Conversación en la emisión radial de La luna con gatillo, Marisa Emilia con Natalia Di Marco (referente del activismo feminista de Córdoba) y Nadia (médica activista, integrante de la Red de profesionales de la salud por el derecho a decidir) sobre el debate por la legalización del aborto.
Emilia: Finalmente llegó a la cámara de diputados el debate tan esperado por todas y todos sobre el aborto. Creo que es importante conocer cómo fueron las movidas de la visibilización en las calles: los pañuelazos; y también cómo son las asambleas previas (cómo se decide y qué se decide) en esos ámbitos que se van enriqueciendo cada vez con más presencia y más cuerpas. El resultado es la manifestación en la calle de algo súper rico. ¿Cómo circula esa energía que esperamos que sea como una olla a presión que pueda lograr nuestro gran objetivo último?
Natalia: Han sido jornadas muy emocionantes las de los últimos días y semanas, creo que la emoción es de alguna manera pareja con la exponencial medida con la que ha crecido la visibilización callejera del reclamo por la legalización del aborto. Recordamos con algunas compañeras (ya que una empieza a ser medio la histórica en lo que tiene que ver con que ya hace varios años que estamos pre caminando las calles por el derecho al aborto) esas primeras jornadas en las cuales era difícil juntarnos en la calle, incluso entre feministas, con una temática que aparecía tan tabú, tan prohibida para el ámbito público como lo era el aborto. Ni siquiera era una cuestión el que no se estuviera de acuerdo con la legalización, sino que había todo un debate en torno a si la despenalización y la legalización del aborto eran algo propio a trabajar en el espacio público.
Nosotras en su momento, desde Mufas, Histéricas y Otras, sostuvimos siempre que justamente lo primero que había que romper era esa distinción que se hacía del aborto como un problema privado-personal y plantearlo en términos políticos. En lo que pasa socialmente por un lado con la penalización del aborto, pero además también en términos de lo que implica la tutela del estado sobre el cuerpo y la vida de las mujeres. Ese camino de a poquito fue instalándose y, como siempre digo, las feministas estamos en todas partes y vamos de a poquito entrándole a los lugares, a lo mejor no tan altisonantes, pero me parece que hemos logrado meternos en los intersticios de casi todos los espacios. De alguna manera lo que emerge hoy, la fuerza del reclamo desde un montón de lugares diversos, tiene que ver con ese trabajo sostenido en el tiempo. Así que después de pecharla, vemos cómo hoy es un reclamo masivo; hace nada más que dos años atrás, la marcha del Ni una Menos de 2015 no tenía la prevalencia de color verde que tuvo la del 8M (que convocaban más o menos los mismos espacios). Me parece que son enormes los lugares ya ganados por esta lucha por la despenalización y la legalización del aborto.
Emilia: El otro día leía un posteo de Mabel Bellucci donde hablaba que, en los años ´90, andaban en búsqueda de posibilidad de publicaciones (relativas al tema) y con la sensación de que ya estaba próximo, de que ya iba a pasar. Y pasaron más de veinte años. Intentaba imaginar lo que debe ser esa sensación del tiempo que pasó, incluso hasta en el cuerpo de quienes estuvieron ahí desde el principio. Y también pienso en la visibilización actual y algo que me emociona mucho son las pibas más chicas. Tengo una sobrina con la que compartimos por las redes sociales toda esta visibilización verde y hablamos, ella pregunta (ella va al mismo colegio que yo fui), comparamos los distintos momentos del mismo debate, que yo di hace varios años y ahora ella lo vive con sus profes y sus compañeras, todo eso me parece maravilloso.
Natalia: Como el hermoso gesto de pasar el pañuelo, siendo los pañuelos muy simbólicos en nuestro país, el reclamo con un pañuelo verde. Es importante poder hacer este paso porque en un punto también creo que la fuerza tiene que ver con esto que vos decís, que son las pibas las que están en la calle con mucha claridad reclamando.
Emilia: Mucha más claridad incluso de la que una tenía, quizá con otro cerco, íbamos más a ciegas. La charla que tuvimos con mi sobrina era sobre la posibilidad de tejer esta complicidad. También le decía que el feminismo permite esa complicidad con una extraña que a lo mejor no la podés tener con alguien cercano. Otro compañerismo, otra forma de conocerse.
Natalia: Como cruzarse en la calle y reconocerse por el pañuelo.
Emilia: Metiéndonos un poco más en el debate, a mí me interesaba mencionar que son varios los proyectos presentados en el Congreso, y hay una cuestión medio neural en la diferencia entre despenalizar y legalizar.
Natalia: Ese es “el tema” porque además no tiene que ver sólo con el recorrido que nos dimos en la construcción del proyecto que se presentó ahora y que por séptima vez se está tratando, sino que tiene que haber una estrategia del ejecutivo, de los sectores en contra que están viendo la veta por si no pueden parar esta demanda instalada por el derecho al aborto, ir hacia el lado de la despenalización y no la legalización.
Nosotras tuvimos debates muy fuertes en torno a la despenalización y la legalización. Quienes tenemos posturas muy críticas hacia las estructuras estatales, en general mantenemos posiciones que plantean que el estado incida lo menos posible sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres. En ese sentido una podría muy fácilmente quedarse con una posición en términos de despenalización (retirando el aborto del articulado del Código Penal) y en todo caso como dice la Constitución, todo aquello que no está prohibido en las leyes está permitido, con lo cual habría la posibilidad de interrumpir un embarazo sin que ello implique ninguna criminalización. El problema es que eso no resuelve el conflicto social de fondo que tiene la realidad de la interrupción del embarazo, como muchos otros derechos de las mujeres que han sido incluso reconocidos a nivel legal pero no son implementados. Nosotras entendemos que es absolutamente necesario avanzar un paso más que la despenalización y establecer la obligatoriedad del estado en garantizar el acceso a ese derecho y que queden muy claras las condiciones, los modos, que nadie pueda exigir de más, pero que el estado esté efectivamente obligado a garantizar la posibilidad de interrupción del embarazo en aquella mujer que lo decide.
Emilia: Totalmente. Pensaba incluso en la significación simbólica que implica correrlo del código penal. Me parece que sacarlo de esa caja ya sería todo un avance en términos de cómo se mira esa decisión. Porque, en definitiva, pensando que se trata de la decisión de una persona sobre su propio cuerpo, que todavía esté en esa estructura legal (con todo lo que significa la cuestión de la pena en términos de castigo) ya me parece algo absurdo a esta altura. Aunque quizá no tanto…
Natalia: No tanto. Creo que por eso también despierta tanta resistencia el tema del aborto y para nosotras tiene tanta potencia simbólica; porque tiene que ver con esto, que decía anteriormente, sobre el estado decidiendo sobre nuestros cuerpos a partir de nuestra capacidad reproductiva. Entonces me parece que lo que se está penalizando es el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y sobre nuestros proyectos, y efectivamente tomándolo en términos de sanción penal con el peso simbólico que eso ha tenido. Por eso creo que hay gobiernos que han avanzado progresivamente en algunas medidas y el límite que encontraban en el aborto es justamente que está absolutamente puesta en cuestión esta tutela que señalábamos del estado, del médico, de la iglesia, del varón. Tiene que ver con reconocer a las mujeres la capacidad ética (las mujeres y las personas con capacidad de gestar como sujetos éticos) la capacidad de ejercer autónomamente el derecho a decidir sin que intermedie el estado. Lo que sí pedimos es que, una vez tomada esa decisión, el estado garantice el acceso en la forma en que decidan las propias mujeres o las personas con capacidad de gestar; también sabemos que nuestro reclamo histórico es que sea en el hospital asistido como corresponde. Que sintamos la seguridad de hacerlo de la manera que elijamos.
Emilia: Cuando se habla del derecho al aborto como un tema de salud pública sacándolo definitivamente del terreno moral y religioso: ¿Cuál es la postura desde la Red de profesionales de la salud por el derecho a decidir? ¿Cómo empalma con la propuesta de la Campaña Nacional por el Derecho al aborto legal, seguro y gratuito?
Nadia: Primero quiero contarles que la Red de profesionales de la salud por el derecho a decidir surge en el 2015. Somos profesionales de la salud de distintas áreas que formamos parte de la Campaña por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Era necesario que, también como profesionales que garantizamos abortos en distintas circunstancias, pudiéramos pronunciarnos y tener otra voz a la que en general tiene la medicina hegemónica, respecto a todo lo que tiene que ver con la sexualidad en general. Uno de los pronunciamientos que hacemos como profesionales es que nosotras acompañamos a las personas gestantes (mujeres y trans) que deciden interrumpir sus embarazos, pero también las acompañamos a lo largo de toda su vida. Pensamos que esto es una cosa más que nos pasa a las personas que podemos gestar y que es una de las tantas decisiones que tenemos que tomar en la vida y que en eso (como en otras situaciones) no miramos para el costado ni somos cómplices de los silencios sino que, al contrario, salimos de la clandestinidad para poder visibilizar tanto a las mujeres que se practican las interrupciones como a las profesionales que acompañamos las decisiones. Esto que viene siendo un lema “aborto legal en el hospital” es también poder disputar que no necesariamente tiene que ser en el hospital, en un centro de salud, con una intervención quirúrgica, sino también de la forma que cada una decida. Entonces que pueda haber la opción de hacerlo en el centro de salud donde vos vas a acompañar a tus hijos, donde buscas por primera vez un método conceptivo, y que ahí también puedas acudir para tener información y los medios necesarios para interrumpir el embarazo; como así también quien quiera hacerlo de una forma quirúrgica con todas las condiciones que eso merece y de forma gratuita en el hospital.
Emilia: La disputa del derecho a decidir sobre el propio cuerpo es también una disputa al capital, por esto de acompañarnos y formar comunidad en estos procesos. Decidimos antes sobre la maternidad, sobre el parto y también me parece importante no perder de vista ese eje donde la salud pública no implique caer en la trampa del mercado de las farmacias y la medicina hegemónica.
Nadia: De hecho, acá en Argentina la única presentación de la pastilla que es inductiva del parto, que es el Misoprostol, viene de un solo laboratorio que tiene la hegemonía del mercado y que es el medicamento que más ha aumentado en estos últimos años (el 400% respecto de cualquier otro medicamento que podamos conseguir en una farmacia). Y por otro lado trae las disputas que venimos reclamando desde la Red, que no sólo necesitamos el Misoprostol que es una droga sumamente importante para las interrupciones, sino también otra droga que es la Mifepristona (es la que se usa a nivel mundial para realizar abortos de calidad) porque facilita mucho más los resultados y las posibilidades de que el aborto sea completamente seguro. Entonces el reclamo es que esto sea de producción nacional, no seguir fomentando el negociado con los laboratorios sino que el mismo estado podría hacerlo a un costo muchísimo menor. Además, en técnicas quirúrgicas muchas veces escuchamos que la interrupción se hace con legrado y el legrado está desestimado por la Organización Mundial de la Salud hace muchísimos años y lo que se recomienda es una técnica de aspiración, estudiada a lo largo de muchos años, que trae muchísimas menos consecuencias para la salud y para futuros embarazos sí es que así se desea.
Decimos que se trata de un tema de salud pública por muchas aristas, pero no es sólo por eso que reclamamos y exigimos el aborto legal, sino también porque las implicancias en la salud son múltiples y realmente eso no está cuantificado porque hay un subregistro de todo lo que implica el aborto clandestino en cualquiera de los países donde hay restricción para poder acceder. Entonces muchas mujeres llegan a los hospitales y muchas veces no dicen que fueron por aborto porque sabemos cuál es la reacción de los servicios de salud en general; por lo tanto, esas complicaciones que podrían estar asociadas a un aborto se consideran como otras causas y no aparecen dentro de las estadísticas. Sin embargo, a partir de estas mismas estadísticas es que el Ministerio de la Salud de la Nación dice que en el país por año se realizan aproximadamente entre 350.000 y 700.000 abortos y que hay un porcentaje muy alto de complicaciones (que no necesariamente es la muerte sino otro tipo de morbilidades, de impactos sobre la salud) no solamente físicas sino también psíquicas en un contexto de clandestinidad. Este sería el marco necesario para abordarlo desde un tema de salud pública.
Emilia: Yendo a lo que implica integralmente este tipo de debate en la medicina en relación a la mujer y a otros cuerpos que salen de los parámetros medios de la medicina hegemónica (que con los debates del parto respetado y la violencia obstétrica se ha visibilizado bastante y da una pauta de todo lo que queda por hacer), de acuerdo a tu experiencia: ¿cómo se forman y de dónde salen los y las profesionales de la salud hoy?
Nadia: La verdad que está a años luz de lo que esperaría el movimiento feminista. No solamente por el aborto, sino porque en general nos enseñan a decidir sobre las otras personas y no a brindar información para que lo puedan hacer por sí mismas. Existe un principio de la medicina que se llama de “transparencia activa”, con el que se supone que una debería dar posibilidades de opciones y la persona tomar la decisión que prefiera, pero eso no se da en ninguno de los ámbitos de la medicina en general. Entonces no sólo pensando en el aborto sino en cualquier método anticonceptivo, porque nosotras hemos escuchado miles de mujeres que acuden a hospitales a realizarse la ligadura de trompas y que la negativa es la constante porque les refieren que seguramente después se van a arrepentir o qué pasaría si su hijo se muere o si su pareja realmente quiere no tener más hijos, miles de cosas que vivimos a diario las mujeres en general. De hecho, en este momento, hace más de quince días que en los centros de salud de Córdoba no hay anticonceptivos inyectables (uno de los métodos más requeridos por las mujeres actualmente), tampoco hay DIU y hay lista de espera para los implantes subdérmicos. Por eso también cuando hablamos del derecho a decidir tiene que ver con todo con lo que implica la sexualidad y que la medicina está muy lejos de poder cumplirlo.
Obviamente sabemos que luchamos por una ley, luchamos para que la reglamentación sea lo más cercana a lo que queremos, pero eso tampoco va a ser la solución de un problema de raíz (como es el caso de la Ley de Parto Humanizado, sabemos de la violencia obstétrica institucional que se vive a diario). Hay una Ley de Procreación Responsable que debería garantizar todos los métodos y tampoco se garantiza. Lo mismo con el aborto: queremos que exista la ley y seguiremos luchando para que esto se garantice. Pero la formación está muy lejos de ser lo que deseamos.
Natalia: Coincido en señalar esta falta de formación y perspectiva de género y feminista en la formación en todos los ámbitos universitarios, pero también hay que decir que el aborto fue el límite que tuvo la Ley de Educación Sexual Integral donde están contempladas muchísimas cuestiones (más allá de que una pueda complejizar o problematizar la manera en que están planteadas) vinculadas con la sexo-género-diversidad y la sexualidad. El aborto fue el gran límite y después fueron pechando una Red de docentes por el derecho a decidir en el marco de la Campaña, ya que la única mención que se hacía en los lineamientos curriculares era sobre los debates éticos, pero no así en Ciencias naturales y tampoco estaban en el área de sociales o Filosofía y humanidades. También el desafío para nosotras tiene que ver con esto de que, efectivamente en el momento en que logremos la ley (que la vamos a lograr), también tengamos la capacidad para exigir el cumplimiento de nuestro derecho de manera colectiva y que además esté instalado el aborto como un derecho de las mujeres y de las personas con capacidad de gestar. Para eso me parece que las docentes tenemos un rol muy importante y por supuesto los espacios de formación docente, también hay que decir que el único espacio que no tiene formación integral en los planes de estudio de los profesorados es la universidad (por alguna razón quedó fuera de la Ley de Educación Sexual Integral que se plantea desde el nivel inicial hasta el terciario no universitario). Son cuestiones muy importantes a tener en cuenta para que efectivamente avancemos y ni hablar de las organizaciones sociales feministas, de mujeres, y el compromiso de las organizaciones políticas. Sabemos que la ley va a salir solamente porque estamos en la calle y porque si en algún momento el gobierno especuló con desviar la atención sobre temáticas que le eran complejas instalando el debate del aborto, creo que nunca midió la fiera que estaba soltando y que las feministas nos íbamos a tomar de eso para finalmente irrumpir en los espacios que, hasta hace unas semanas, nos habían sido negados.
Emilia: Es muy potente el mensaje de mantener la postura crítica incluso en las instituciones y sobre todo en los aparatos estatales a la hora de dar estos debates y no perder el eje ni la perspectiva de que el camino es hasta cambiarlo todo. Sabemos que esto viene para largo y en todas partes. A mí me gusta la imagen de las hormigas que salen de cualquier lado, que no se sabe de dónde vienen; abrís un caramelo y están allí. Me parece que la marea verde es un poco así.