Conversación con Ariel Petrucceli
En el marco del conflicto en defensa de la educación pública sostenido desde hace varias semanas en la Patagonia argentina y luego de su paso por Córdoba a fines del año pasado, desde La luna con gatillo nos propusimos conversar nuevamente con Ariel Petrucceli, ésta vez en una entrevista telefónica realizada en el marco de la emisión del jueves 19 de abril.
Petruccelli es autor, entre otros libros, de “Docentes y piqueteros” y “Ciencia y Utopía en Marx” y actualmente es director del Departamento de Historia y candidato a decano en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue por el Frente Interclaustro e Intercultural que se posiciona “desde abajo y a la izquierda” y promueve una Facultad “con capacidad de crítica y autocrítica, no-mercantilista, comprometida con los trabajadores, el movimiento estudiantil, el pueblo mapuche, el movimiento de mujeres, la juventud y todos los grupos oprimidos”.
¿Cómo es la situación que está atravesando actualmente la provincia de Neuquén (y la Patagonia en general) respecto de las luchas en defensa de la educación?
Por un lado, existe un plan de lucha bastante sostenido en el tiempo por parte de ATEN (sindicato de docentes) que mañana va a tener una marcha muy importante y muy grande. Ya son varias semanas de huelga y las asambleas han sido muy numerosas, con alrededor de dos mil personas en la capital más las asambleas del interior, que son más pequeñas, pero que nuclean a compañeros en diferentes lugares. Por otro lado, ha estallado un conflicto en la Universidad Nacional de Comahue porque la semana pasada, en la sesión del Consejo Superior, se aprobó un tratamiento muy extraño: un pedido presentado a partir de un problema de un pequeño grupo de estudiantes de la carrera de biología (que hoy está en Bariloche) a quienes, aparentemente, el ministerio le tendría retenido los títulos porque la carrera no está acreditada. Por esto se presentó una propuesta en el Consejo Superior y de manera bastante insólita se aprobó la suspensión de una célebre y famosísima ordenanza del año 2004 (producto de una toma de más de veintiocho días de la Universidad de Comahue) que establecía que la Universidad desconoce la Ley de Educación Superior y a la CONEAU y además establece que no se va a acreditar ningún tipo de carrera ante este organismo. Esta ordenanza fue suspendida y eso generó, inmediatamente, un repudio del movimiento estudiantil que se auto organizó, hizo una asamblea y empezó a adoptar medidas como cortes de calles, clases públicas y ayer hubo una asamblea muy numerosa frente al rectorado con la ocupación del mismo durante toda la noche. Esto desembocó en que el rector finalmente convocó, aparentemente según dicen los medios, a una nueva línea del Consejo Superior donde se volvería a tratar este tema. Ya el Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades se pronunció para que se dé marcha atrás a esta decisión que viola una ordenanza de altísimo contenido simbólico del movimiento estudiantil del año 2004.
Hay toda una tradición de lucha en la Patagonia, no sólo con el movimiento mapuche que fue lo último que se conoció en otras provincias del país, sino sobre todo con el tema educativo con el sindicato docente ATEN (muy poderoso y muy protagonista de las luchas) además de los ceramistas de Zanon. ¿Cómo ves la relación de esto que ha estallado ahora con esas luchas que se sucedieron a lo largo de todos estos años allí en Neuquén? ¿Hay, de algún modo, una reactivación de los procesos organizativos? ¿Qué relación podés hacer entre esta situación actual con el proceso más general de luchas históricas de la provincia?
Neuquén, con más y con menos, siempre tuvo un proceso de movilización y de combatividad muy fuerte. El año pasado la cosa ha sido muy movida sobre todo con los mapuches y también con los militantes del frente ATEN. La Universidad ha estado en un periodo de varios años de calma, donde pasaba poco; pero hay un proceso de sinergia muy grande entre el sindicato docente y el mundo del movimiento estudiantil universitario. Sucede que algunos universitarios han hecho sus primeras armas en viejos procesos de lucha en los años 1995, 2001, 2004, 2006 y luego se vuelcan a trabajar y se desintegran como activistas y militantes de ATEN. Pero en este conflicto que estalló en la Universidad, muchos activistas, que en su momento fueron estudiantes, se plegaron a esta medida de lucha en calidad de aliados, muchos graduados participaron de las asambleas y apoyaron la ocupación del Rectorado. Hay un proceso de ida y vuelta muy interesante.
Ahora están atravesando una situación institucional que recién mencionábamos; y también leíamos un extracto de la declaración del Frente Inter-claustro e Inter-cultural, que te tiene a vos encabezando la lista, ¿cómo viene esa situación?
Sí, independientemente del conflicto puntual que ahora estalló, la Universidad estaba en una coyuntura electoral: Pablo Scatizza es mi compañero de fórmula (hemos compartido revistas semi clandestinas como El cascotazo y La poronguita), nos conocemos hace años y venimos militando juntos en estos espacios durante mucho tiempo. Además, hace ya cuatro años, somos los directores del Departamento de Historia y ahora decidimos presentarnos como candidatos para el Decanato con un frente que nuclea a una cantidad importante de agrupaciones estudiantiles (casi todas las agrupaciones) donde algunas no están tan cercanas, pero han manifestado la intención de acompañarnos por lo menos con el voto. También contamos con un núcleo interesante de egresados y un sector docente, que es el más numeroso, pero tenemos muchísimo apoyo de nuestros claustros. En base a esto, y en un contexto donde hay tres candidaturas, creemos que tenemos buenas chances de entrar en segunda vuelta y ver ahí como se dirime la cosa.
Desde aquí de Córdoba y desde La luna con gatillo ya hemos pronunciado nuestro apoyo, nuestra solidaridad y difusión para este proceso que están viviendo allá, con la intención de generar camaraderías interprovinciales. Para cerrar (a propósito de este proceso electoral) quería preguntarte: ¿Qué reflexión haces en torno a la relación entre los procesos de lucha, el trabajo académico que vienen realizando y su manifestación en las instituciones de la academia y universidad?
Yo creo que uno en la vida cotidiana en la institución está atravesado por el marco legal de la educación superior. Uno habitualmente enfrenta esto en una situación de soledad, de tener que decidir en dónde publica y las consecuencias en su carrera, si uno hace lo que está mandado, lo que está establecido, lo que te sugieren las instituciones o uno resiste y hasta qué punto, pero eso se da siempre en el plano individual de cada investigador, de cada profesor, de cada profesora. Cuando aparecen estos contextos de lucha, lo que aparece claramente es un colectivo, en este caso inter-claustro con mayoría de estudiantes, que muchas veces interpela a los profesores y a los investigadores que se han ido adaptando y empezando a naturalizar esas reglas de juego que, muchas veces se habían cuestionado fuertemente en años anteriores en calidad de estudiante, pero que con el paso del tiempo uno quizá las va naturalizando, no con entusiasmo, sino con resignación; y de repente aparece un elemento estudiantil y hay que repensar todo de vuelta. En el caso nuestro la emergencia de una nueva batalla estudiantil no nos deja descolocados, al contrario, la recibimos con entusiasmo de participar activamente, porque no sólo se es candidato a decano, si no que se es un militante y un combatiente por la democracia las 24 horas los 365 días del año y la candidatura es uno o dos meses al año nomás.
Para cerrar, recordar algo que escribimos con Pablo Scatizza en una nota que publicamos en La Izquierda Diario: ¿no es la hora de preguntarse si es necesario, por fin, dar lugar a un gran movimiento nacional por la derogación de La ley de Educación Superior, en la perspectiva de una Reforma Universitaria? siendo que se cumplen cien años de la hermosa y gloriosa reforma del '18.