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Entrevista a Marilina Trevisan del Frente de Mujeres del Movimiento Evita

*Especial 8M en La luna con gatillo

¿De qué se trata la organización en la que participas? ¿Qué tareas realizan? ¿Cómo se preparan para el 8 de Marzo?

Nosotras somos parte del Movimiento Evita, y en nuestro sector nos encargamos de organizar a las mujeres, llevamos a cabo distintas tareas que tienen que ver principalmente con el eje violencia: consejerías en distintos barrios donde realizamos acompañamiento a mujeres que están pasando situaciones de violencia. Trabajamos a través de protocolos de acción para casos de distintos tipos de violencia y con protocolos al interior de la organización.

También abordamos todo lo que tiene que ver con el trabajo: cooperativas, unidades productivas, ferias. Creemos en organizar a las mujeres a través del trabajo como una herramienta para salir de la violencia que, por lo menos en nuestros barrios, es el principal problema. Muchas veces las compañeras se animan a denunciar, pero a la hora de rehacer su vida en otro lado no tienen las condiciones para solventarse económicamente ellas y a sus hijos e hijas. Por eso hacer eje en el laburo es una forma de tener vidas más libres, más independientes y sin violencia. Esos son nuestros ejes principales.

Trabajamos en redes porque consideramos que es la mejor forma de solucionar los problemas que nos pasan cotidianamente, por eso somos parte de la “Campaña Nacional por el Derecho al Aborto”, del colectivo “Ni una menos” y ahora estamos empezando a organizarnos las mujeres como tales dentro de la CTEP.


¿Qué representa Evita para tu generación? ¿Cómo las interpela esta figura cuando las mujeres se organizan en un frente de género?

En mi caso me sumo al peronismo a través del kirchnerismo, después de 2010, y a medida que me fui interesando en el tema fui leyendo más (de hecho estoy pensando en investigar sobre peronismo y feminismo, parte de mi tesis de grado fue un poco sobre eso también).

Creo que Evita es una figura muy particular: ella misma no se asumía como feminista y, sin embargo, fue una de las personas que más promovió el derecho de las mujeres en argentina históricamente. Representa una mujer fuerte, que rompió con mucho de lo establecido y de lo esperado para una primera dama. Además, se peleaba con las feministas de la época que se habían formado en Europa y que tenían una tradición de pensamiento más ligada a la oligarquía.

Evita era y es pueblo. Es lo que nosotras vemos en ella y por eso la tenemos siempre presente como parte de nuestras banderas (recuperadas después con el kirchnerismo) y sumada a otras figuras que nosotros reconocemos como Juana Azurduy, Norma Arrostito y todas las mujeres que nos han inspirado a dar las batallas que hoy estamos dando. Si estamos discutiendo todos estos temas es porque llevamos en nuestras espaldas una tradición de lucha de mujeres que se la jugaron, que dieron la vida y hoy estamos avanzando, también, gracias a ellas.


¿Cómo está conformada la franja étarea de mujeres que participan en el Frente de Mujeres del Evita en Córdoba?

Hay jóvenes que vienen de la universidad, muchas compañeras de los barrios: algunas más jóvenes otras más grandes, mujeres adultas, mujeres con hijos. La mayoría de nuestras compañeras son de sectores populares, casi todas con hijos, todas luchadoras.


La interpelación de la figura de Evita debe ser distinta entre las compañeras de mayor edad y aquellas que se suman con la experiencia del kirchnerismo.

Siempre surge la anécdota de la vecina que cuenta el día que Evita pasó por el pueblo y le tocó la mano o le regaló una máquina de coser. Esas cosas que siguen estando muy presentes. Igual nosotras intentamos ser plurales y trabajar con todas las ideologías y posicionamientos políticos, claro que nosotras tenemos nuestra posición y creemos que el peronismo es parte de nuestra identidad. Evita sigue estando presente con las anécdotas, siempre está.


Evita decía que los vende patria, los mediocres, no habían sido derrotados en aquel momento en la década del ‘50 y que operaban desde las guaridas, no sólo desde afuera del peronismo sino desde adentro. Me interesa esto para pensar las tensiones que atraviesa la argentina contemporánea y mucho más Córdoba, que desde hace más tiempo viene con perfiles más parecidos con lo que ahora se vive a nivel nacional. ¿Cómo son las tensiones de las luchas que se vienen librando desde el Frente de Mujeres del Evita con otros sectores del peronismo, más ligados a una cultura más machista o menos receptiva a los planteos de las nuevas generaciones?

La unidad básica es una figura que crea Evita para el Partido Peronista Femenino y ella decía que las que participaran de esos espacios tenían que ser mujeres independientes que no respondieran a otro varón, ya que tenían menos probabilidad de contagiarse de los vicios liberales de los hombres. Es toda una tradición que durante muchos años se ocultó; hoy en día lo más hegemónico del peronismo no tiene que ver con esa Evita sino que tiene ver con otras cuestiones. Los ‘90 le han hecho daño a nuestro movimiento y a nuestra identidad pero creo que también es importante rescatar aquella tradición; sin que estuviera en el debate público Evita ya estaba pensando el trabajo entre mujeres y el empoderamiento y eso muestra lo avanzada que era para la época.

Hacia el interior del peronismo por supuesto que esas cosas están. Sin ir más lejos, el otro día en el Encuentro de la UMET (Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo) hubo una mesa de cierre de distintos dirigentes todos varones y nosotras creemos que la unidad sin nosotras es la unidad de la mitad, por lo tanto no es suficiente. Hay algunos compañeros varones que están entendiendo el sentido de la época, que el movimiento de mujeres está avanzando, que no hay vuelta atrás y que estamos desbordando todos los espacios. Sin feminismo no hay justicia social. No sólo hacia el interior de nuestra organización, de nuestro partido: es una lucha que venimos dando en todos los espacios. Estamos en un momento histórico. La elección de 2019, cuando empecemos a funcionar con paridad de cargos legislativos, va a ser un nuevo desafío para las organizaciones acostumbradas a tener a los varones luchando por el 70% de los cargos y va haber un montón de mujeres empoderadas que van a ocupar ese espacio.


Anteriormente charlábamos con Belén de la CTEP y parecen coincidir en cómo ven al feminismo.

Si decimos lo mismo es porque estamos entendiendo al feminismo de manera similar, un feminismo popular con los pies en el barro, con un fuerte laburo territorial. No porque creamos que otros feminismos estén mal o porque creamos que el nuestro es mejor sino que es una cuestión de roles o de espacios que uno decide construir, cambiar y transformar.

Nos encontramos con el feminismo más bien académico en los espacios como Ni una menos, que muestran que podemos funcionar articuladamente, que tenemos enemigos en común muy claros: el patriarcado, el machismo y también Mauricio Macri. Hoy (jueves 1 de marzo) estuvo en el discurso del Presidente la idea de un feminismo “light”. Celebramos que se están empezando a dar estos debates, no creemos que se den por voluntad de Macri sino que no puede hacer oídos sordos a los gritos de las mujeres en las calles, en los barrios, en las universidades.

Nuestro feminismo tiene que ver con mujeres de los sectores populares que, en general, tienen hijos y están a cargos de las tareas de cuidado, que no tienen posibilidades de un trabajo en blanco ni en relación de dependencia. Hoy en Argentina la brecha salarial entre mujeres y hombres es del 27%, pero llega al 40% en los trabajos informales; y nuestras compañeras son trabajadoras informales, de la economía popular o amas de casas. Por eso nuestro eje tiene que ver con el trabajo, entendiéndolo no sólo como el trabajo remunerado sino también el trabajo doméstico y la doble o triple jornada laboral que tenemos las mujeres. Reconocernos a nosotras mismas como trabajadoras. Nos han dicho toda la vida que el trabajo de amas de casa no es trabajo o el trabajo en un merendero no es trabajo; ahora estamos luchando para que este último sea reconocido como tal y que implique en algún momento tener los mismos derechos que cualquier otro trabajador.


¿Querés agregar algo más? ¿Algo que te haya quedado por decir?

Quería agregar que lo que está sucediendo con el aborto es algo histórico más allá de si logramos que se apruebe la ley. Es un debate que la sociedad está dando y que nuestros diputados y senadores deben estar a la altura de las circunstancias.

Nosotros acompañamos muchísimos casos de aborto en los barrios, siempre conocemos alguna vecina que tiene un yuyito que sirve para abortar y nosotras siempre recomendamos que lo haga con misoprostol en condiciones seguras. Sin embargo, sabemos también que el aborto es una cuestión de salud pública: siguen muriendo mujeres por aborto clandestino y el Estado no puede hacer oídos sordos a esto, más allá de las creencias individuales de cada uno. Nosotras tenemos compañeras que están en contra del aborto, pero cuando les toca deciden interrumpir su embarazo y entienden que a veces es una necesidad porque tienen muchos hijos, porque es producto de una violación, porque está en riesgo su salud, etc. Tenemos que estar a la altura de las circunstancias en este debate, las mujeres recurren a nosotras y estamos dando una solución a eso, pero necesitamos que sea legal, que sea en el hospital, que sea reconocido y despenalizado.

Por eso el aborto es parte de nuestros reclamos este 8 de marzo junto a las cuestiones que tienen que ver con el trabajo y la violencia. Seguimos reclamando por casas refugio y políticas de prevención de violencia: este año tenemos intenciones de presentar un programa de promotoras territoriales en violencia de género porque entendemos que el Estado principalmente no llega a nuestros barrios o llega tarde. Entendemos que nadie mejor que las mismas mujeres del barrio para reconocer, prevenir y reparar casos de violencia y entendemos que debe ser remunerado porque estamos cumpliendo una función que debería estar realizando el Estado.

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