización. Pero que se pueden superar. Y ahora estamos más maduros para afrontar una nueva crisis. Se dio varias veces en el debate que no nos educan para el pensamiento colectivo, para ponernos de acuerdo con el otro, resignificar nuestras ideas con otros. Al contrario, las instituciones formales nos educan en el individualismo. Por eso se hace cuesta arriba. Pero mientras busquemos espacios donde esa sea la meta, creo que va a ir creciendo. En el encuentro se mostró que no somos tan pocos. No es casualidad que muchos de los que participamos vivimos esos momentos hace quince años y hoy estamos acá en Traslasierra. Sentimos que nos faltaba contacto con la tierra, la potencialidad de producir el alimento, nuestra propia subsistencia, que es lo que faltaba allá. Venimos con muy poca experiencia de eso, pero creo que nos vamos organizando en ese sentido”, afirmó.

Y agrega: “Yo veo que de ese momento del 2001, con toda la participación que se dio y la posibilidad de otra forma de hacer las cosas, de ahí surgieron las tres vertientes que hoy estamos viviendo. Por un lado el kirchnerismo que logró encauzar institucionalmente esa resistencia y rebeldía, mal que nos pese, con el poder del estado: bajar dinero, manejar económicamente y políticamente a ciertas organizaciones que eran autónomas o críticas del estado. Por otro lado el gobierno que tenemos ahora, Macri y toda la derecha, que de alguna manera nacieron ahí, ante toda esa potencia en las calles y esa rebeldía semiorganizada. Se dieron cuenta que había que formar algo nuevo desde las viejas estructuras institucionales, eso es el Pro. Y un tercer grupo, seríamos los que estamos peleando más allá de la lógica del estado, tratando de establecernos por fuera de eso o al menos no poniéndole todas las pilas a eso, a lo institucional, a lo partidario. Y acá estamos un montón de grupos o cooperativas organizadas, muchas de las cuales estuvieron en el encuentro, que estamos tratando de darle una forma a una coordinación más general de los espacios, para poder fortalecernos por fuera de las viejas lógicas”.

Mientras la tarde invernal caía, los abrazos se repartían, las manos se entrelazaban para acomodar el espacio, se intercambiaban productos, agendas, promesas de visitas y actividades...Además de la emoción del encuentro, quedaban los afiches en la pared. Un mapa del territorio con círculos y anotaciones de las organizaciones presentes y otras amigas, y un compendio de luces y sombras de la actividad cooperativa y autogestiva. Entre las luces surgieron: “Posibilidad de un mundo nuevo/distintas miradas/búsqueda en común/respeto por el otro/a mientras más somos menos cuesta y mejor sale/contención/transmitir con el ejemplo/ transformación/aprendizaje/resistencia/espacios para la creatividad/se generan otros vínculos/ se transmiten otras formas de vida a las generaciones que vienen/disfrutar el trabajo/revalorizar la producción no solo como mercancía/ generar otra economía no capitalista/ ganas o necesidad de encontrarnos/autogestión vinculada a lo social/ capacidad abre-puertas/ okupación de espacios vacíos/ autofinanciamiento/ constancia/ compromiso/ reciprocidad/ intercambio/ tolerancia/ convivencia/ amor/ capacidad de adaptación/ entusiasmo/ compañerismo/ construcción de confianza”. Por el lado de las sombras: “Vivir lo colectivo ubicados en lo individual/comunicación interna ineficiente/falta de continuidad/inestabilidad económica/nunca son suficientes nuestras prácticas anticapitalistas/no darle más especio a la reflexión y coordinación política para transformar más allá de nosotros/as no involucrarnos más en nuestros territorios/falta de comunicación o mantener acuerdos/ desorganización/ dificultades de inclusión masiva ante el bombardeo neoliberal/autofinanciamiento/ contexto competitivo del mercado/ individualismo/ discursos contradictorios o vacíos/ demasiada autoexigencia/ ansiedad (resoluciones rápidas)”.


Arcas de Noé

Algunas propuestas quedaron flotando en la urgencia de la labor diaria, en la preocupación por una coyuntura de crisis económica y política a nivel nacional y planetario, en la avanzada de un gobierno de derechas que puso en la agenda la palabra “autodefensa” ante la experiencia de centros culturales allanados o misteriosamente asaltados, compañeros y compañeras criminalizados, aumento de los asesinatos selectivos, la violencia de género, el gatillo fácil… De todas formas desde la Biblioteca Popular de Los Molles y el grupo Interferias de San Luis partió la convocatoria al segundo encuentro en Septiembre. Además de compartir productos y experiencias, se continuó con el mapeo, los abrazos, la alegría de encontrarse, compartir en medio de tiempos complejos para pensar diferente, organizarse, plantear alternativas al modelo de muerte que impone el capitalismo. En Octubre se realizó una charla abierta en el festival de arte y cultura Tantanakuy en Luyaba. En febrero llegó el periodista y pensador uruguayo Raul Zibechi a la Biblioteca Popular de Travesía para compartir su mirada geopolítica con las diferentes cumpas del territorio. Como siempre, guiso a la canasta, espacio para niños, dinámicas corporales, la sombra de un Tala para compartir la charla y los mates. En una asamblea final se decidió continuar recorriendo los espacios a través de diferentes mingas. El 30 de abril, con el locro cocinándose, en la “Biblio” de Travesía y el 27 de mayo en el centro cultural La Lechuza. “A veces en medio de todo el ajetreo en que estamos resulta difícil juntarse o llevar a cabo proyectos conjuntos, por eso estos espacios son muy valiosos, para ver en que andamos y debatir los desafíos de este mundo nuevo que queremos construir”, opina Fer Diaz de la Biblioteca Popular de Travesía y la cooperativa Sacha Pana de Luyaba.

“Acá nos estamos preparando para recibir a los y las compas, para seguir tejiendo redes y poner el cuerpo la palabra y el corazón para seguir creyendo y creando estas formas de estar y construir colectivamente”, se esperanza Diego, de La Lechuza.

Las dos son experiencias que han sabido combinar culturas que en estos territorios a veces parecen el agua y el aceite. Aquellos nacidos o “paisanas”, y estas venidas o “jipis”. Las dos también han sabido lidiar con el estado sin perder la autonomía. La Biblioteca Popular de Travesía cuenta con más de 20 talleres culturales y de oficios, una feria y peña mensual, propuestas culturales y de saberes ancestrales en un pueblo que supo ser importante zona de producción agrícola y hoy se organiza para recuperar las acequias y las redes de agua ante la sequía. San Pedro, el pueblo donde funciona La Lechuza, solía ser la cabecera de la zona antes de Villa Dolores. Hoy es un pueblo casi exclusivamente de “nacidas” o “paisanos”, salvo por la locura que se le ocurrió a un par de jóvenes de la zona de invitar artistas y talleristas de otros lugares para fomentar otro tipo de cultura. Circo, ferias del libro, espectáculos, la recuperación del viejo cine del pueblo, talleres de oficio, feria y hasta un local de la economía social. “Es un espacio cultural que lo sostenemos entre un grupo de vecinas, niños, adolescentes, viejos y viejas... un popurrí de identidades que ya lleva 5 años sosteniendo diferentes actividades y propuestas horizontales en una localidad del bajo de Traslasierra donde veíamos que no con una participación no tan machista y vertical. Todo esto ha sido posible gracias a la articulación con otras organizaciones como el Circo Social, las radios El Grito y Fm Sierras, bibliotecas populares, artistas, la FLIA...Por eso está bueno continuar con estos lazos”, concluye Diego.

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