Por Lea Ross
El asesinato de Marielle Franco fue el disparador de este encuentro. Una serie de artículos y columnas, publicadas en distintos medios de comunicación de diferentes países, señalaban las etiquetas que cargaban en aquella militante de Brasil: mujer de izquierda, negra, pobre, feminista y lesbiana. Son los mismos adjetivos que acarreaba la militante Viviana Avendaño, nacida en 1958, criada en el barrio populoso cordobés de Villa El Libertador y muerta en la Ruta Nacional 38 en el año 2000. También: mujer negra, pobre, guerrillera, presa política, comunista, lesbiana, libertaria, hippie, piquetera… En fin, todo lo que el poder odia.
Todo lo que el poder odia es hasta ahora el único libro del periodista Alexis Oliva, sobre una voluminosa biografía de Viviana Avendaño, “la presa política más joven de la dictadura en Córdoba”, señala su autor. Su obra fue presentada en la localidad de Huerta Grande, en el centro del Valle de Punilla, en una actividad organizada por la cooperativa de servicios públicos Llamcay y la FM Radio Panamericana. La charla se realizó en un contexto de enorme enjambre en Brasil, con sus bullicios en Latinoamérica, en una Córdoba lidiada entre los abusos policiales y las resistencias, y en una Siria bombardeada.
Alexis comenta que el libro tenía un final alternativo. En la dictadura, los militares tenían un programa denominado “Proyecto de Recuperación de Pensionistas”, apuntando a “quebrar” a los detenidos para que colaboraran con ellos para la cacería de sus propios compañeros. Según el autor del libro, en el informe de Viviana Avendaño figuraba lo siguiente: “Posibilidades de recuperación: No se observa. Irrecuperable”.
“Ese era otro de los rótulos de su vida”, señala Alexis. El título alternativo del libro era Irrecuperable. “En este caso, los militares tenían razón. Era irrecuperable”.
Por la ruta
El tramo cordobés de la Ruta Nacional 38 comienza en Villa Carlos Paz y termina por Cruz del Eje, teniendo como centro a Huerta Grande, lugar donde se realizó la charla, pero más pegada al monte. Precisamente, la ruta es un eje de discusión por la polémica iniciativa del Gobierno Provincial por crearle una autovía paralela por arriba del poco bosque nativo que le queda a Córdoba. Anteriormente, la 38 era señalada como uno de los principales caminos de los narcotraficantes para la circulación de la cocaína. A su vez, fue llamada “la ruta de la muerte” por las víctimas fatales de sus siniestros viales. Y más anterior, fue el escenario del primer gran conflicto que lidió José Manuel de la Sota en su reciente labor como gobernador: “El Pueblazo” de Cruz del Eje, del año 2000.
Cruz del Eje viene padeciendo el trauma del desguace de los ferrocarriles desde el Proceso. En el tramo final del proyecto menemista, la desocupación fue la desolación imperante y los métodos piqueteros como hazañas en pié de lucha.
Una pueblada de cuatro mil personas realizaban un corte de ruta, luego de una represión policial al día anterior contra la décima parte de los que había en ese entonces. Para ese día, una Viviana Avendaño, llegada desde San Marcos Sierras (donde vivía con su pareja, vendiendo música pirateada en CD), subió a un camión como escenario, y con un pucho en una mano, enfatizaba en el micrófono frente a una multitud. “Porque los 360 puestos de trabajo… ¡Bajame la luz!”, le exigió al que manejaba el proyector que la apuntaba en la cara y continúo con un fondo más oscuro.
“El discurso de Viviana los hace ver desde una cuestión de clase, de oprimidos. Entonces, ella rompe esa subjetividad del auto-flagelamiento, no ya de esperar que venga una reparación histórica de arriba, sino desde un protagonismo popular”, explica Alexis.
Poco tiempo después, es en esa misma ruta donde Viviana muere en un choque. Para el autor, son evidentes las dudas que hacen suponer que no ha sido algo casual. La muerte de Viviana Avendaño, ¿el primer asesinato político de De la Sota? Un Leviatán de De la Sota.
Entre rejas
Con el florecer del período justicialista en la provincia a partir de 1999, la promesa de instalar una fábrica en esa zona terminó siendo una cárcel, “una cárcel disfrazada de fábrica”. “Hasta hace poco, vos ponías el Google Earth a Cruz del Eje, y en lugar de llevarte a la ciudad, te llevaba a la cárcel. El panóptico virtual te llevaba al panóptico real”, señala Alexis, oriundo de esa región y de familia de ferroviarios.
Así se estableció el reclutamiento policial y penitenciario del norte cordobés, en una zona sin trenes ni fábricas. Y con ello, el inicio de la identidad del Cordobesismo como poder autóctono, otorgando una preponderancia a la supuesta “autonomización” de las instituciones policiales. Así, con la expansión de las manchas urbanas en los bordes de la ruta, se expande también la sombra azul. Casos de gatillo fácil que van desde Franco Amaya en Carlos Paz -que para este año, se espera un juicio contra sus oficiales asesinos- hasta Jorge Reyna, muerto de manera sospechosa en el interior de la comisaría de Capilla del Monte, pulularon en estos años, en un poder que venía floreciendo a partir de la no presencia física de Viviana Avendaño.
Y apunta Alexis: “Ya que estamos con lo de Siria: cuando Estados Unidos fracasa en una guerra, los soldados que van como carne de cañón tienen menos apellidos anglosajones que todos los que estamos acá ahora. Son todos afroamericanos o hispanos. Los que no están en las cárceles, vuelven en ataúdes por la guerra”.
Libertarias en períodos férreos
Liliana Teplizky había conocido a Viviana en la cárcel de Devoto. En ese entonces, Lili era llevada a la sala de castigo cuando se la descubría armar pulseritas de macramé. Ya jubilada, y con bastón en mano, llegó a la charla a compartir sus recuerdos con la Negra: “Teníamos prohibido cantar, bailar y esas cosas. Pero yo con ella aprendí a bailar el cuarteto”.
Sobre las polémicas desatadas en el interior de los partidos izquierda, “el tema del lesbianismo era terrible -señala Lili-. Entre nosotras estaba prohibidísimo. Eran épocas que para la izquierda, en Cuba y en todos lados, era que estabas enferma y que, además, era un error moral, pasible de sanción”.
Y continúa sin parar: “Viviana era la primera en cuestionar todo. Por más que ella se disciplinó en partidos, yo creo que su espíritu y pensamiento eran libertarios. Y eso lo puso en práctica cuando salió del Partido Comunista y se conectó con la educación popular”.
La mirada crítica de organización de las izquierdas ya no solo pasa por una búsqueda de errores pretéritos, sino de una observación de lo actual: “Por ejemplo, lo que pasa en Brasil: ¿cómo puede ser que nadie pueda reemplazar a Lula? Creo que la educación popular apunta a eso: hacernos partícipes conscientes y, como dicen hoy los movimientos de mujeres, empoderarse”, cierra Liliana.
Así, si bien las personas son irrecuperables, lo poco recuperable solo se encuentra en los encuentros. Por lo menos en ese, en medio del monte y de la ruta.
Fotos: Facebook Todo lo que el poder odia