Por Tomás Astelarra
Dentro del mundo del periodismo y el pensamiento crítico Raúl Zibechi ha demostrado para muchos y muchas de nosotres un sano lugar equidistante entre la mirada geopolítica y el acompañamiento de los procesos más de abajo, de base, territoriales, o como quieran llamarlos.
Llegado vía Córdoba de su Montevideo natal y de residencia (donde se hace cargo de la sección internacionales del histórico periódico Brecha), nada como en el agua en el espacio cultural y cooperativo La Ronca, un predio recuperado y con evidentes incomodidades edilicias, donde funcionan varias cooperativas y proyectos. Toma un vinito, pide que le líen un cigarrillo armado, se saluda con viejos conocidos y charla con nuevas amigas.
Además de la visita a la familia de su compañera Pola en Las Chacras, la excusa es una charla abierta que será transmitida por FM El Grito, una de las cooperativas que funciona en la casa, además de la Editorial Tierra del Sur, con la que Zibechi mantiene una vieja relación a través de sus visitas a la Casa Cultural La Gomera en Barracas, Buenos Aires, donde funcionan una de las tres sedes de este proyecto autogestivo que ya casi cumple 20 años. Además, en el espacio, hay una panadería (Los Hornitos), una cooperativa de galletitas integrales (El Faro), una huerta, un vivero de Plantas Nativas, la carpintería del Enry y próximamente una molienda de granos y un taller de formación en oficios.
Es lo que Zibechi ha definido como un “Arca de Noé”. Definición que nos entusiasma e intriga y que, curiosamente, esboza ad hoc nuestro compañero Pipo, abuelito actor y animal de radio, que rebautizado Noé, lleva adelante la emisión de La Noche del Arca por FM El Grito. (Además de haber participado en Imarca, la curiosa adaptación de Andrea Prodan al famoso relato bíblico).
“Vivimos en un momento que podemos llamar crisis civilizatoria. La civilización occidental capitalista, colonial, patriarcal, por ponerle todos los apellidos, está en crisis. Es mucho más que la crisis económica, ambiental o sanitaria. Incluso de las relaciones humanas. Algo que nunca hemos vivido. ¿Qué es que una civilización entre en crisis? Es como un cáncer con metástasis. Es cuando el organismo ya no tiene recursos para curar la enfermedad. Y la civilización nuestra está tan destrozada que ya no tiene recursos para resolver las múltiples crisis que vivimos. Los y las zapatistas sostienen que se acerca un colapso. Ese colapso yo lo traduzco como el diluvio universal de la Biblia, que está en toda las religiones. Entonces ¿Cómo nos preparamos para el diluvio? Ahí es donde viene el lenguaje de las Arcas de Noé. ¿Qué es un arca de Noé? La Ronca. No es la única. Un arca de Noé es aquel lugar espacio tiempo donde creamos las condiciones para sobrevivir en el colapso, en el diluvio. Y eso implica una cierta autonomía como personas, como colectivos. Autonomía alimentaria, de agua, autonomía de muchas formas”.
Unas cincuenta personas lo escuchan atentamente en el living de La Ronca, saboreando un vino o un guiso de lentejas, en bancos o sentados en el piso. Personas diversas. A su alrededor revolotean los y las cumpas de la radio atentas al sonido, la producción, la operación... Y otres cumpas de la casa, sirviendo guiso, atendiendo a les invitades, les niñes (que en el espacio de la editorial se entretienen con una película).
Zibechi sigue: “Ante la crisis civilizatoria, lo mejor que podemos hacer es fugarnos, salir del lugar donde sostenemos el sistema. Algunos dicen: pero yo leí a Marx, no sostengo el sistema. Pero todes sostenemos el sistema de alguna manera en nuestro lugar de trabajo, de consumo. Entonces la fuga se puede dar de manera física, como venirse a vivir de Buenos Aires a Traslasierra, pero también en el mismo lugar, en las ciudades. El tema es construir espacios de vida en medio de un sistema de muerte. Entonces, en la medida en que veo que esto sucede, que se empiezan a construir Arcas de Noé, soy muy optimista. Hoy el arca de Noé más grande que hay en el mundo se llama cinco regiones del zapatismo en Chiapas, donde hay mil y pico de comunidades, organismos de poder, salud, educación... Poderes no estatales, como las juntas de bueno gobierno donde, rotativamente, hombre y mujeres administran la comunidad”.
Además del conductor y el invitado especial (Sergio Job, integrante de CTEP y del colectivo El llano en Llamas), los y las presentes hacen sus preguntas, además de algún mensaje al teléfono de la radio.
“Frente al conflicto que existe permanente entre las relaciones individuales, sociales, entre compañeros... ¿Qué estrategias vos visualizas para la salud de un grupo?”, pregunta un oyente.
Se hace un silencio en la sala. Raúl responde: “No hay recetas. Hay que experimentar, hay que buscar”.
Parte del conflicto dice, es que no hay recetas universales. De hecho, según explica la falla más importante de las “revoluciones” contemporáneas, explica, es que una vez conseguido “el poder” es difícil imponer soluciones, recetas generales, a los problemas que nos aquejan. “El problema que tenemos es que históricamente han fracasado las estrategias que tenían los movimientos populares, los partidos, las guerrillas, durante un poco más de un siglo. Lo que dice Wallerstein (Immanuel), una estrategia en dos pasos: tomar el poder para después cambiar el mundo. Eso comenzó a implementarse con la comuna de París y tuvo algunos éxitos, como la revolución rusa, entre muchas otras revoluciones. A partir de cierto momento, ellos hablan de la revolución mundial del ‘68, ese proceso de varios años que desarticuló la dominación norteamericana, e incluso soviética, en el mundo, las viejas estrategias quedaron en evidencia en su falencia. El primer paso, conquistar el poder era posible. Pero el segundo, cambiar el mundo, era mucho más difícil y se fracasaba . Hay varias generaciones que fracasaron y no en solo en un lugar, sino en varios. Se puede derrotar al enemigo, pero una vez que estás en el poder estatal, transformar el mundo se revela mucho menos posible”.
Es conocida su mirada crítica no solo sobre el sistema capitalista, sino también sobre los procesos progresistas en Latinoamérica, y hasta incluso del desempeño de muchas organizaciones sociales. El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista, fue la conferencia a la que los cumpas zapatistas lo invitaron el año pasado (y que hoy se edita en forma de libro a través de editoriales independientes, amigas, que se vende en el puesto de El Grito en Nono o Villa de las Rosas). La posibilidad de consumir hasta la revolución, los demonios internos, la herencia patriarcal, las contradicciones que cargamos todos y todas las que buscamos ese otro mundo posible.
“Reconocer la derrota no es un drama. Entonces es una estrategia posible, no digo que sea la única, no tengo esa ambición. Pero tenemos recursos suficientes como para pensar que evidentemente hay que resistir. Porque si abrís un espacio y no lo defendés te pueden aniquilar. Pero la energía principal tiene que estar puesta en construir lo nuevo. O sea: si yo dedico toda mi energía a combatir el enemigo me convierto en el enemigo. Yo tengo mucho respeto por el ERP, Tupamaros, en fin, las guerrillas de América Latina...Pero terminaron convirtiéndose sin querer, en parte de lo mismo: generando organizaciones jerárquicas, vanguardistas, militaristas, etc... Pero tampoco podes rendirte. En nuestros pueblos hay suficientes experiencias de resistencia no armada. Cada vez usan menos fusiles los zapatistas, apostaron a otro camino, a construir lo nuevo, y a través de eso generar una fuerza en sus pueblos, que ya no son derrotables. Tendrían que hacer un genocidio enorme. No digo que no puedan, pero lo veo difícil. Y hay otros pueblos en México que no son zapatistas pero lo hacen parecido. Está la experiencia de la guardia indígena en el Cauca, Colombia. Y aquí nomás está el ejemplo de San Juan Chamula, que no lo saben, pero le hacen parecido.
La energía fundamental, no la única, tiene que ser construir lo nuevo. Y que lo nuevo sea distinto. Porque lo que atrae a la gente a espacios como éste (y hay cientos en Argentina) es la diferencia, que se puede hacer de otra manera. En cada uno de nuestros países hay una masa crítica. Cuatrocientas fábricas recuperadas. Algunas funciona muy bien, otras no voy a discutirlo. Cien bachilleratos populares. En apenas diez años de esa experiencia. AReCIA (Asociación de Revistas Culturales e Independientes de Argentina) ha hecho un censo de los medios comunitarios y tienen entre cinco y siete millones de lectores. Entonces no es marginal. Podemos ser pocos, pero no somos marginales. Que se junten treinta o cincuenta personas en Los Hornillos puede sonar a poco, pero no es marginal. Hay muchas Arcas de Noé en construcción, y eso es lo que me parece importante. Y además es bueno que no haya una grande arca que entren todos los argentinos críticos, porque tendrían que tener un jefe. Y eso es reproducir lo viejo. Estas arcas son diversas, van a tener muchos niños al frente, muchas mujeres, gentes del más diverso tipo. Por último, cambiar una estrategia que duró más de un siglo no se hace de un día para el otro. Y pensar que en estas arcas va a estar la mayoría de la sociedad es una utopía insana. Quizás cuando se arme el diluvio se acerquen. Ahí veremos que hacemos”.
Otras treinta o cincuenta personas se juntaron ese domingo en la Biblioteca Popular de Travesía en el marco del incipiente Encuentro de Organizaciones Cooperativas y Autogestivas de Traslasierra. Mañana de sol, niñes corriendo, cumpas cocinando un guiso colectivo, dinámicas corporales y una charla con Raúl Zibechi debajo de un molle. ¿Arcas de Noé?