Entrevista a Emi Gorza de El culo en el espejo, quienes se definen como "un proyecto de poesía sonora en el que la música y los textos se fusionan creando nuevos sentidos, recorriendo diferentes estados, imágenes y ambientes." Emi Gorza es quien otorga voz y textos a este proyecto en el que está acompañada por Pablo Sanchez en el bajo.
¿De qué se trata el nuevo EP de la banda?
Hace un año el formato de El culo en el espejo era un trío, luego el violero deja la banda y empezamos a rearmar el sonido. Allí surge la idea de armar pistas electrónicas para tocar en vivo, y, cuando las estábamos produciendo, nos encantó cómo sonaba; por eso decidimos sacar un material para mostrar y donde la gente pueda escuchar lo nuevo que estamos haciendo. Así surgió Saturno en la nave del tiempo que es nuestro EP con tres temas de los cuales uno, que se llama Nosotros, ya estaba en el primer disco que grabamos apenas comenzamos; después está Saturno en la nave del tiempo que le da nombre al disco y Existo que es una especie de niña mimada de la banda porque nos toca muy profundamente, es acústico y tiene mucha magia y profundidad. Vemos al EP como un viaje espacial y así al sonido que vamos buscando, que es algo más intergaláctico.
¿Cuál era ese sonido que tenían antes y cuál es este de ahora que señalás como intergaláctico y porqué esa metamorfosis?
En los comienzos éramos una banda más rockera, en muchas fechas teníamos batería en el vivo, guitarra eléctrica y bajo eléctrico. A partir de que se va el violero comenzamos a buscar un formato más reducido que nos permitiese movernos más, viajar con mayor facilidad y en eso apareció el mundo de lo electrónico con lo cual tomamos un sonido quizás más moderno. Ahora también estamos invitando a músicos a hacer los beats en vivo. De hecho, en la fecha próxima va estar nuevamente con nosotros Diegol El creador, que también estuvo en nuestra última fecha. La idea es empezar a meterle un poco más de “punchi” sin llegar a la electrónica (porque no es lo que hacemos) pero sí poder jugar con esos sonidos que por ahí no se logran con los instrumentos en sí, sino que es una cosa más de las máquinas. Si bien tenemos un espíritu bien hardcore, en cuanto a la intención y a la experimentación de los estilos musicales, vamos buscando el estilo que creemos que cada texto necesita y creando ambientes que van por lo latino, el rock pesado, el punk, el hip hop, todos muy diferentes entre sí. El espíritu punk y hardcore sigue estando porque es una banda que denuncia, que trae un mensaje que no siempre es lindo de recibir, sino que viene a mostrar un poco de contradicciones. Ya desde el nombre del grupo (El culo en el espejo) se apunta a otra cosa que poco tiene que ver con la solemnidad de la poesía musicalizada, sino a una cosa más rota, más jugada. Seguimos identificándonos con ese concepto, pero a nivel sonido estamos en la búsqueda de algo distinto. Tanto al bajista como a mí nos gusta bailar y mover el cuerpo, y desde ahí también exploramos estilos más tropicales, como el tema Nosotros que, si bien se llama así, ese nosotros no se refiere a la banda sino a la humanidad toda. Tratamos también de incorporar el lenguaje inclusivo, que a mí me cuesta un montón, pero hacemos el esfuerzo y también veo como rebuscármela para poder salirme del lenguaje más tradicional. Pero en el caso particular de Nosotros he decidido dejarlo como está, en masculino, como haciendo referencia a esa cuestión arrasadora y destructiva que creo viene un poco de la mano del patriarcado y su relación también abusiva con la naturaleza y del mundo en el que vivimos.
¿Cómo trabajan la relación entre las letras y los sonidos?
Para nosotros es muy importante que esté unido, que no sea la música de fondo y por arriba la poesía sino que haya un intercambio constante entre las dos cosas. Si bien las formas de componer son muy distintas, por lo general yo presento el texto, lo leemos juntos y charlamos acerca de para dónde va, qué le genera a cada uno y por qué. Primero está mi intención a la hora de escribirlo y después la intención de Pablo (el bajista) a la hora de interpretarlo y crear la música para eso. Luego vamos buscando cambios, momentos, climas que queremos generar y después de eso sale algo en conjunto que por lo general no tiene nada que ver ni con lo que yo pensé al escribir ni con lo primero que Pablo pensó al tocar, sino que es una fusión de ambas cosas. Es eso justamente lo que nos parece interesante de hacerlo así en conjunto, que se vaya transformando.
En cuanto a este aspecto compositivo más de lo que sucede en el momento, ¿qué tanto trabajo de post producción (retoques) tiene el disco?
A no ser por alguna frase que hubo que volver a grabar por algún corte, en general fue muy fluida la grabación tanto del bajo como de las voces. Las pistas ya estaban hechas con anterioridad, pero sí se les dio una vuelta de rosca con Manuel, quien nos grabó el EP, una vez finalizado el registro. Pero por lo general lo que se escucha en el disco es bastante cercano a lo que hacemos en el vivo.
¿Cómo surgió el proyecto y cómo se fue desarrollando?
Yo escribo desde siempre y en una época participé de un ciclo llamado Preña Mutosi que se hacía en el 2013 en el bar Bella Lugosi. Allí comencé a leer y a coparme mucho con la poesía oral, con la posibilidad de sacar el texto de adentro del libro y que invada el espacio de alguna manera, corporalmente y con la voz. Luego en ese ciclo se empezó a invitar músicos y varias veces fueron bajistas y me gustaba mucho la combinación de voz y bajo. Después de varios años me comencé a relacionar con los pibes de Freak Kat Records y Pablo tocaba en la banda Capitán Fiebre que pertenecía a ese sello. A mí me gustaba mucho lo que hacían por esa impronta pesada que él tiene y le dije que armemos algo. Me costo mucho mostrarle a Pablo lo que yo escribía, hasta que me animé y armamos un par de poesías con música para presentar en un Slam de poesía oral. Luego nos invitaron a Alta Gracia a otro evento parecido, después a una radio y se fue dando prácticamente solo, recibiendo buenas críticas y gente que se interesaba por el proyecto. Más tarde sumamos a Feli (el ex guitarrista), comenzaron los ensayos, salió el nombre y fue fluyendo todo.
A esto del trabajo con las máquinas, ¿lo ves como una tendencia que cada vez está ocupando más espacios? ¿Cuáles son los aportes?
Sin dudas es una tendencia, y también a medida que avanza la tecnología permite un montón de cosas nuevas que considero interesantes. También me gusta lo acústico, lo rústico, la magia del instrumento tocado con las manos, pero me parece que el trabajo con las máquinas también lo tiene, tanto en el momento de la composición como el del toque en vivo y que es igualmente válido, sin llegar a abusar de eso sino sumarlo cuando uno lo considere necesario y que realmente aporta. Nosotros casi siempre vamos por el “menos es más” buscando no adornar demasiado porque creemos que no hace falta y que le quita protagonismo a la poesía en sí, que es lo que estamos tratando de transmitir.