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Ni “infiltrados” ni “funcionales”, sólo furiosos. CUANDO GOLIAT SATANIZA LA REACCION DE DAVID

Por Jorge “Chiqui” Falcone

La coalición Cambiemos, como insisten en recordar sus representantes, accedió al gobierno mediante las urnas. No discutiremos eso. En todo caso el debate necesario es a qué estamos dispuestos a llamar “democracia”. Y no estaría mal que a estas alturas se lo preguntaran desde académicos hasta padres, pasando por maestras y maestros de escuela. Para no naturalizar que, bajo “el mejor de los sistemas posibles”, viejas, viejos, niñas y niños mueran a diario de hambre o enfermedades evitables, y las organizaciones sociales que intentan aportar una representatividad bastardeada por la clase dirigente sean condenadas y expuestas en la plaza pública como “destituyentes”.


Si repasamos cómo irrumpió el oficialismo - represión feroz a los obreros de Cresta Roja, a los municipales de La Plata, a las murgas villeras, etc. - advertiremos que las actuales diatribas de la prensa bienpensante que se santigua con agua bendita en relación a la airada reacción del activismo durante la sesión parlamentaria que aprobó la Reforma Previsional, prácticamente equivalen a imponerle al prisionero maniatado que no putée mientras se lo humilla y abofetéa. En efecto, hoy el poder formal de la Argentina le exige a los y las desposeídas que pongan la cabeza en el cepo y no lo manchen con su sangre.


El polémico tema sobre el derecho a ejercer una violencia justa, si nos ponemos estrictos, se remonta a la sangrienta conquista de un continente que no estaba deshabitado cuando los españoles desembarcaron.


Pero en la base del iceberg de una realidad que se intenta disimular con morteros y picapiedras hay - por ejemplo - un rotundo fracaso oficial en la reunión de la OMC, un Ministro de Hacienda que dice ignorar los guarismos de descuento que padecerá de aquí en más nuestra clase pasiva, y hasta una Vice Presidenta que confunde las atribuciones de su Ministerio de Seguridad (!).


Vale la pena entonces advertir que esta semana de furia popular, además de algunos desmanes (porque la bronca acumulada nunca estalla con pulcritud), también exhibió una reacción airada de los gremios más consecuentes de la central obrera; un arco parlamentario de alianzas desde el kirchnerismo hasta la izquierda trotskista, impensable durante los dos primeros años en que el macrismo avanzó sobre las conquistas populares valiéndose de una oposición altamente fragmentada; y puso en evidencia un paulatino desencanto de sectores sociales otrora favorables a la “Revolución de la Alegría” y hoy caceroleros (que, como lo destacara nuestra colega Lucila Pagliai - colaboradora de Rodolfo Walsh en ANCLA - incluyó “perlitas” del calibre de Susana Giménez y Mirta Legrand apoyando a los jubilados).


Convendría - por ende - moderar el triunfalismo oficial y tomar nota de que las próximas reformas volverán a toparse con un pueblo conciente de que se desmonta el Estado de Derecho para luego desmontar el Estado de Bienestar, y dispuesto a seguir luchando contra tales propósitos.


En los tiempos que corren, para no dar lugar a malentendidos, consideramos prudente cerrar esta nota dejando en claro que su autor no pretende cuestionar el monopolio de la fuerza por parte del Estado… sino apenas recordar que tal prerrogativa se acepta de buen grado cuando reina la Justicia Social.


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