“Somos nosotros”. La frase se repite siete veces, letra cursiva, color negro. Más abajo: “Diciembre 19 y 20”. Impresa sobre fondo blanco, grafiteada en paredes, stencileada sobre carteles publicitarios, ésta intervención gráfica se multiplicó por todas partes el primer semestre de 2002. Estas palabras registraban una presencia en la ciudad. Las jornadas insurreccionales de 2001 seguían exigiendo vigencia meses después. La historia de la Argentina contemporánea atestiguaba el colapso de un ciclo neoliberal.
Diciembre de 2017, en Argentina hay un nuevo ciclo neoliberal en auge y una serie de micro-políticas neoliberales teje un puente con el ciclo progresista anterior. Por eso volvemos sin habernos ido nunca. De allí el título de esta editorial. Y el punk como gesto para indagar lo que aún nos falta pensar. Es hora de la imaginación indisciplinada.
Ningún gesto nostálgico, la idealización del pasado siempre es una operación conservadora. Nos medimos con las fuerzas de la época, entendemos sus enlaces con las épocas pretéritas y hacemos de la resistencia un modo de vida creativo, colectivo y singular.
Es momento de reflexión, agite y combatividad. Y de potenciar el vínculo con otras singularidades, con otras experiencias colectivas, con perspectivas más similares o menos cercanas a la nuestra.
La luna con gatillo procura la conversación abiertamente sin temerle a la discusión, incluso a la polémica. Por eso es que a la trinchera radiofónica y la presencia en las redes sociales hemos sumado este año otras actividades político-culturales. En esas charlas, debates, talleres, intervenciones artísticas le ponemos el cuerpo a la decisión que nos significan estos intercambios. Hoy plantamos bandera en la web para contribuir a los combates por el sentido en nuestra sociedad y dinamizar un proceso que se torna vital: cambiar las relaciones de fuerzas actuales.
Elegimos esta fecha pensando en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 como un momento de impugnación absoluta del orden. Y sobre todo como síntesis de una disposición anímica para crear nuevos modos de entender el mundo y habitarlo.
Hay en nuestra identidad latinoamericana un mandato de tenacidad: reactualizar estrategias de resistencia y de supervivencia, imaginar y poner a funcionar otras maneras de existencia. Ése es el afecto que nos une a todos los pueblos que luchan por su liberación.
No actuamos, ni sentimos, ni pensamos en soledad; ni singularmente ni desde nuestras experiencias colectivas. Las transformaciones nos ponen en comunión con quienes, muchas veces, sostienen posiciones contrarias a las nuestras. Cuando hay un pueblo acostumbrado a defenderse, la responsabilidad es sumarse al combate contra la opresión. El 14 de diciembre de 2017 en la capital de nuestro país volvió a arder la indignación y se frenó el avance de las políticas del hambre. En las calles de todas las ciudades argentinas diariamente el pueblo disputa la soberanía a las clases que históricamente persisten en usurpar los derechos, la tierra, la libertad y la vida. Masticamos las urgencias de la época, digerimos las herencias que nos constituyen, nos disponemos orgánicamente a dar batalla y vociferamos:
Subiré al cielo,
le pondré gatillo a la luna
y desde arriba fusilaré al mundo,
suavemente,
para que esto cambie de una vez.