Por Marisa Emilia
Se estima que 80.000 mujeres tomaron las calles de Córdoba en la histórica jornada del 8 de marzo que hizo eco en todas partes del mundo con el Paro Internacional de Mujeres.
Con consignas por el aborto legal, seguro y gratuito en el hospital, en contra de las múltiples violencias, en pie de lucha por la igualdad y la libertad, tuvieron su voz en esta multitudinaria movilización las trabajadoras precarizadas; las despedidas; las trabajadoras de la economía popular; las sindicalizadas (a las que sus gremios les dieron la espalda en este paro); las travestis; lesbianas; transexuales; las presas; las trabajadoras sexuales; las organizadas; las autoconvocadas.
Durante los días previos se realizaron actividades en diferentes puntos y ámbitos de la ciudad de Córdoba anticipando este Paro Internacional de Mujeres que se materializó en la marcha organizada por la Asamblea Ni Una Menos Córdoba.
La visibilidad de la lucha de las mujeres, travestis y trans viene dando que hablar y el mes de febrero inauguró múltiples asambleas en todo el país para empezar a organizar lo que tomó forma ayer como una contundente presencia en las calles.
Las repercusiones de los debates que toman estado público; la visibilización cada vez más estridente de reclamos como el derecho al aborto, legal, seguro y gratuito en el hospital; la ocupación masiva e indiscutible del espacio público de quienes reclaman su derecho a vivir en libertad y sin violencias, son síntomas de una época que evidencia que los niveles de tolerancia con el machismo y el patriarcado están bajando inexorablemente. Las reivindicaciones del 8M no estuvieron exentas de las denuncias al ajuste y las políticas de miseria que vienen sosteniendo el gobierno de Mauricio Macri, las calamitosas reformas que penden sobre la estructura económica y social y la guerra simbólica que viene ejerciendo la gestión de Cambiemos en connivencia con los medios hegemónicos de comunicación en contra de las pobres, las migrantes, las villeras y las luchadoras sociales.
El camino es hasta vencer, y de eso sabemos quienes día a día enfrentamos la doble opresión del patriarcado y del capital sobre nuestros cuerpos, nuestros proyectos y nuestros deseos. Por eso, la revolución será feminista o no será.