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Charlas en el Monte. Intelectuales

Por Tomás Astelarra

¡No lo podemos creer! De toda la banda rosarina el único que faltaba venir a Trasla era el Pollo Pujol. Encima cayó con un barril de birra El Llano, la cooperativa cervecera de Rosario, parte del Movimiento Cajonardi. Bueno, también trajo un barril de ironías, sarcasmos y agudas apreciaciones políticas que siempre se agradecen. Festejamos en Yacanto Dawn, en el Artur Paradise o Paraíso de Maxi, con gentes de Neuquén, Rosario, Buenos Aires, todos lares. Con el Fede y la Potona y su hijita Azul que llegaron de Andalucía. Mingas pa’ construir el rancho, mateadas, fogones, guisos comunitarios, música y poesía. Fernet y birra casera. Buen Vivir.

Al Pollo lo conocí en Rosario, cuando el Movimiento Cajonardi repartía a domicilio verduras y productos de la economía social, colaboraba con Indymedia y era militante del Frente Popular Darío Santillán. Un negociador impecable, implacable. Un hermoso humor constante y ácido, un cuerpo robusto y cariñosamente avasallador. Gran asador de dorados y bogas. Cuando le conté de mi proyecto de irme a hacer un libro sobre el proceso de cambio del Evo Morales a Bolivia, me dijo: te acompaño y ayudo.

¿Mirá que no hay un mango?

Vamo’ igual.

La historia de nuestras peripecias en Bolivia con la Domingo Quispe Ensamble, los mercados de mamitas, el Club Músculo y Perfume, el cumpleaños en lo del viceministro de Comunicación, nuestra oficina en la Embajada Argentina, los hoteles clandestinos en Achacachi y la entrevista en la casa del malku Felipe Quispe son un libro aparte. Pero en medio del debate sobre Brasil, Lula, PT, la democracia trucha que vivimos, los gobiernos progresistas-capitalistas-consumistas, el avance de la derecha y el pobre papel de muchos militantes e intelectuales en el pensamiento crítico, el Pollo recuerda aquellos tiempos.

“¿Te acordás los caretas esos periodistas y documentalistas progresistas que conocimos en lo del viceministro entre ron cubano, pisco chileno, mamitas disfrazadas de mucamas, y el fuego ese trucho que hicieron pa’ la pachamama?”

Cómo no recordarlo. El Pollo terminó indignadísimo porque cuando se juntó con esas gentes a pedirle información lo citaron a almorzar al único shopping de La Paz una pizza que salía más cara que veinte almuerzos de mamitas en los mercados con sopa, plato, postre y refresquito con yapita.

Como éramos argentinos nos invitaban todo el tiempo a sus reuniones. No salían del exclusivo barrio de Sopocacci, viajaban en aviones y cuatro por cuatro. Menos calle que un gringo turista. Su discurso era mucho más radical que el de nuestro amigo, mecenas y abogado Ricardo Allipaz (presidente del MUSPE). Pero fuera de los papeles, en la realidad, el Dr. Allipaz era mucho más popular. Nos llevaba sobre la madrugada a Las Velas, popular antro de la calle Camaño, a comer anticuchos. Nos entrometíamos con su compañera (perdón, esposa) Lizzy en los mercados a pedirle yuyos a las mamitas, nos entreteníamos en charlas con el papacho Don David y la Josefina en el MUSPE. No había idealización, sino una realidad popular boliviana que te avasalla (salvo que seas gringo intelectual que mucho sabe de ideas políticas pero poco de los pueblos en su realidad cotidiana).

“El tema”, dice el Fede, “es que ya no es una cuestión de clases o ideas, sino de forma de vida, incluso de aspiración de clases. ¿Cuántos pobres votaron a Macri? ¿Cuántos clase media piden que maten a los pobres? ¿Cuántos ricos modifican su vida para vivir como pobres? Vos podés ser todo lo zurdex que quieras. Pero si le estas dando tu plata a las multinacionales con sueldos a los que los pueblos y pueblas no van a llegar nunca o si llegan colapsamos el planeta en un segundo, algo funca mal”.

“Ya lo dijo Groucho Marx”, aporta el Jipi Matías, “hay que solucionar la riqueza, no la pobreza”.

“¿Te acordás cuando lo entrevistamos a Zibechi y nos contaba cómo te podía modificar la vida a pesar de ser indígena como el Evo o trabajador como Lula andar todo el tiempo en aviones de lujo y hoteles cinco estrellas, o ser de La Cámpora y tener sueldo militante de 50.000 pesos al mes”, recuerda el Pollo.

“La famosa meritoracia”, aporta Suipacha Kamacho.

“Y yo no sé si es verdad, pero a este Lula lo acusan por una donación de un palo verde para modificar un triplex. Acá con un palo verde nos alcanza para vivir varias familias varias generaciones”, cuestiona como siempre el Jipi.

“Qué quilombo”, piensa el Fede y ahí nomás se pone a pegarlo. Florcitas caseras. Nunca paraguayo vendido por la narcopoliciapolíticajusticiaparamilitar. Consumo Responsable y que alcance pa’ todos la vuelta.


Advertencia: Estas charlas son ficción. Ciencia Ficción Jipi

Ilustración: Nicolás Masllorens "El dibiajante"

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